La floración por la Candelaria hace presagiar una buena cosecha de almendras

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Celia Cantero

Murcia, 14 feb (EFE).- En Pliego (Murcia) dicen que "si la Candelaria está flora el invierno está fuera" y este año los agricultores están contentos porque unos días después del 2 de febrero empezaron a florecer los miles y miles de almendros que rodean este pequeño pueblo de la comarca del Río Mula, en el noroeste de Sierra Espuña.

Pliego, donde media población vive de la almendra y la otra mitad del cultivo de albaricoque, según el agricultor local Vicente Pérez, confía en que este viejo refrán no se equivoque, y, sobre todo, en que no vuelvan a producirse las heladas que el año pasado estropearon parte de la producción.

De hecho, cuentan los lugareños que los árboles apuntan para este año una cosecha "extraordinaria" y que sus flores, blancas para la mayoría de las variedades de almendra y rosáceas en otras, son una muestra de lo que puede recogerse este agosto.

España produjo el año pasado 36 millones de toneladas de almendra y son, por este orden, las comunidades de Andalucía, Murcia, Aragón y Valencia las que más contribuyen al cómputo general.

No obstante, el país es deficitario en este producto y los operadores de mercado importan casi el doble de la producción nacional, sobre todo del "gigante norteamericano", que en la última campaña ha producido 1.500 millones de toneladas de fruto.

La organización agraria COAG, que lucha por el mantenimiento de las ayudas europeas al almendro, es partidaria de que se establezcan protecciones especiales para estos cultivos porque, en palabras del responsable de fruta de hueso en Murcia, Pedro García, preserva el medio ambiente y tiene importantes contribuciones para el tejido económico y social de unas zonas que, sin esta producción, serían deprimidas.

Según García, COAG y el Ministerio de Medio Rural trabajan también en la creación de una denominación de origen "Almendra de España" y en la obtención de nuevas variedades que permitan superar la cada vez mayor competencia estadounidense, donde "tienen el agua a pie de parcela" y venden las almendras a 2,15 euros el kilo, cuando aquí el precio del fruto, ya pelado, puede llegar a seis euros.

La variedad más conocida de almendra, la marcona, es dulce y de las más tempranas y representativas de la región de Murcia. Junto a ella existen otras como las malagueñas, ramilletes, atochas, del alambre o del alto, garrigues y desmayos.

Los almendros de estas variedades están ya florecidos y en pleno proceso de polinización -dura cinco días-, y algo más tarde lo harán los tardíos árboles productores de almendras guaras, ramiros y ferrandis, entre otros muchos tipos.

El productor Vicente Pérez opina que la que reúne mejores características culinarias es la marcona, sobre todo si se usa en repostería, aunque dice que el bolsillo del consumidor está "bastante maltrecho" y que se compran cada vez más almendras de fuera, hasta en Pliego.

Los hermanos Juan Gabriel y Bernardo Cava tienen en esta población una de las dos empresas de la zona dedicadas al "partío y repele" de la almendra, y desde 1986 quitan el hueso y lavan entre cuatro y cinco millones de kilos de almendra al año.

Según explicaron a EFE estos empresarios, lo primero que hacen los agricultores cuando llevan su fruto a la fábrica es enfrentarse al cálculo del "rendimiento" o precio que obtendrán por el kilo de almendra pelada, pesando primero la almendra entera y luego limpia.

Murcia, que sobresale por su industrializada agricultura, no puede deshacerse de la tradicional manufactura de la recolección y pelado de almendra, por las especificidades de esta producción, y en sus explotaciones se usan estrechas máquinas con rastrillos en forma de paraguas invertido, para recoger el fruto.

En las fábricas de pelado primero se remoja la almendra en grandes silos durante dos días, y luego se someten a estruendosos golpes para quebrar la cascara, sin romper el fruto.

En palabras de Juan Gabriel Cava, no hay misterios para el pelado de la almendra y las únicas máquinas existentes en España se fabrican en Alicante, donde por su tradición turronera va a parar buena parte de la producción. EFE

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