Murcia, 13 abr (EFE).- El aventurero murciano Juan Francisco Cerezo trabaja estos días en un proyecto que intenta descubrir una treintena de pirámides incas existentes en las estribaciones de los Andes, en la Amazonía, para el que cuenta con la colaboración del escritor Alberto Vázquez Figueroa.

A falta de financiación, el proyecto rescata lo que a mediados de los años 70 el propio Vázquez Figueroa hizo para TVE, si bien la Transición y una serie de avatares frustraron este ambicioso descubrimiento del que apenas quedaron rastros.

Cerezo, que ha temido por su vida ante un elefante de cinco toneladas y torturado en el Kurdistán, ve con ilusión ese viaje al Amazonas, esta vez sin bicicleta.

El aventurero murciano opina que la jungla del asfalto es peor que una selva para moverse en bicicleta, y de hecho la MTB que le acompañó en 20 años de periplos le fue robada minutos antes de ser entrevistado en Sevilla por Jesús Quintero.

Record Guinness tras llegar a 5.500 metros de altutid en el Annapurna (Himalaya) y autor del documental "El mundo a pedales" que alguna autonómica ha emitido, desde los años 80 ha recorrido medio mundo a dos ruedas, a veces acompañado de "los colegas", pero en ocasiones solo, que es como, según dice, mejor se comunica con los nativos porque no tiene otra opción.

Tras el Tsunami viajó a Sumatra, donde se sorprendió de la alegría que desprendían sus habitantes a pesar de una catástrofe que si hubiera ocurrido en Occidente "todavía hoy estaríamos psicológicamente tocados".

Cerezo no es la primera vez que viaja al Amazonas, ya que hasta en dos ocasiones viajó al corazón de Brasil, en pleno Mato Grosso, donde se encuentra el río Xingú.

Allí filmó uno de sus mas bellos trabajos, unas luchas de indígenas, que antes de combatir se infringen cortes en la piel con el diente de un pez 'Perro' y una vez sangran las heridas, inyectan un ungüento de la raíz de una planta que provoca que sus músculos se conviertan en piedras.

En este sentido, recuerda la mala experiencia que vivió con periodistas de la BBC, que le hicieron cambiar el ideal que él tenía hacia los grandes documentales de la Naturaleza.

Advirtió que la mayoría de estos programas suelen ser montajes y que para lograr un fin no tienen reparos en moldear a su antojo la realidad, y así recuerda que aquellos británicos talaron árboles para montar sus 25 tiendas de campaña -una por persona-, que dejaron allí por no molestarse en desmontarlas e incluso llevaron a la Selva luchadores ingleses que compitieran con los Xingú.

Cerezo dejó en los 80 la docencia para vivir de la aventura o al menos intentarlo, ya que no quería llegar a la jubilación para hacer lo que realmente le gustaba.

Suele dar conferencias en institutos a jóvenes atraídos por la aventura, a la vez que elabora posibles proyectos de viajes que requieren de apoyo económico, una búsqueda con malas experiencias como la que tuvo con responsables del Xacobeo tras cinco años de preparativos buscando los topónimos de Santiago por Sudamérica (1998) y que finalmente no contó con la prometida ayuda, otro caso con la Dirección de Deportes de Murcia para la Ruta del Colorado (EEUU) (2000) o un viaje al centro de Australia que tampoco contó con lo prometido por Caravaca Jubilar (2003).

Dolido con las promesas políticas, prefiere la ayuda empresarial, mas honesta en sus compromisos.

A las antípodas llevaron el logotipo de Caravaca Jubilar, pero "no nos dieron ni las gracias", recuerda.

En la selva de Costa Rica el fango estuvo a punto de hacerle abandonar allí la bicicleta, pero su fuerza de voluntad le ha llevado a zonas en las que ningún aventurero ciclista ha llegado nunca.

Todavía mantiene la ilusión por llegar a algún lugar recóndito y su empeño se desvela en cada exposición ante estudiantes y amantes de la aventura, sorprendidos por la belleza de las instantáneas que ha realizado por medio mundo.

Él mismo graba con una cámara de vídeo la belleza y curiosidades del lugar que visita, lo que le supone un trabajo extra en estos periplos en dos ruedas. EFE