Afrocubism inaugura la XVI edición del festival La Mar de Músicas

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La música de Muchachito Bombo Infierno y de Bomba Estéreo completan la noche del viernes 9 de julio, primera jornada del festival

Afrocubism inaugura la XVI edición del festival La Mar de Músicas

¿Qué hacen juntos Eliades Ochoa, Toumani Diabaté, Bassekou Kouyaté y Kasse Mady Diabaté? Retomar el proyecto original de Buena Vista Social Club. Varios millones de discos vendidos, y trece años después BVSC todavía sigue vendiéndose. La grabación de Ry Cooder con los cubanos Ibrahim Ferrer, Rubén González, Eliades Qchoa, Omara Portuondo y Compay Segundo, dejó una huella indeleble. Con sones, boleros y danzones como Chan chan, El cuarto de Tula, Orgullecida o Dos gardenias.

 

Aunque Nick GoId, dueño del sello World Círcuit, tenía otra idea en la cabeza cuando aterrizó en La Habana, propiciar un encuentro entre músicos de Santiago de Cuba y de Malí, por cuestiones de visados, los africanos nunca llegaron a la isla y GoId se vio obligado a cambiar de guión. Esta vez el santiaguero, Eliades Ochoa, y los malienses Toumani Diabaté, Bassekou Kouyaté y Kasse Mady Diabaté, han acudido a la cita. Y La Mar de Músicas inaugura su decimosexta edición con el estreno mundial de Afro-Cubism. Será mañana viernes 9 de julio a las 23:00 horas en el Auditorio Parque Torres, un año que el festival está dedicado a la cultura colombiana. La noche se completará con la figura de Muchachito Bombo Infierno, también en el Auditorio, y con los colombianos Bomba Estereo, a partir de las 2:30 horas, en el Castillo Árabe.

 

A sus 64 años, el guajiro Elíades Ochoa, que aportaba toda la energía de su voz y su guitarra a BVSC, es fundamental en Afro-Cubism. Un guajiro que no ha olvidado cuañdo caminaba tras su padre trasplantando el café. A principios de los sesenta, en Santiago, fundó un grupo con el que tocaba a diario en un programa de música campesina: Trinchera agraria. Fue cuando el nuevo regimen los hizo trabajadores del estado y les dio un carnet de músicos. Y Eliades estuvo trabajando como guitarrista o tresero en diversas agrupaciones. En 1978 le entregaron la batuta, como dice él, de un cuarteto, el Patria, formado en 1939 y que quería seguir funcionando aún sin su primer guitarrista, Roberto Echevarria Madurito. A los boleros y criollas del Patria, Ochoa fue poco a poco añadiendo sones, guarachas, uajiras, changüis...

 

Uno de los que tenía que haber estado en los estudios de Egrem, en La Habana, en marzo de 1996, y al que los burócratas no dejaron llegar a tiempo, es Bassekou Kouyaté, que toca desde los nueve años el n´goni, el instrumento de cuerdas más antiguo de Malí, presente en bautizos, circuncisiones, bodas y funerales. Dio un salto de alegría cuando a principios de 2009 recibió en su casa de Bamako la llamada de Nick Goid: ¿Todavía te interesa el disco con los cubanos?. Kouyaté, que ha tocado con gigantes como Ah Farka Touré o Taj Mahal, contribuyó en 1994 a las grabaciones de Songhai 2 con Ketama acompañando a Toumani Diabaté (ver con Orquesta Sinfónica Región de Murcia).

 

En julio de 2001, la séptima edición de La Mar de Músicas, dedicada a Mali, ya contó en su cartel con Kasse Mady Diabaté. Los más atentos saben que el mahiense también estaba en el segundo volumen de Songhai. Kasse Mady tiene antecedentes de cantar al estilo cubano y en (un curioso) español:

Maimouna en un disco de 2002 para Discos Corasón. Cuentan que a su abuelo le llamaban kassy (llanto) por las lágrimas de felicidad que provocaba en quienes le oían cantar. Su hermosa voz de tenor se ha escuchado en discos como Kulanjan, que unió a Taj Mahal con Toumani Diabaté (tantq Bassekou como Kasse han colaborado muchas veces con Toumani).

Es de Kela, una de las cunas de los griots de África occidental. Allí nació en 1949. Con veinte años era la voz solista de la Super Mandé de Kangabá, orquesta rebautizada en 1976 corrían aires de autenticidád cultural desde el estado recién independizado- con el nombre de National Baderna de Mali. En palabras de la musicóloga Lucy Durán: La voz de Kasse Mady Diabaté es la de un ángel. Es un hombre parco en palabras pero todo eso se transforma cuando canta, lo dice todo al cantar.

Como escribió Diego A. Manrique, aquel verano de 2001, Mady no decepciona: tiene una voz purísima y un conmovedor modo de bambolearse. Con el acompañamiento del n`gorii más la percusión y ese xilofón africano llamado balafón, desgrana profundas piezas tradicionales y canciones que le han acompañado en sus viajes. Aquella noche de julio en uno de esos momentos mágicos que desafortunadamente no se prodigan ya en los festivales, Taj Mahal enchufó su guitarra e improvisó con los malienses sobre estructuras de blues llevando las aguas del río Níger a desembocar en las del Misisipí.

 

Otro momento inolvidable, en una de esas noches de festival con lleno hasta la bandera, lo protagonizó hace tres años Youssou N´Dour. Antes de su actuación, irrumpió por sorpresa en el concierto de Bassekou Kouyate para echarse un cante con él. Fuera del Auditorio del Parque Torres más de doscientos senegaleses andaban buscando desesperadamente una entrada o rogando que les dejasen entrar.  

 

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