"Las calles que vendrán", 20 relatos de Rosa Campos que invitan al lector a compartir la complicidad de su mirada

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Hay en los escritores un cierto gusto por las historias en las que el público se encuentra a sí mismo. Este interés, además, provoca el placer del lector por sentirse reflejado en la literatura. Las situaciones de la vida cotidiana, que también son lo que pasa en la calle, alzan las tramas a las listas de libros más vendidos. El lector redime su vulgaridad al comprobar que lo que le pasa a él es que ha resultado ser un personaje de novela. Al fin y al cabo, a lo mejor la literatura no es otra cosa que un espejo. La escritora Rosa Campos Gómez mira a su alrededor y levanta acta de una cotidianidad moderadamente feliz, "tan insólita y dura, a la vez que apasionante por los retos que nos plantea".

Los relatos de 'Las calles que vendrán' (Editorial Almadenes, 2020) tienen todo el aspecto de un desahogo que plantea asuntos como la solidaridad, la ecología, la igualdad, el reencuentro interior, el cuidado, la riqueza de las relaciones entre personas de distintas generaciones, la necesidad de los otros o el valor de la cultura. Y entremedias esperanza, optimismo y dosis de amor. "Las calles que vendrán serán diversas o no serán. Serán solidarias, se recorrerán en igualdad, y siempre hacia la esperanza". No hay duda de que, en esa orientación, es una buena radiografía. Son piezas narrativas sobre la importancia de recorrer los momentos de la vida para alcanzar la felicidad.

Si hay algo que de verdad da unidad a un libro de narraciones, eso es el estilo de su autor, el flujo narrativo que subyace y se repite en cada historia, como una columna vertebral cuanto más invisible mejor. Y, sin embargo, los narradores siguen buscando elementos formales o de contenido que unifiquen los cuentos y les acerquen a la novela. El elemento que agrupa los 20 relatos de Campos es la esperanza y por ello la autora del prólogo, Miriam Cano Motos, lo ha titulado 'El año de la esperanza': "El relato que da título a la obra ha sido escrito durante el año de la pandemia, como otros ocho más, cuyos títulos seguro que evocarán en cualquier lector las vivencias de este tiempo extraño".

"El intervalo comprendido entre 2008 y 2018 están escritos la mitad de los cuentos, y el resto corresponde a 2020 debido al confinamiento. 'Ya' cierra el libro, en el que Pascuala, que vive en uno de tantos pueblos de la mal llamada España vaciada, emprende una cruzada para que la escuela local no cierre por falta de alumnos. Su protagonista, esta reina maga rural, cierra la publicación de forma circular, enlazando con la reina Gaspara que lo abre. Ambos cuentos suceden en Navidad, el tiempo para la esperanza, para poner luz allá donde reinen las sombras", comenta Cano, que no duda en afirmar que la escritora nacida en Calasparra se ha encontrado muy a gusto escribiendo estas historias.

"En la mayoría de los relatos aparece la metáfora de la calle", explica Cano. Y es que la autora de 'Cruzar el río' y 'Mesario' dibuja la calle como un micromundo que reúne múltiples estados de ánimo, la mayoría ocupados en la confianza de lograr una cosa o de que se realice algo que se desea. "Las calles son símbolo de la libertad. Es ese espacio común con hondo significado en la cotidianidad social, también en este este tiempo que nos toca vivir". El repertorio de situaciones para mostrar esos estados de ánimo es muy diverso. Hay mucho amor, y humor, delicadeza y relatos que conmueven, y a la vez convencen. Y están contadas, las tramas, con ese gusto por los detalles, mínimos, pero determinantes.Una escritura de buena ley y un humor muy fino, de los que contagian y no hieren, completan el atractivo de la publicación. Su prosa es ágil, con unos diálogos bien cortados, y condensa en cada una de las historias la promesa de vastas y complejas narrativas. Lo mejor, sin duda, de 'Las calles que vendrán', es una escritura que busca la identificación casi exclusivamente a través de los resortes de la sensibilidad. Estos textos son una gran manera de acercarse a la manera de ser de Campos. En algunos de ellos asoman ciertas vaharadas líricas que no empañan la atmósfera narrativa. Ella utiliza el relato con notable libertad formal desde las siete páginas como excepción hasta las brevísimas ocho líneas.Espléndido libro-espejo en el que el lector se verá reflejado, y no menos espléndido trabajo de la presentadora Miriam Cano Motos, licenciada en Filología Hispánica, que tuvo lugar este jueves en la Biblioteca Municipal Padre Salmerón. La presentación contó con la intervención de la concejala de Biblioteca, María Ramos Batres, quien animó al público a leer el libro porque sus legítimas expectativas se verán literariamente compensadas. En palabras suyas, "leer a Rosa es leer cómo pasa la vida. Sus historias guardan relación con la calle, ese espacio común de la vida cotidiana. Es una lectura que recomiendo a todos los que necesiten un chorro de optimismo".

La lección que de estas páginas puede extraer el lector la resume la propia autora: "Partiendo de enfoques que denuncian lo que hiere y que se vuelcan en conciliar, y en los que el amor y, a veces, el humor son los que construyen. Relatos en los que la importancia de la calle -desde distintos ángulos- queda reflejada en el desarrollo de sus contextos, en los que habita la esperanza como una de las mejores herramientas del ánimo para la conquista de aquello que puede generar equilibrio, vitalidad y alegría". Un tratado de vida en cada texto, delicado, tierno, poético, escrito primorosamente. Así es el último libro de la siempre sorprendente Rosa Campos.

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