A través del Servicio de Atención y Asesoramiento Psicológico del Centro Municipal de Servicios Sociales, se ha difundido un comunicado en que se aporta un análisis de la situación y una serie de recomendaciones y pautas de actuación para aquellas personas que puedan acoger a estos menores.

1. Los menores, en función de su edad y su desarrollo madurativo, manifiestan los estados de miedo, angustia, ansiedad o estrés de forma distinta a los adultos (pesadillas, irritabilidad, inhibición, episodios de llanto...).

2. Las personas que han participado en conflictos bélicos, cuando regresan a la normalidad, manifiestan síntomas de estrés pos-traumático.

3. En el caso de los menores desplazados cuentan con una vivencia de desarraigo. Por haber sufrido múltiples pérdidas, deben realizar duelos complejos relacionados con situaciones de separación traumática:

· padres que permanecen en su tierra,

· pérdida de sus amigos,

· cambio del lugar y entorno habitual,

· cambio de idioma,

· cambio de costumbres,

· cambio de comidas,

· cambio de olores.

Esto supone una fractura en la continuidad de la vivencia de seguridad.

4. Todos estos cambios introducen un estrés o cansancio mental que dificulta sus aprendizajes académicos, rendimientos escolares, relaciones sociales y familiares.

5. En el intento de evitar o minimizar el sufrimiento del menor, generalmente se procura que normalicen su situación y sus hábitos lo antes posible: sueño, comida, escolarización e integración en el medio social. Esta urgencia porque el menor se adapte lo antes posible al nuevo medio obstaculiza la elaboración de las situaciones traumáticas vividas.

6. En función de la edad y de la demanda expresa del menor habrá de valorarse, caso por caso, la conveniencia de la escolarización inmediata ya que la experiencia de inseguridad extrema vivida en la salida de su país, genera un estado de vulnerabilidad psíquica que necesita de un tiempo y un proceso para ser elaborado.

7. Los menores en esta situación requieren de un tiempo para elaborar todo lo vivido, de lo contrario se corre el riesgo de una normalización fallida o falsa adaptación.

8. Es posible que sus juegos y dibujos expresen situaciones vividas de angustia por lo que es importante saber que no es conveniente impedirle su expresión, de esta manera las irán elaborando y asimilando.

9. Es esperable que repitan en sus narraciones, dibujos o juegos las situaciones estresantes vividas, esa repetición es necesaria para ir elaborando las experiencias traumáticas.

10. Esta repetición no tiene un componente morboso, sino que contiene el intento de comprender y asimilar.

11. Es posible, siempre en función de la edad y el desarrollo madurativo del menor, que demanden constante cercanía física incluso para dormir, siendo aconsejable acompañarle hasta que la vivencia de seguridad se vaya ganando. Es importante hablarlo con el menor expresamente en estos términos.

12. En función de la edad y el desarrollo madurativo del menor, puede sentirse especialmente sensible a las pequeñas separaciones cotidianas de los adultos puesto que puede revivir el temor a las pérdidas traumáticas vividas y necesita tiempo para ganar seguridad.

13. Es recomendable compartir actividades creativas (plásticas, musicales o de dramatización) que faciliten la expresión de las preocupaciones o intereses de los menores ya que puede ser que la expresión oral no sea un vehículo posible de comunicación por algún tiempo.

14. La expresión de estas experiencias vitales, con el tiempo y espacio necesario para su elaboración, construye la seguridad y la salud integral del menor.

15. Los menores que se encuentren acogidos con sus familias, y en función su edad y desarrollo madurativo, contaran con más recursos mentales para afrontar los cambios y la asimilación de lo nuevo, que los acogidos en instituciones o con personas desconocidas.

Cualquier consulta puede ser realizada en el siguiente correo:bienestarsocial.familias@cieza.es