Museo de Campanas de Urueña

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Museo de Campanas de Urueña

Situado en Urueña, Valladolid, es un museo formado por la colección de Campanas Quintana, contiene una veintena de campanas, desde el siglo XV al XX. 

La campana se considera un instrumento de percusión, lo que se denomina un idiófonos. Las campanas tienen una existencia de al menos cuatro mil años, cuyo origen sería China, y, según algunos especialistas existen once tipos de campanas, entre las que estarían: las de Iglesia, de mano, cencerros, campanas del altar, de crotales, de agogô, etc. 

Existen en España los siguientes museos de Campanas, el de Meruelo formado por la colección Abel Portilla, el de Urueña formado por la colección de Campanas Quintana, el de Castell de Os en Os de Balaguer, el Museo de Relojes y Campanas de Santo Domingo de la Calzada, el MitMac de Albaida que se denomina Museo Internacional del toque de Campanas, 

En el mundo estarían el Museo de las Campanas en Mina Clavero, Córdoba, Argentina, el Museo de Campanas de Innsbruck. 

Posiblemente, el sonido y la música, sea una de las artes-actividades más antiguas, se han encontrado sonajeros, flautas de hueso, caracolas, cuernos, algunos de ellos, posiblemente de treinta mil años. Sin contar que quizás el sonido con las palmas de las manos, o primitivos tambores tengan aún más tiempo, quizás utilizado como sistemas de comunicación, de defensa, de caza-ojeo. Por consecuencia las campanas, al menos tienen unos miles de años. 

Podríamos indicar que el sonido junto al sentido del gusto y del olor, sean realidades muy profundas, muy conectadas con el cerebro más esencial de lo humano o de la humanidad. 

Por tanto, tenemos que pensar que la música o un sonido rítmico, es o sea una realidad que está con la humanidad, música o canto, música con contexto religioso o social o  instrumento de aviso o de llamada o de caza o de comunicación, desde hace miles y decenas de miles de años. 

Lo anterior lo expreso, para mostrar y demostrar, que la campana, por ser un instrumento tan simple, ha cumplido todas esas funciones y finalidades. Es decir, el que toca este objeto musical no tiene que tener un oído especial, ni tener educación musical que haya durado unos o muchos años, estudios teóricos musicales, dedicar varios años para conocerlo y tocarlo con cierta eficiencia. 

Durante siglos las campanas de las iglesias han cumplido todas esas funciones, como reloj, como notificación de acontecimientos religiosos, como información social (alarmas por incendios, por guerras, por tormentas, por acontecimientos históricos, etc.). Es decir, el ser humano a un objeto tan simple o tan simplificado lo ha ido llenando y rellenando de contenidos y de significados. 

Cierto es que no existe ningún pueblo sin parroquia o sin iglesia, y ninguna sin campana, antes campanas reales y materiales, ahora, diríamos eléctricas. Pero de alguna manera, los toques, al menos, para avisar de los horarios de las Misas siguen siendo una realidad muy extendida… 

Durante siglos en los campos de Europa, se oían los sonidos de los animales salvajes y domésticos, fuesen grandes o pequeños, y los sonidos cercanos o lejanos de las campanas, como pájaros que rasgaban el aire del tiempo-espacio. Eran diríamos, el símbolo de los tres mundos, por un lado, el mundo natural salvaje, por otro lado, el mundo animal domesticado, y, la campana sería el símbolo del mundo humano. 

En esta tierra deshabitada, en las dos mesetas tan extensas, como formando un cuadrado dentro de la Península Ibérica, en estos lugares de necesidad de agua y de trabajo y de  humanos, quizás, la campana, las campanas de las iglesias, algunas casi cerradas todos los días, podrían ser un modesto instrumento de recordar la alegría de la vida y del vivir. Es decir, se podrían intentar buscar nuevas y antiguas formas o maneras de interrelación de este instrumento con los seres humanos, con la sociedad. Por ejemplo, un día al mes, todas las campanas de una ciudad toquen al mismo tiempo, realizando pequeñas piezas musicales. O, todas las campanas de una comarca o provincia. Incentivar a los compositores que realicen o inventen o diseñen pequeñas piezas musicales para campanas de iglesias… 

Alguno dirá con razón que esto son elucubraciones imaginarias, pero pienso, que si queremos que el artículo periodístico tenga unos vuelos más altos, es decir, sea literatura, también tenemos que incentivar esa manera o función o finalidad posible. 

Como conclusión indicaría, la frase de siempre, recordando a los viejos griegos, no sirve una filosofía, que no cure algún mal, por tanto, no sirve ningún artículo periodístico, que no ofrezca alguna sugerencia, alguna esperanza, alguna idea de futuro, yo, con toda modestia me atrevería a indicar lo siguiente: 

Primero, que este museo, realice una campaña de publicidad y de petición de donación de campanas, posiblemente, empezaran a llegarla campanas pequeñas o medianas de todo el mundo, por lo cual, el museo se ampliaría. Que dicho museo se vaya convirtiendo en un Centro Documental sobre la Campana, con página Web, con algún video en youtube… 

Segundo, que estudien la posibilidad de encargar y realizar y exponer en el pueblo, en alguna plaza, una campana que sea de las más grandes del mundo, y por tanto, sería un motivo de atractivo y turismo para el pueblo que se uniría además de ser Villa del Libro.

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