La piedra roseta II

Fuente:

La piedra roseta II

Con la finalidad de explicar lo mejor posible la información en el artículo de la piedra roseta, vamos a intercalar los datos y citas aportadas con las conclusiones a las que se ha llegado. ((Estas estarán entre dos paréntesis y en negrita))

Los lingüistas empezaron a estudiar la conexión entre los tres textos pero no encontraron nada que los relacionara entre sí. La piedra rota parecía impedir cualquier intento para formar palabras y frases. Se veían impotentes para descifrar el significado de uno solo de esos extraños jeroglíficos, ¿Cómo iban a conseguir llevar a cabo esta tarea aparentemente imposible? ¿Cuáles deberían ser sus primeros pasos?

Desesperados por obtener alguna respuesta, los estudiosos empezaron a escarbar en el pasado en busca de ayuda. Las primeras observaciones acerca de la lengua egipcia se encontraban en un libro escrito en griego por Orapolo, un supuesto sacerdote egipcio que investigo en profundidad el uso y significado de los jeroglíficos. Su libro titulado jeroglífica, escrito en el año 5 a.C., era considerado una especie de biblia para los estudiosos de esta materia, Orapolo describió 189 signos jeroglíficos distintos y de cada uno de ellos hacia un detallado análisis de su aspecto  y de su significado mitológico.

A pesar de haber descrito signos individuales Orapolo nunca los combino para formar frases o párrafos y aunque muchas de sus afirmaciones eran correctas ((¿Como  sabían que muchas de sus afirmaciones eran correctas? Este punto debía ser demostrado y explicado)), su trabajo también contenía errores; por ejemplo dijo que en los jeroglíficos egipcios la palabra madre se escribía con un buitre y eso es verdad ((Vamos a ver; en un lenguaje ideográfico un buitre significa buitre. ¿Cómo pueden darle un significado como madre? Y como pueden decir que eso es verdad. Este punto también debería ser demostrado)) pero cuando explica el motivo dice que en la naturaleza no hay buitres macho, que todos los buitres son hembras, eso era un gran misterio.

Más tarde cuando la gente empezó a estudiar el mundo natural vio que había buitres macho y buitres hembra y Orapolo quedo muy desacreditado y las verdades que nos estaba diciendo fueron ignoradas a causa de las razones místicas que la rodeaban.

Los eruditos que se dedicaban a descifrar la piedra de roseta también se basaban en razonamientos históricos de la edad media. Al entrar Europa en el renacimiento la influencia religiosa apoyaba la idea de que los jeroglíficos contenían respuestas a los misterios bíblicos.

La gente comenzó a interpretar el antiguo Egipto a través de la biblia. Al ver las pirámides decían que no eran tumbas para reyes, sino que eran los graneros que José el de la biblia había erigido para recolectar el grano durante los siete años buenos, en preparación a los siete años de hambruna que se avecinaban. Por lo tanto el misterio continuaba, pero todo se resumía en la idea de que reflejaba una historia de la biblia.

Los estudiosos también tuvieron en cuenta la obra de un matemático alemán llamado  Athanasius Kircher que fue sacerdote jesuita, políglota, erudito, estudioso orientalista, de espíritu enciclopédico y uno de los científicos más importantes de la época barroca. A mediados del siglo XVII era la máxima autoridad europea en cuanto a jeroglíficos. Al igual que Orapolo,  Kercher describió cada jeroglífico como representación de una idea o de un concepto. ((Pero no se dice si la descripción de Orapolo coincidía con la de Athanasius Kircher)) Pero a diferencia de Orapolo, Kercher comenzó a combinarlas para formar palabras y frases. Pero Kercher simplemente se invento las traducciones. Su atractivo estilo literario llego incluso hacer creer al Papa que sabía leer la lengua Egipcia. Durante más de un siglo y durante la expedición de Napoleon, los estudios de Kercher eran considerados como validos e irrefutables.

Los primeros eruditos que intentaron descifrar la piedra de roseta se basaban en que los jeroglíficos eran ideogramas, parecidos al sistema de escritura chino. Cada jeroglífico representaba una palabra o una idea. Hasta que se desecharon esas antiguas teorías la piedra de roseta no empezó a desvelar sus secretos.

En 1802 el francés Silvester de Sosie y el sueco Johan Akerblac fueron los primeros en descartar estas teorías del pasado y enfocar el problema desde otro ángulo. Observaron los jeroglíficos egipcios y dijeron que otras civilizaciones habían escrito de una manera normal y que no entendían porque los egipcios tenían que ser distintos ((No conocerían los escritos mayas o la escritura cuneiforme. Y desde luego no sabían que esa escritura pertenece a una civilización que tiene una tecnología que tal vez este un millón de años por delante)) Estudiaron también otros documentos procedentes de Egipto, no solamente los templos, los obeliscos y los jeroglíficos; sino cosas escritas en papiros y vieron que los egipcios podían tener un sistema de escritura normal para escribir cartas normales y corrientes. Pensaron que tal vez su sistema de escritura fuera también racional.

De Sosie y Akerblac, partieron de la premisa de que el demótico utilizaba un sistema de escritura occidental, cogieron un nombre de palabras griegas que se repetían como: él ó suyo y la palabra griega. Luego buscaron en el texto demótico “esas” palabras repetidas más o menos en el mismo sitio. Observaron que donde estas palabras aparecían en el texto griego, se encontraban también en un lugar similar en el demótico.

Lo que estos precursores hicieron fue empezar a demostrar que no se trataba de una escritura ideográfica, que había símbolos que representaban letras individuales que equivalían a letras individuales. ((Bueno; ¿Como lo podían asegurar? Y por otra parte si no aceptaran esta idea no tendrían manera de dar sentido a esa escritura)) Ya no había que verlos como algo esotérico y lleno de significados ocultos. Aunque en su primer paso al traducir el texto demótico resulto prometedor, Desosie y akerblac se vieron incapaces de descifrar el código jeroglífico.

Tres años después del descubrimiento de la piedra de roseta, abrir las puertas de los secretos de Egipto estaba resultando mucho más difícil de lo que cualquiera hubiera pensado. Las mentes más privilegiadas de Europa comenzaron a pensar que los misterios de Egipto quedarían ocultos para siempre.

Tras el intento fallido de Desosie y Akerblac, paso una década sin que hubiera una aproximación seria a este asunto. Aunque la fascinación del público por el antiguo Egipto seguía creciendo, la piedra de roseta fue prácticamente olvidada. Para aquellos que consideraban descifrar los jeroglíficos egipcios el fracaso de Desosie y Akerblac, suponía una losa tan pesada como la piedra misma.

Los especialistas veían que aquello podía ser un gran premio, pero que implicaba un enorme riesgo. Podrían acabar cubiertos de gloria, o haciendo el ridículo. La mayoría de los eruditos son por naturaleza bastante cautelosos, y hacía falta una persona muy especial que se atreviera a decir que no le importaba hacer el ridículo y que intentaría descifrar aquello.

La carrera vuelve a ponerse al rojo vivo con la aparición de un adinerado científico inglés que se enfrentaba a un joven y obsesionado erudito francés por hallar la clave. En el verano de 1814, un físico, medico y lingüista londinense de 41 años llevo una copia de la piedra de roseta a su casa de campo. Había decidido dedicar sus vacaciones estivales a resolver este acertijo. Esta vez la piedra de roseta comenzaría a hablar. Thomas Yaung fue una de las personas más interesantes de la historia de Inglaterra, si hiciéramos una lista de sus logros resultaría asombrosa. Estudio la luz y como se propaga. Propuso una teoría sobre las ondas de luz que sería la base de buena parte de la física moderna. Le interesaba el ojo humano, le interesaba como veía el color, le interesaba la percepción y sus nociones sobre el ojo humano son también la base de parte de la óptica moderna, este hombre fue probablemente el más brillante resuelve-problemas nacido en Gran Bretaña.

Yaung creía que el misticismo que rodeaba al antiguo Egipto era una tontería, no creía que fuera a descubrir ningún secreto del universo. Lo que le atrajo de la piedra de roseta fue que era un problema, un misterio no resuelto y quería ser el primero en desvelar ese misterio. Aunque continuamente se iban descubriendo tumbas y templos repletos de jeroglíficos, nadie era capaz de leer los antiguos secretos de Egipto, esta lengua mágica parecía destinada a quedar oculta para siempre. Al cumplirse el decimoquinto aniversario del descubrimiento de la piedra de roseta, no se había adelantado nada en su descifrado y aunque los intentos fallidos por descifrar su enigma no animaban a continuar con su estudio, estos dos hombres decidieron aceptar el reto y ambos afirmarían en haber sido los primeros en dar con la clave.

Yaung comenzó concentrándose en las palabras de un modo grafico, localizo líneas en el texto griego con palabras que aparecían más de una vez. A continuación intento encontrar líneas en el texto demótico que contuvieran grupos de símbolos repetidos las mismas veces. Utilizando esta deducción lógica Yaung pudo sistemáticamente identificar 86 traducciones demóticas incluyendo las palabras: REY, PTOLOMEO Y EGIPTO. En ese mismo punto se detuvieron Silvester Desosie y Akerblac. Pero el éxito inicial de Yaung le condujo a seguir adelante con sus esfuerzos.

Los egiptólogos llevaban mucho tiempo interesados en los jeroglíficos rodeados por una figura ovalada, los llamados cartuchos parecían estar colocados estratégicamente dentro y alrededor de los templos y las tumbas. Algunos egiptólogos habían empezado a especular con el contenido de los cartuchos, si contenían nombres de algún faraón o algún miembro de la familia real.

Yaung se baso en esto para trabajar sobre la idea de que los cartuchos de la piedra de roseta contenían el nombre Ptolomeo ((Pero vamos a ver: Suponiendo que eso sea un nombre y suponiendo que se refiera a un personaje histórico, puesto que Thomas Yaung se baso en la especulación de los egiptólogos. Ese personaje histórico es muy anterior a la fecha estimada por Yaung ¿Cómo en esa piedra que tiene la misma cronología que los supuestos templos 12.500 años, va a referirse a un personaje diez mil años posterior, de acuerdo con la fecha que manejaba Thomas Yaung? La supuesta palabra Ptolomeo, puede ser un nombre o no, en la parte del griego antiguo, que desde luego también tiene 12.500 años.)) La placa era en su honor asique su nombre debería estar en los cartuchos de la sección de los jeroglíficos. Yaung pensó que puesto que Ptolomeo era un nombre griego, los egipcios debieron haberlo escrito fonéticamente.

Si los jeroglíficos fuesen ideogramas no tendrían símbolos para los nombres y las palabras extranjeras ((¿Cómo lo saben?, quizá uno de esos ideogramas quería decir Ptolomeo y que no se trate de un nombre)), 4 años después de empezar Yaung relaciono correctamente las letras griegas del nombre Ptolomeo con los jeroglíficos de uno de los cartuchos, ((¿Pero como las relaciono con uno de los cartuchos jeroglíficos? Si precisamente estaban tratando de traducir el lenguaje jeroglífico. Este es un punto que debería haber sido explicado detalladamente por parte de Thomas Yaung)), en 1818 fue el primero en conseguir que la piedra hablara, la sección jeroglífica había dicho su primera palabra Ptolomeo

El texto griego de la Piedra de Rosetta fue el punto de partida. El griego antiguo era muy conocido por los estudiosos, pero los detalles de su uso durante el  período helenístico como lengua de gobierno del Egipto ptolemaico no tanto, pues aún no se habían producido los descubrimientos de grandes papiros griegos. (( Y que tienen que ver los textos de los papiros, con los de la piedra? La piedra tiene la misma cronología que los templos de donde la sacaron los árabes para construir esa mezquita; 12.500 años, por tanto dudo mucho que el griego de la piedra de roseta fuese muy conocido por los estudiosos. Otra cosa es que de las letras de ese texto griego hoy en día se escriban varios idiomas actuales: Castellano, francés, alemán, ruso, inglés, por no hablar de los dialectos)) Así, las primeras traducciones del texto griego de la piedra muestran que los traductores tenían dificultades con el contexto histórico y con la jerga administrativa y religiosa. El anticuario Stephen Weston presentó verbalmente la traducción al inglés del texto griego en una reunión de la Sociedad de Anticuarios de Londres en abril de 1802. ((Luego cabe la posibilidad que la traducción del griego al inglés no fuese correcta, por la dificultad de traducción con la jerga administrativa y religiosa))

Mientras tanto, dos de las copias litográficas realizadas en Egipto habían llegado al Instituto de Francia en París en 1801, donde el librero y anticuario Gabriel de La Porte du Theil se puso a trabajar en una traducción del griego. Sin embargo, fue trasladado por Napoleón a otra parte y hubo de dejar su labor inconclusa en manos de un colega, el también historiador Hubert-Pascal Ameilhon, quien en 1803 publicó por primera vez una traducción del texto griego, tanto en francés como en latín para asegurar su amplia difusión. 

En 1814 Tomas Young había intercambiado correspondencia sobre la piedra por primera vez con Jean-François Champollion, que había escrito un trabajo académico sobre el antiguo Egipto.

Champollion vio en 1822 copias de las breves inscripciones jeroglíficas y griegas del obelisco de Filé, en el que el aventurero y egiptólogo británico William John Bankes, había “señalado tentativamente” los nombres «Ptolomeo» y «Kleopatra» en ambos idiomas, a partir de lo cual Champollion identificó los caracteres fonéticos «k l e o p a t r a».

Sobre esta base y la de los nombres extranjeros en la Piedra de Rosetta construyó rápidamente un alfabeto de caracteres jeroglíficos fonéticos que aparecen, escritos de su puño y letra en la célebre carta enviada a fines de 1822 para Bon-Joseph Dacier, secretario de la Academia de las inscripciones y lenguas antiguas, e inmediatamente publicada por la Academia. ((Es decir: Champolion se guio por las breves inscripciones jeroglíficas y griegas del obelisco de Filé. En el que el aventurero y egiptólogo británico, William John Bankes había “señalado tentativamente” los nombres de Ptolomeo y Kleopatra, en ambos idiomas… Ciertamente esto sugiere muy poca credibilidad))

Esta carta marca el verdadero punto de inflexión para la comprensión de los jeroglíficos egipcios, no únicamente por la tabla del alfabeto y el texto principal, sino también por su epílogo, en el que Champollion señala que no solo aparecen en caracteres fonéticos los nombres griegos, sino también los nombres egipcios nativos. Durante 1823 confirmó esto al identificar los nombres de los faraones Ramsés y Tutmosis escritos en cartuchos mucho más antiguos copiados por Bankes en Abu Simbel y enviados a Champollion por el arquitecto Jean-Nicolas Huyot. ((Vamos a ver: Los cartuchos copiados por Bankes en Abu Simbel y enviados a Champolion, no son mucho más antiguos que las copias de las breves inscripciones jeroglíficas y griegas del obelisco de Filé, En el que el aventurero y egiptólogo británico, William John Bankes había “señalado tentativamente” los nombres de Ptolomeo y Kleopatra,  puesto que absolutamente todos los templos tienen la misma cronología))

Champolion estudio una copia de una inscripción procedente del gran templo de Karnac, en ella aparecía el nombre de REY repetido en varias ocasiones. El nombre del monarca estaba escrito con tres signos.

En la parte superior había un disco solar, ((¿Cómo sabia que ese símbolo era un disco solar? Y ¿Cómo podía relacionarlo correctamente con el copto?)) Champolión sabía que en copto el nombre del sol en el antiguo Egipto, se pronunciaba RA, y en la parte inferior había un signo que Thomas Yaung había identificado como la letra S ((¿Cómo Thomas Yaung sabía que esos dos símbolos jeroglíficos correspondían con la letra S? Este es otro punto que debería haber sido explicado con todo detalle)) y estaba escrito dos veces. El signo del medio era el más complicado, no había sido descifrado por Yaung ni por nadie más. Pero Champolion lo localizo en la piedra de roseta, aparecía varias veces y en todas las ocasiones la traducción correspondiente en griego era la idea de nacimiento o nacer. Champolion sabía que en copto mese significaba, DAR A LUZ ((Otra vez estamos viendo magia, ¿Cómo podía estar seguro Champolion que ese signo jeroglífico se correspondía con el signo griego? Y ¿Como podía estar seguro que el signo Griego quería decir nacimiento o dar a luz? No debemos olvidar que ese griego data de 12.500 años)), y así averiguo el nombre del Rey: Empezaba por RA, en medio era MESE y acababa en SS. Champolion conocía los nombres de los Reyes de Egipto y sabía que había habido un famoso Rey en el trono de Egipto al que llamaban RAMESESS,

((¡Qué casualidad! ¿Cómo sabían que había un famoso Rey que se llamaba Rameses, antes de haber traducido los jeroglíficos?)), de pronto se dio cuenta que había descubierto la clave de todo. Su dominio del copto, el alfabeto descifrado por Thomas Yaung y su inmenso conocimiento acerca del antiguo Egipto le dieron las herramientas necesarias para su trabajo y fue entonces cuando dijo ¡Lo conseguí!

Rafael Alfonso Alfaro García.

La piedra roseta II - 1, Foto 1
La piedra roseta II - 2, Foto 2
Murcia.com