Micaela del Carmen Rodríguez Cuesta
(Sevilla, 1935 – Madrid, 1991)
Micaela del Carmen Rodríguez Cuesta, es una rara avis en el mundo del Arte con mayúsculas. Nace en el sevillano barrio de Triana y de muy niña comienza cantando en su patio de vecinos. Sus padres ven el talento que desborda la pequeña artista en ciernes, y comienza a recibir clases como discípula a las academias de la maestra Adelita Domingo y de la bailaora, Eloísa Albéniz. Con estas maestras y, siendo una aplicada alumna, con gran personalidad, empieza a participar en festivales infantiles de canto y es llamada para cantar a través de las ondas de Radio Sevilla. Comienza a adquirir visibilidad el nombre artístico de Rocío del Carmen y a formar parte de diversas compañías teatrales con las que ya comienza a actuar en grandes capitales como Madrid y Barcelona. Por esos entonces, esta niña que se va convirtiendo en una mujer espigada, elegante y dotada de gran belleza vocal. Y se la va a conocer más y más, porque se decide a dar el salto al programa radiofónico más famosos de su tiempo. Mikaela, “con k de kilo” va a ser como la bautiza el legendario Bobby Deglané.
Pero Mikaela, como artista completa que va demostrar ser, no se queda solo en la canción. Cuando el cine llama a su puerta, también hace películas. En el cine, Mikaela participa en “Aquellos tiempos del cuplé” (1958), protagonizada por Lilian de Celis. Después de un periodo en México, llega “La llamada de la muerte” (1959), dirigido por Carlos Orellana, hoy ignoto filme. Tras este rodaje firma con la casa discográfica Montilla y graba su primer disco bajo la dirección musical de maestro Manuel García Matos.
Vuelve a España y sigue rodando cine. Ahora es “La rosa roja” (1960) del realizador Carlos Serrano de Osma. Tras este título es contratada como artista exclusiva, y va a rodar cuatro coproducciones, donde actúa y también canta. Primero llega “La reina del Tabarín” (1960) rodada en coproducción entre España y Francia. “Vampiresas 1930” (1961), nuevamente a las órdenes de Jesús Franco, es una coproducción Francia-España donde intervienen Lina Morgan y Antonio Ozores. “Las tres espadas del Zorro” (1962) de Ricardo Blasco con guión de Mario Amendola, supone una coproducción hispano-italiana con música del maestro Ramírez. La siguiente de esta serie de películas es el western rodado en coproducción internacional entre España e Italia, “Gringo” (1962) a las órdenes, otra vez, de Ricardo Blasco y codirigida por Richard Harrison.
Mikaela es un caso comparable a las grandes artistas de su época: triunfa en la gran pantalla y fuera de ella. No deja de grabar discos, ni deja de viajar por trabajo por Europa y las tres Américas. Pone su voz al servicio de la copla, del flamenco, de la canción iberoamericana y de los grandes poetas del siglo XX.
En 1964, graba una pieza musical que va a pasar a forma parte de la memoria colectiva, “La luna y el toro”, logrando ser el disco más vendido de 1965.
Ese toro enamorado de la luna
Que abandona por la noche la maná',
Es pintado de amapola y aceituna
Y le puso campanero el mayoral.
Los remeros de los montes
Le besan la frente,
Las estrellas de los cielos
Le bañan de plata,
Y el torito que es bravío,
De casta valiente,
Abanicos de colores
Parecen sus patas.
Castellano - Cintas
Después participa en la coproducción España, Francia e Italia, “París-Estambul sin regreso” (1965) de Terence Hathaway, una película de acción, aventuras y espías en la serie de películas de James Bond. Sigue “Mademoiselle de Maupin” (1965) de Mauro Bolognini, coproducción entre España, Italia y Yugoslavia. Está protagonizada por Mikaela junto a Tomás Milián, Robert Hossein y Nino Fuscagni. La película no se estrena en España. Y, por último, “Comando de asesinos” (1966), dirigida por Julio Coll cuyo argumento gira en torno a cuatro agentes secretos de diferentes países que buscan en Lisboa a un científico.
A finales de los años sesenta, comienza a popularizar aquí canciones iberoamericanas con arreglos de rumba flamenca, como “Que nadie sepa mi sufrir” y los boleros como “Contigo aprendí”
En 1967 empieza a gestar el que va a ser, sin lugar a dudas, su disco de mayor extensión musical y cultural, “Mikaela canta poesías de Rafael Alberti” (Belter), con la más prestigiosa casa de discos del momento y con la Orquesta Sinfónica de Barcelona, dirigida por Antón García Abril y que la propia artista financia al completo. Toman forma una docena de poemas de Rafael Alberti, elegidos entre más de trescientos textos procedentes de sus primeros libros. El dramaturgo Alfredo Mañas y el propio poeta, exiliado entonces en Roma, se encargan de adaptar los poemas para ser cantados. Extraemos aquí, “El toro azul de Picasso”.
Málaga
Azul, blanco y añil
Postal y marinero.
De azul se arrancó el toro del toril,
De azul el toro del chiquero.
De azul se arrancó el toro.
¡Oh guitarra de oro,
Oh toro por el mar, toro y torero!
España:
Fina tela de araña,
Guadaña y musaraña,
Braña, entraña, cucaña,
Saña, pipirigaña,
Y todo lo que suena y consuena
Contigo: España, España.
Alberti
Entre los numerosos premios y reconocimientos obtenidos por Mikaela a lo largo de su trayectoria artística se encuentran la Placa de Oro de Radio España y Medalla a la popularidad de la Televisión en Nueva York.
A lo largo de los más de veinticinco años de carrera, recorre con devoción todas las ciudades y provincias españolas y actúa frecuentemente en países como Estados Unidos, México y Argentina, así como también en algunos países europeos y asiáticos.
A finales de los años ochenta, Mikaela se retira de los escenarios. Fallece en Madrid, victima de una leucemia, tras someterse a un autotransplante de medula ósea. Sigue luchando hasta la mañana final del Viernes Santo de 1991, en que fallece en su casa de Madrid.
Mikaela es una gran artista de acusado y elegante estilo. Brilla con luz propia por la fuerza de su personalidad y singularidad. Y su inolvidable lunar en su cara de nardo y luna. Su figura merece nuestro respeto y recuerdo.
Benito Martínez del Baño
Periodista y escritor
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