El viaje más desafortunado de la historia

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Por Bruno Sabella

El viaje más desafortunado de la historia

La historia del viaje y primer asentamiento español en la Patagonia argentina

El primer asentamiento de origen español en la Patagonia se estableció en Cabo Vírgenes, en la provincia de Santa Cruz. En la actualidad, no hay restos visibles del asentamiento, sin embargo, un monolito conmemora el hecho histórico.

Fue el explorador español Sarmiento de Gamboa, quien, en 1584, fundó la ciudad del Nombre de Jesús. En los últimos años, los restos arqueológicos del antiguo poblado han sido hallados y excavados, ayudando a revelar los misterios del primer asentamiento español en el extremo sur del continente americano.

La “instrucción” del virrey, fechada en Lima el 9 de octubre de 1579, especificaba la obligación de registrar con cuidado las singularidades de la tierra y del mar. Sarmiento de Gamboa debía asimismo tomar posesión en nombre del rey y de todas las tierras halladas y dar testimonio ante escribano público. Los indígenas debían ser bien tratados y nada de ellos debía ser tomado contra su voluntad, para que fuese posible obtener información de utilidad.

Aparece ampliado el motivo de la curiosidad de las “tierras y poblaciones”. Ningún territorio debe guardar sus “secretos”, por más pobre o inhóspito que sea. El imperativo categórico del expansionismo: desocultar lo encubierto, hacerlo salir a la luz, tomar posesión, nombrarlo, incluirlo en los mapas.

El 11 de octubre de 1579 partieron del puerto del Callao 112 marineros en dos naves, Nuestra Señora de la Esperanza y San Francisco. Los expedicionarios fueron tomando posesión de puertos, ríos, canales e islas durante la travesía. Sarmiento de Gamboa partió de Perú en 1579 hacia el estrecho de Magallanes. Los pormenores de la expedición fueron dictados el 17 de agosto de 1580 por el capitán al escribano en la Relación y derrotero del viaje y descubrimiento del Estrecho de la Madre de Dios, antes llamado de Magallanes.

Muchos de los nombres asignados por Sarmiento durante su primer viaje por el estrecho de Magallanes se mantienen hasta hoy, hecho que rememora el vínculo entre imperio e identidad. El historiador Armando Braun Menéndez sostiene que la profusión de bautismos de Sarmiento enriquece la toponimia austral y ofrece una larga lista. Pero nombrar el territorio es muy distinto a fortificarlo y mantener un enclave militar. Para llevar a cabo el plan de la fortificación del estrecho de Magallanes era necesario un segundo viaje, específicamente destinado a esa función.

Pensemos en el sentido de algunas de las expresiones utilizadas por los expedicionarios. “Derrotero”: libro que contiene la situación geográfica de los puntos más notables de la costa y las advertencias sobre la navegación; “derrota”: rumbo de la navegación; “derrotarse”: extraviarse un navío. Durante la expedición de Sarmiento, los desencuentros están resumidos en una palabra: “desderrotarse”.

Sarmiento destaca los riesgos de la exploración – los “grandes golpes de mar que entraban en el navío” – y los peligros del estrecho de Magallanes. Aconseja traer la sonda en la mano para evitar los bancos de arena y se queja de la falsedad de las relaciones anteriores sobre la geografía del estrecho. Esta denuncia de la falsedad de las relaciones indica en parte la imprecisión en las mediciones de la longitud, pero se extiende a una reflexión más amplia sobre la responsabilidad acerca del conocimiento, donde se culpa a los expedicionarios anteriores por la falta de diligencia en hacer derroteros. Los conocidos, argumenta Sarmiento, eran perjudiciales y hacían peligrar a las armadas que se regían por ellos.

Luego de explorar el lugar, Sarmiento de Gamboa viajó a España para organizar la expedición pobladora. En aquellos tiempos, los barcos de corsarios ingleses navegaban el estrecho de Magallanes, razón por la cual España decidió controlar la zona enviando una flota de barcos y fundar dos pueblos en el estrecho. El intento de construir en el estrecho de Magallanes, a fines del siglo XVI, un sistema militar defensivo coordinado sobre la base de dos fuertes integrados a barcazas chatas que cargaban cañones demuestra una ignorancia colectiva brutal sobre las condiciones geográficas del lugar.

Cuando el 27 de septiembre de 1581 zarpó la armada bajo el comando de Diego Flores de Valdés de la barra de Sanlúcar de Barrameda, constaba de 23 naves y casi tres mil personas. En la lista de los participantes de la empresa colonizadora había frailes, soldados, grumetes, personas solteras y casadas con hijos; albañiles, carpinteros, herreros, pedreros, artilleros, trompeteros y canteros. Reinaba el desorden.

El capitán Flores intentó postergar la partida. Fue sin embargo obligado a zarpar con tiempo desfavorable. Una semana después, tras batallar contra una tormenta, perder ochocientas personas y cinco naves, la expedición retornaba maltrecha al puerto de Cádiz. Desde antes de la partida se había desencadenado una lucha en torno a la figura de autoridad de la expedición.

El Consejo de Indias nombró a Diego Flores de Valdés con el título de “Capitán General del Estrecho de Magallanes y Gobernador de lo que se poblare”. Se le encargó la construcción de dos fortificaciones para defender la boca del estrecho y el transporte de colonos para poblar las nuevas ciudades. Los enfrentamientos entre Flores y Sarmiento eran constantes, pues ambos capitanes exigían sus derechos de mando, aunque evidentemente no coincidían en los objetivos. La armada partió nuevamente de la bahía de Cádiz el 9 de diciembre, compuesta de 16 barcos y 2.500 personas.

Nadie podía imaginar, ni los más pesimistas, que sería el “viaje más desafortunado de que haya memoria”, según el historiador Armando Braun Menéndez. La flota recibió órdenes de invernar en Río de Janeiro, pese a que Sarmiento y los pilotos querían evitar ese puerto porque temían la polilla de mar que carcome los navíos. Los simples gusanos de mar podían destruir expediciones. Al persistente problema de la autoridad y de la precariedad de las naves, se sumó la falta de adaptación a las condiciones climáticas y de salubridad. Más de 150 personas murieron camino a Brasil a causa de disentería.

A inicios de 1583 los expedicionarios intentaron alcanzar el estrecho de Magallanes, pero retornaron a Río de Janeiro a causa de los obstáculos. La frustración de Sarmiento es notoria. Desde Río de Janeiro redacta varias relaciones al rey en que reclama por la desorganización y la falta de respeto a las “Instrucciones Reales”. Denuncia el robo y la venta de vino, aceite harina, hierro, acero, frazadas y ropa destinada a los colonos; se queja del desprecio del capitán Flores por el proyecto colonizador. Resulta evidente que el capitán Flores, así como la mayoría de la tripulación, no tenía el menor interés en el proyecto colonizador del estrecho, sino en obtener ganancias por medio del intercambio de mercaderías.

En las narraciones de Sarmiento el capitán Flores aparece retratado como un ser inhumano, que descuida a los enfermos de la armada, descarta el amor al prójimo, permite el robo de mercaderías y alimentos, y trama una “huida vergonzosa”. De hecho, el capitán se marcha a España sin cumplir con las “Instrucciones Reales”, se lleva las provisiones y armas destinadas a los colonos, y persuade a muchas personas de que era mejor abandonar la expedición y retornar a la patria que “morir como perros” en el estrecho. Mientras tanto, Sarmiento aguardaba en Río de Janeiro la partida hacia el estrecho de Magallanes. Durante la travesía continuaron los motines y las deserciones en tierra. En la escala del puerto de Santos desertó el ingeniero Juan Bautista Antoneli, fundamental en los planes de fortificación.

Finalmente, llegaron a Cabo Vírgenes el 4 de febrero de 1584, fundando el asentamiento “Nombre de Jesús”, el once del mismo mes. En marzo del mismo año, Sarmiento de Gamboa fundó una segunda ciudad, “Rey Don Felipe”, dentro del estrecho de Magallanes, muy cerca de la actual ciudad de Punta Arenas en Chile. Un grupo de 338 personas llegaba a su destino para enfrentar la tierra patagónica. “Enfrentar” es la palabra exacta, pues se estableció una lucha contra el frío, el viento constante y la escasez de alimentos, a lo que se sumaban incidentes ocasionales con los indígenas.

La fundación del asentamiento Ciudad de Nombre de Jesús el 11 de febrero de 1584, en la boca oriental del estrecho de Magallanes (hoy Punta Dungeness), da lugar al típico ritual formalista de la conquista de nuevos territorios. Se toma posesión ante escribano, se arbola una cruz donde sería construida la iglesia y en la plaza se pone el árbol de la ejecución de la justicia. El desconocimiento de la región por parte de los pobladores anuncia tragedias. Allí se materializan las dificultades de la colonización a un grado extremo.

Conocemos el desenlace de la tragedia por diversas fuentes, especialmente por el inglés Francis Pretty, que participó en el viaje alrededor del mundo de Thomas Cavendish, y por dos testimonios de un sobreviviente de la expedición, Tomé Hernández, que sería rescatado por Cavendish en enero de 1587. Restaban unos veinte pobladores cuando en un confuso incidente Cavendish rescató únicamente a Hernández. El resto de los colonos de la expedición fallecieron de frío e inanición.

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