Curando el cuerpo y el alma por tierras de Murcia

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Curando el cuerpo y el alma por tierras de Murcia

Presentamos una breve introducción de un libro editado por Diego Marín, repasando las curaciones a base de plantas, rezos, jaculatorias, etc.-

En el Antiguo Testamento ya encontramos la siguiente cita: "El Señor creó las plantas medicinales y el hombre prudente no las desprecia". Los griegos le llamarán Asclepios y los romanos Esculapio "el que trae la paz", y lo conseguía con capsulas de adormidera, el opio, planta que nuestras abuelas murcianas llamaban ababol y cascales a la famosa adormidera, opio en estado puro. Por ello cuando un bebé estaba dentando y lloraba mucho les decían a las hijas "nena dale al crio una infusión de cascales".

A lo largo de la Eda Media los especialistas en sanaciones, curanderos o proto-médicos, se sirvieron de las plantas que brindaba la naturaleza para curar a los enfermos. Entre los médicos-curanderos musulmanes murcianos destacamos a Yahya b. Baqui, fallecido en 1167. Más importante fue Muhammad Ibn Ahmad El-Riquti Al-Mursi. Era reconocido por sus importantes conocimientos en filosofía, matemáticas, medicina, música y su elocuente oratoria.

En 1371 destacó en la ciudad de Murcia una mujer judía, la bella Jamila, de tez morena, viuda de Yuzaf, debido a sus artes curativas a base de plantas, emplastos y ungüentos:…"era sabidora e avia buena platica de la arte de la çulugia e avia fecho e fazia buenas curas de la dicha arte, la qual platica avia aprendido del dicho su marido…"

Ya en el siglo XV se constatan en la ciudad de Murcia la presencia de sangradores, curanderos, boticarios, especieros o herbolarios junto a ensalmadores, saludadores o santiguadores, reconociéndosele a cada uno su oficio tras pasar por el tribunal de los "alcaldes examinadores mayores". En octubre de 1412 el maestre Juan, nacido en Murcia, solicitaba el permiso correspondiente para ejercer como triaquero y herbolario. A finales del siglo XV entra en escena Mari Ortiche de Guecho, que se afinca en la ciudad de Murcia con su marido, procedentes de Mallorca. En octubre de 1480 escriben al concejo pidiendo el permiso correspondiente para ejercer…" sabe muchas físicas e medicinas para curar e sanar muchas enfermedades e llagas incurables donde es porcelanas e lamparones e fistolas e tiña…, lo cual ella cura con yerbas buenas e con palabras…" La mujer de Pedro Agudo en 1446 vendía trementina, un repelente contra piojos y realizar emplastos curativos, al concejo murciano para curar a los heridos.

La Inquisición persiguió en Murcia a las curanderas, sus juicios nos aportan datos interesantes respecto al uso de plantas medicinales. Para acabar con los dolores de barriga se tomaban infusiones de mejorana o de hinojo. Lo más usual era tratar de reducir estos dolores a base de masajes y friegas con aceite. En 1700 era detenida Dorotea Pertusa, una vendedora de verduras afincada en Lorca que, de pueblo en pueblo, iba sanando enfermos con sus oraciones y plantas. Nadie la denunciaba, al contrario, era solicitada y querida allá donde iba. Las sesiones las iniciaba con el signo de la cruz, el rezo del Credo y otras oraciones, curando especialmente dolores de cabeza.

Una verdadera experta en curar dolores de estómago fue Francisca Eulalia Rubio de Cubas (1721-1796), una adivina de Alguazas. Sus remedios para curar dolores de estómago se basaban en aplicaciones de emplastos, con unos polvos, en el vientre y beber agua con hinojo, durante nueve mañanas, a la que ella bendecía con diversos conjuros.

Conocemos la existencia de otras curanderas, sin que podamos incluirlas en una especialidad concreta, ya que no se especificó suficientemente en los juicios a los que fueron sometidas. El caso de Ginesa del Bal que preparaba un brebaje a base de miel y cascos de calabaza para las sanaciones.

No cabe duda que el uso en el pasado y actualidad en pueblos murcianos de las plantas medicinales, para especiar o como alimento, mucho tenía que ver con la herencia musulmana recibida. En este aspecto, no podemos olvidar algunos autores de obras árabes que trataban sobre las virtudes de las plantas medicinales. Muchas plantas y productos llegaron a España, como ha señalado Govert Westerveld, desde Oriente y se aclimataron pronto a nuestras tierras. Es el caso de las adelfas (dafla), el ajo (tawm), la albahaca (al-habaq), la aleña (al-hanna), el arrayán (ar-rayhan), el azahar (zahr), la cebolla (basal), el espliego (al-juzama), el hinojo (raziyanay), la manzanilla (babunay), la mejorana (al-mardaqus), la menta (fawdanay), el narciso (naryis), el orégano (sa´tar), el perejil (baqdunis), el romero (al-´iklil), la rosa (ward), la ruda (fayyan) o el tomillo cabezudo (sa´tar al-siwa).

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