La carne de cerdo, un producto libre de antibióticos que cumple con los controles de seguridad alimentaria más exigentes

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La carne de cerdo, un producto libre de antibióticos que cumple con los controles de seguridad alimentaria más exigentes

En el marco de la Semana Mundial de la Concienciación sobre el uso de Antibióticos, los ganaderos, que han reducido el uso de colistina en un 97%, muestran su compromiso contra la resistencia bacteriana

El sector porcino trabaja en la bioseguridad de las granjas y el uso de productos alternativos que estabilizan la microbiota para mejorar las defensas del animal frente a cualquier patógeno

¿Tiene la carne de cerdo que compramos en el supermercado restos de antibióticos? La respuesta es contundente. No. La carne de cerdo que comemos está libre de antibióticos, cumple con los controles más exigentes y viene avalada por el modelo de producción europeo, el más exigente del Mundo que garantiza que todos sus productos se ajustan a la normativa comunitaria en seguridad alimentaria y trazabilidad.

Sin embargo, la mayoría de los ciudadanos lo ignora. Si tenemos en cuenta los datos del Eurobarómetro sobre resistencia antimicrobiana, el 72% de los españoles desconoce que desde 2006 está prohibido en Europa el uso de antibióticos para estimular el crecimiento de los animales en granja. Una cifra 12 puntos por encima de la media comunitaria.

Por ello, en el marco de la Semana Mundial de Concienciación sobre el uso de Antibióticos, el sector porcino español recuerda su compromiso en la lucha contra la resistencia bacteriana. “Como sector porcino involucrado en el concepto One Health, consideramos que todos los eslabones de la cadena debemos cooperar para reducir la amenaza que supone la aparición de resistencias”, afirman desde la Organización Interprofesional Agroalimentaria del Porcino de Capa Blanca (INTERPORC) desde donde dejan claro que “todos los productos de carne de cerdo están libres de cualquier antibiótico”.

Los ganaderos y veterinarios, conscientes de que lo que se juegan, son los primeros interesados en el cumplimiento estricto de la normativa. “Reducir el uso de antibióticos es clave para evitar el desarrollo de bacterias multirresistentes que se traduce en una prolongación de la enfermedad y en tener que aplicar tratamientos más costosos”, aseguran desde INTERPORC.

El Plan Nacional de Investigación de Residuos (PNIR), en vigor en España desde 1989, es el instrumento de control de la presencia de determinadas sustancias y sus metabolitos y residuos de medicamentos en animales vivos y sus productos. “En el caso de que algún animal enferme y deba ser tratado, el tratamiento se realiza bajo supervisión y prescripción veterinaria. Una vez que el animal ha recuperado la salud y, si está en peso, se envía a la industria de transformación. En este aspecto, se registra el tratamiento en el Libro de Tratamientos controlado por los Servicios Veterinarios Oficiales y se verifica que se han cumplido los períodos de supresión que garantizan la no presencia de antibióticos en el animal. Por lo tanto, todos los productos están libres de cualquier antibiótico”, explican desde INTERPORC.

¿Cómo trabaja el sector para reducir el uso de antibióticos?

El Pacto Verde presentado hace unos meses por la Comisión Europea ha marcado el ambicioso objetivo de reducir un 50% el uso de antibióticos en los próximos diez años para luchar contra las resistencias bacterianas. Un trabajo que ganaderos y veterinarios españoles ya vienen desarrollando desde hace tiempo. Fruto de ello, entre 2014 y 2019, la ganadería redujo un 58,84% el uso de antibióticos.

El programa Reduce, enmarcado en el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), tiene por objetivo principal minimizar el uso de colistina en la medicina animal, un antibiótico de importancia crítica para la salud humana. Algo que el sector porcino prácticamente ya ha conseguido al reducir un 97,18% la aplicación de colistina entre 2015 y 2018, según datos del PRAN, que también recoge el descenso en el uso de neomicina (55,6%) y de apramicina (75%).

La investigación y la innovación del sector porcino, a través de la colaboración público-privada con la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, son clave para reducir el uso de antibióticos en la cabaña porcina. En esta línea, los ejes de trabajo son cuatro:

  • Bioseguridad: mejorando y incrementando la protección sanitaria tanto a nivel de granja como a nivel regional;
  • Vacunación: con un uso estandarizado de vacunación preventiva hacia enfermedades tradicionales a nivel de producción;
  • Uso prudente de los antibióticos: priorizando tratamientos individualizados con seguimiento diario;
  • Alternativas: empleando productos alternativos que estabilizan la microbiota y mejora las defensas del animal para hacer frente a cualquier patógeno, evitando así que pueda desencadenar una enfermedad.

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