En un mundo empresarial en constante evolución, la búsqueda de la fórmula perfecta del éxito se convierte en una obsesión para muchas organizaciones. Sin embargo, hay un factor clave que a menudo pasa desapercibido: saber combinar talento junior y senior. La complementación de ambos puede generar un impacto significativo y duradero en el crecimiento y el desarrollo de las organizaciones, pero desgraciadamente, en muchas ocasiones, no se tiene en cuenta. ¿Choque generacional o fuente de innovación?
Según una encuesta realizada por Grant Thorton, destinada exclusivamente a CEOs, directores generales y directores de Recursos Humanos, un 94% de los consultados afirma que su negocio requiere de nuevas competencias que no encuentra entre sus empleados. Además, un 74% de las empresas cree que una mala gestión de la diversidad generacional tiene efecto en el negocio. Como consecuencia, un 84% de las compañías ha puesto en marcha medidas para afrontar el reto de la diversidad intergeneracional. Estos datos sugieren la importancia de adaptarse a las demandas cambiantes del mercado y promover la gestión efectiva de la diversidad para mantener la competitividad y el éxito empresarial.
En un mundo en constante evolución, las empresas que se aferran a viejas formas de hacer las cosas y se resisten al cambio están destinadas a quedarse rezagadas o desaparecer. Además, el mercado es un entorno dinámico y altamente competitivo por lo que las necesidades y preferencias de los consumidores evolucionan rápidamente, impulsadas por avances tecnológicos, tendencias sociales y culturales; así como por otros factores externos. No hay duda de que las empresas más exitosas son aquellas que pueden reconocer y anticipar estos cambios, adaptándose ágilmente para satisfacer las demandas emergentes. Aunque puede ser un desafío, los beneficios a largo plazo de crear equipos multigeneracionales superan con creces los obstáculos iniciales.
En la actualidad, es frecuente encontrar equipos de trabajo compuestos mayoritariamente por perfiles seniors como sucede en el sector industrial. Por el contrario, en el ámbito tecnológico o en el sector servicios encontramos plantillas que, en su mayoría, las conforman profesionales más jóvenes con un bagaje más limitado (juniors). Sin embargo, la combinación de ambos, lejos de ser un hándicap, brinda la oportunidad de aprovechar la complementariedad de habilidades y conocimientos. Los profesionales jóvenes aportan una perspectiva fresca, ideas innovadoras, habilidades y técnicas actualizadas. Por su parte, los trabajadores más experimentados tienen una visión estratégica, conocimientos profundos y una gran trayectoria en la toma de decisiones. Esta unión crea un ambiente enriquecedor en el que el aprendizaje se produce en ambas direcciones. Esta sinergia se convierte en un activo de un valor incalculable y diferenciador para cualquier empresa.
Hoy en día, en el entorno laboral conviven cuatro generaciones: los baby-boomers, la generación X; los millennials y la generación Z. La clave para un futuro prometedor y una sociedad próspera y exitosa reside en la colaboración, la cooperación y el diálogo entre estas generaciones; y esta unión debe extrapolarse al tejido empresarial. No obstante, muchas organizaciones aún se rehúsan de combinar estos perfiles por temor a la falta de productividad o posibles conflictos intergeneracionales en lo que respecta a la toma de decisiones o el reparto de responsabilidades, entre otros.
Sin embargo, la diversidad de ideas y enfoques provenientes de distintas edades impulsa la innovación, el crecimiento y la adaptabilidad, fomenta la creatividad y asegura el progreso continuo de las instituciones y empresas. En definitiva, la relación intergeneracional es una fuerza motriz que asegura el progreso continuo y sostenible en todas las áreas de la vida y debe convertirse en la piedra angular del éxito de las organizaciones.
María González García, consultora en PROA Comunicación
