En una emocionante búsqueda de conocimiento y aventura, un grupo de cinco niños, acompañados por sus padres, ha llevado a cabo una extraordinaria misión casi-espacial que los ha llevado a los confines de la atmósfera terrestre.
Con el retorno a las aulas a la vuelta de la esquina, estos valientes exploradores emprendieron un viaje único lanzando un globo de helio no tripulado el pasado 31 de agosto desde el corazón de la Región de Murcia. El lanzamiento se realizó aprovechando condiciones climáticas especialmente favorables que permitieron al globo ascender verticalmente sin alejarse demasiado del lugar de lanzamiento, facilitando así su recuperación.
Los protagonistas de esta emocionante hazaña son Inés, Irene, Guillermo, Mónica y Alba, niños de edades comprendidas entre los 5 y los 12 años.
Fernando Ortuño, uno de los padres y experimentado en vuelos no tripulados a gran altitud, planificó y obtuvo los permisos necesarios para esta audaz expedición. Vio la oportunidad de involucrar a los niños en esta experiencia única para estimular su curiosidad innata por la ciencia y la tecnología, sin poner en riesgo ni a los niños ni a los transeúnte o incluso otras aeronaves.
Utilizando herramientas predictivas y helio, un gas inerte y ligero, llenaron el globo hasta alcanzar la estratosfera a una asombrosa altitud de casi 28 kilómetros, el doble de la altitud a la que vuelan los aviones comerciales. Además de cámaras y sensores, los niños guardaron dibujos y mensajes dentro del globo, haciendo que este viaje fuera aún más especial para ellos.
Mientras ascendía, el globo proporcionó datos sobre las condiciones meteorológicas y vistas impresionantes del paisaje, incluyendo La Manga del Mar Menor, las lagunas de Torrevieja, la desembocadura del Segura, el puerto de Alicante, el Mediterráneo y partes de las Islas Baleares. Finalmente, el globo descendió según lo planeado en una zona deshabitada, donde fue recuperado sin problemas por los propios niños con los datos que transmitía el instrumental a bordo
Esta experiencia única ha dejado una impresión imborrable en la mente de estos jóvenes aventureros y sin duda alienta posibles vocaciones científicas entre ellos. Demostrando que la curiosidad y la exploración no tienen límites, este emocionante viaje es un recordatorio de que el aprendizaje puede ser tanto educativo como emocionante.
