La paz (y la concordia) está al alcance. Su forma es una ecuación matemática cuyas condiciones han venido a cumplirse en el tiempo de interconexión: la unión humana, esto es, la toma de decisiones incluyentes, necesariamente excluye el fin de dañar a otros, y busca solo el bien o beneficio común.
Esto quizás no dice mucho a algunos, pues les queda otra parte clave por resolver: Vale. Unidos, ¿Quién manda? Esas personas no comprenden que el poder se sostiene en la fuerza de las armas, y que las armas se incorporan ineludiblemente en forma jerárquica, tanto en el ejército como en el estado; pues es el estado de confrontación o guerra lo que crea/necesita ese mando, un mando permanente y despótico -de unas personas sobre otras. Pero el bien común no solo no necesita un mando despótico, sino que lo rechaza, pues el bien común se desea libre o voluntariamente y el liderazgo por el bien común solo puede tener sentido en relación a un objeto de cooperación concreto, pero ¿Cómo se puede llamar toma de decisiones incluyente a la sumisión involuntaria de unas personas a otras?
La liberación comienza con este entendimiento que impulsa a liberar a los demás... mediante lo que precisamente es su prueba y garantía de éxito: su simple publicidad, al compartir esta propuesta como igualmente mediante la publicidad de la toma de decisiones -que es lo que les da su carácter incluyente.
A eso se reduce la propuesta reforma de la ONU, a su compromiso ante los seres humanos a los que se supone que debe servir como centro de la toma de decisiones incluyentes y emisor de la publicidad de la toma de decisiones, que sirve también para el periodo de transición de nuestra situación de división actual en estados, y de su toma de decisiones excluyente, parcial o unilateral que los aboca inexorablemente -también como una ecuación lógica o matemática- a la confrontación, a la guerra.
Hay que poner fin a esta situación. De aquí se sigue que es responsabilidad de las personas como tales, pues no puede ser iniciativa de los políticos cuya tarea es precisamente hacer la guerra.
