Llega el verano y con él la promesa —y la presión— del disfrute: terrazas, fiestas, escapadas, conciertos, redes sociales llenas de sonrisas. Pero, para muchas personas, la llegada del buen tiempo no significa alegría automática.. Al contrario: puede despertar un vacío sutil, una incomodidad difícil de nombrar.

A veces no es tan fácil. Disfrutar. No siempre hay ganas. No siempre hay energía. No siempre hay espacio. Hay momentos en los que el cuerpo se recoge, el corazón se cierra y el alma solo quiere silencio. Y cuando estamos ahí…Ver a otros disfrutar puede incluso doler. Nos puede molestar su risa, su alegría, su ligereza. Como si estuvieran en otro mundo al que no podemos acceder.

Aparecen preguntas silenciosas: “¿Por qué yo no me siento así?” ,“¿Qué me pasa que no puedo disfrutar?”. Y también algo muy humano: la culpa por disfrutar. O el miedo a que, si disfruto, estoy olvidando lo que duele. Como si solo pudiera caber una emoción a la vez.

Desde este lugar nace la propuesta de Ibicenia, psicoterapeuta e instructora de mindfulness y mindful yoga, quien acaba de guiar un retiro llamado El arte de disfrutar. Un retiro que no enseñaba a “ser feliz”, sino a ensayar otra forma de disfrute más íntima, más encarnada, más fiel a lo que somos.. 

“Hay otra forma de disfrutar que no es ruidosa ni expansiva.. No como euforia. No como celebración extrovertida. Sino como un gesto suave de volver a ti”, comparte Ibicenia.

Durante el retiro, las participantes exploraron el gozo del silencio, el descanso verdadero, la autenticidad sin máscaras, a través de prácticas de yoga consciente, meditación, escritura introspectiva y escucha profunda. Todo desde una mirada que honra lo que hay. Con ternura, sin exigencia. 

"Volver al disfrute es volver al cuerpo, al corazón, al silencio. No es una huida del dolor, sino una forma de estar en la vida con más amabilidad.”

Con una formación que une psicología, mindfulness y yoga, Ibicenia propone una forma de acompañamiento que honra las emociones tal como son, sin forzarlas a encajar en ideales prefabricados de bienestar. Especialmente en verano, cuando la presión por “estar bien” puede ser agotadora.

Esta propuesta llega en un momento en que muchas personas se sienten desconectadas de sí mismas incluso en medio de las vacaciones. La invitación no es a huir, ni a buscar la alegría a toda costa, sino a ensayar otra forma de vivir el gozo: más sutil, más encarnada, más libre. 

Y así, el arte de disfrutar también puede ser…

    • Sentir el aire entrar y salir, como un gesto de vuelta a casa.

    • Permitir que la brisa te toque, como si te recordara que estás vivo/a.

• Saborear un sorbo de té en medio de las lágrimas, sin huir de lo que sientes.

• Estar contigo sin exigirte estar de otra forma.

• Escuchar el silencio como un espacio fértil, no como un vacío.

Este también es el arte de disfrutar. No como evasión, sino como un suave recordatorio de que sigues aquí. Y que hay belleza disponible.. incluso cuando algo dentro de ti duele.