
Los consumidores tienen la responsabilidad de conservar y manipular los alimentos de forma segura, especialmente en verano.
En la cocina, mantén una buena higiene en la preparación de alimentos, refrigera los platos elaborados con huevo y utiliza los huevos más frescos para preparaciones sin cocinar.
Con la llegada del verano y las altas temperaturas, la seguridad alimentaria en el almacenamiento, la preparación y el consumo de los alimentos cobra especial relevancia, ya que el calor favorece la proliferación de gérmenes si les facilitamos la entrada en nuestra cocina.
Los huevos son un alimento producido de forma segura en la Unión Europea. El modelo europeo de producción (MEP) garantiza que los huevos que encontramos en las tiendas cumplen con un riguroso sistema de control "de la granja a la mesa", que aplica estrictos protocolos de sanidad animal, higiene y seguridad. Además de las medidas de bioseguridad en las granjas, se vacuna a las gallinas contra la salmonela y veterinarios propios y oficiales muestrean periódicamente a las aves y los huevos. Los huevos son clasificados y envasados en los centros de embalaje, que aplican planes de autocontrol APPCC, supervisados por las autoridades, para garantizar que los huevos que llegan al mercado son seguros.
Tras la compra, los consumidores somos los principales responsables de mantener la seguridad alimentaria. En el caso de los huevos, debemos recordar algunos consejos básicos de higiene para disfrutar de nuestros platos con huevo favoritos también en verano. Son estos:
Al comprar huevos:
Compra huevos con la cáscara intacta y limpia, de granjas autorizadas (los huevos llevan el código de la granja impreso en la cáscara).
Los huevos están en las tiendas fuera del frigorífico para evitar saltos térmicos, que no favorecen la seguridad alimentaria, hasta llegar a nuestro hogar.
Conservación:
En casa, conserva los huevos en el frigorífico, en su envase original y en un estante interior (no en la puerta) para evitar cambios de temperatura.
Respeta la fecha de consumo preferente impresa en el envase (no es obligatorio que esté impreso en la cáscara del huevo).
No laves los huevos antes de refrigerarlos, aunque sí pueden lavarse justo antes de usarlos.
No mezcles alimentos crudos, o poco cocinados, con alimentos listos para comer, para evitar la contaminación cruzada (que pasen microorganismos de un alimento a otro).
Manipulación e higiene:
Lávate las manos antes y después de manipular huevos y otros alimentos crudos.
Usa utensilios y recipientes limpios al preparar huevos y otros alimentos. Evita cascar los huevos en el borde del recipiente donde vas a depositarlos, para que no caigan trozos de cáscara.
Si vas a separar claras y yemas, usa un separador, espumadera o colador limpios. Hay que evitar hacerlo con la cáscara, que puede tener contaminación en su superficie exterior.
Preparaciones seguras:
Cocina a una temperatura mínima de 75?°C las tortillas, huevos revueltos y platos con huevo.
Si elaboras mayonesa casera u otras preparaciones, utiliza huevos muy frescos (preferiblemente antes de las 2 últimas semanas de su consumo preferente), limpia la cáscara y añade vinagre o limón para prevenir la proliferación microbiana.
Conservación de platos con huevo:
Si no se consumen inmediatamente, refrigera alimentos como pasteles, salsas, cremas o tortillas, entre otros, y consúmelos en 24?horas.