
Los poemas escritos en este pequeño gran libro reflejan la transfiguración de los sentimientos de un joven niño que con tan solo 22 años se transformará en un joven adulto. Muestran esos sentimientos más bellos del amor incondicional mezclados con lo que supone la ausencia desgarradora y repentina de la muerte. El libro se compone de 21 poemas como símbolo al día que falleció su padre. "Llanto", editado por el Grupo Oretania, es algo más que un poemario, es todo un libro de autoayuda, algo que así han expresado algunos de sus lectores.
"Ando denso entre sollozos / en éste mi eterno canto; / chorreones desatentos / encauzador llanto / que surca mis mejillas, / plañidero, triste planto".
"Si la muerte repentina de un ser querido es disruptiva y dolorosa, imagínense las coincidencias de la vida para hacer coincidir la muerte de mi padre con el día del santo de su padre (mi abuelo) y el mío propio (San Luis Gonzaga, 21 de junio) y el entierro, con el domingo 23 de junio, día de nuestros cumpleaños (de mi abuelo y mío). Quiso el calendario que naciese el mismo día que el padre de mi padre y que me llamase como él", explicó el poeta en la presentación.
"¡Oh, muerte carnívora, hambrienta! // Entraste en esta morada / rompiéndole las entrañas, / a este mi padre tan bueno, / a este mi padre querido, / a este mi todo, / mi alma".
La muerte del padre, hizo que Luis viese a su madre con otros ojos. "Descubrí la fortaleza de mi madre, que tiró de cinco hijos". Una madre que, a pesar del mundo machista de entonces, era una mujer preparada, matrona y ATS.
"Apóyate, madre, ahora / en estos tus torreones, / camino andaremos juntos / entre riscos y peñones".
En "Llanto", Luis Díaz-Cacho desvela la esencia de aquel dolor, los poemas que entonces escribió y que han estado celosamente guardados durante cuarenta años. Poemas que al autor le "salvaron (literalmente) la vida". Y que gracias al empeño de su mujer Mavi han visto la luz. "Dudas ofuscan mi mente / en estos andares continuos. / Preguntas sin respuestas, / entradas sin salidas".
El poeta ha considerado oportuno incluir en este libro un poema escrito unos años después interpretando el momento de cómo sería su partida, "Es triste saber que me iré, / una tarde, cuando el cierzo / exhale el noctámbulo aliento / y recojan los pájaros / los plumajes taciturnos / en los nidos de albahaca". Y también ha querido cerrar el poemario con un poema inédito de su hijo Ramón María que da todo el sentido a estos versos y cierra el círculo azul de su calendario. "Siempre has sido mi lugar seguro. / Siempre busco volver a ti. / Acurrucar mi cabeza en tu pecho / y que tu mano firme y segura por el tiempo / abrace mi cuerpo".
Acto cultural
La presentación de "Llanto", más que presentación de un libro a la vieja usanza, fue todo un lujo cultural, con un magnífico concierto de una de nuestras más bellas voces, la de María del Toro, quien supo tensar las cuerdas más sensibles del afortunado público que abarrotó la bonita Sala de las Cerchas del Patio de Comedias de Torralba de Calatrava. María con su maravillosa voz interpretó canciones de su repertorio y muy especialmente algunos de los poemas del libro.
Organizado por la asociación de "Amigos del Patio", fue presentado por una emocionada Teresa González Marín y conducido por Olga Alarcón.
Un acto cultural que aún tendría dos complementos de primer orden: un excelente recital poético, de los poemas de "Llanto", en boca de los componentes de La Teatrería. Y, no menos importante, la bella exposición de Olga Alarcón, de las ilustraciones que componen el libro.
La artista de Puertollano, afincada en Almagro, realizó la lectura interna de la obra de Díaz-Cacho, "desde esa nostalgia y tristeza que yo reviví, me convertí en un muchacho joven y en esa lectura me supuso realizar estas ilustraciones en lienzo, en concreto, lienzo en negro", explicó Olga.
Y añade que, "están pintados sobre negro, no sobre blanco y a modo de pintura barroca, en concreto del género vanitas, el reto que me propuse era rehacer esas pinturas barrocas de un modo contemporáneo. Bueno, con esa esencia de vanitas, lógicamente, y que estuvieran cargadas de símbolos reflejando la fugacidad de la vida, la facilidad de la existencia terrenal y lo inevitable de la muerte. Así que en esas ilustraciones lo que van a ver son símbolos como la calavera, la manzana caída o el huevo".
El género "vanitas" en pintura se refiere a un tipo de bodegón simbólico que reflexiona sobre la fugacidad de la vida y la inevitabilidad de la muerte, contrastando la vanidad de los placeres mundanos con la certeza de la mortalidad.
En la composición de las obras Olga Alarcón ha intentado labrar en dos planos todos estos sentimientos, "en la parte del cielo, el estallido del trueno que muestra lo inesperado de la naturaleza, el llanto, el bombeo del corazón, la tempestad. Por otro lado, en la parte terrenal aparece esa naturaleza muerta en la que se aprecia un símbolo como alegoría del efímero, de la muerte o del comportamiento humano". En el barroco, los artistas que realizaron este género criticaban lo banal.
En su interpretación de estas alegorías, Alarcón hace crítica a temas como "la soledad, el cambio climático o los escombros y basuras, también a la guerra. En estos lienzos intento mostrar los sentimientos encontrados de un joven que se encuentra frente a la naturaleza".