Entre bombas, disparos y hambrunas, el ciclismo se sigue abriendo paso en Etiopia.
Mientras todas las miradas están puestas en la Vuelta a España, Haile Melekov y su escuela de ciclismo no se han bajado de su sueño de formar ciclistas, mirando siempre de reojo todo lo que ha sucedido en Tigray durante los últimos años.
En el corazón montañoso del norte de Etiopía, en la región de Tigray, marcada por una historia milenaria y una devastadora guerra desde noviembre de 2020, un ex ciclista profesional lucha cada día para cambiar la vida de los más jóvenes. Haile Melekov, quien compitió en España en las filas del equipo Aldro (2016-2017) y en el Caja Rural Amateur (2018), decidió a su regreso abrir la primera escuela de ciclismo en Etiopía. Su objetivo: dar una oportunidad a los niños y niñas de su tierra para soñar con un futuro diferente, en el ciclismo y en la vida.
La guerra contra el Frente Popular de Liberación de Tigray dejó cientos de miles de muertos, desplazados y una crisis humanitaria sin precedentes. Entre bombardeos y hambruna, Haile y sus chicos no dejaron de entrenar ni de soñar, aunque muchas veces el ruido de los helicópteros y las explosiones fueran su banda sonora. “El aspecto deportivo es importante, pero más lo es el humano. Quiero que sean grandes personas y que puedan construir un futuro mejor, dentro o fuera del ciclismo”, cuenta Melekov.
Actualmente, su escuela cuenta con diecinueve jóvenes: tres niñas y dieciséis chicos. No todos pueden asistir de manera constante, ya que algunos deben ayudar en las labores del hogar o trabajar para contribuir a la economía familiar. Aun así, son unos privilegiados en una región donde muchos desearían tener una bicicleta y la oportunidad de formarse. El proyecto de Haile ha demostrado su potencial. “Los últimos fines de semana hemos estado compitiendo en la zona y hemos ganado todas las carreras. Estos chicos son un orgullo para mí”, afirma con emoción. Varios de ellos sueñan con emular a su ídolo local, Mulu Kinfe Hailemichael, quien compitió en profesionales con el Caja Rural-Seguros RGA.
Haile, en su esfuerzo por abrir puertas a sus jóvenes, ha estado recientemente en contacto con el exciclista David Etxeberria, actual seleccionador sub23 de Euskadi y director del equipo Grupo Eulen-NUUK, para explorar la posibilidad de que algún corredor de Tigray pudiera dar el salto a Europa. Sin embargo, los problemas burocráticos han frustrado de momento esa opción.
Con preocupación y cierta impotencia, el propio Haile lo resume así: “Lo que más me preocupa es el visado, no conseguimos que nos autoricen para que los chicos crezcan deportivamente en Europa. Sin competir en Europa, es imposible convertirse en ciclista profesional, así que es muy difícil para los jóvenes ciclistas de la región de Tigray poder tener una oportunidad. Lo que quieren de la embajada no lo sé, pero espero que podamos entendernos”, nos comenta un Haile rendido ante las miles trabas burocráticas para acceder a un visado para los chicos. La falta de recursos sigue siendo el gran enemigo del proyecto. Apenas reciben ayudas estatales ni de patrocinadores privados. “La guerra nos complicó mucho más las cosas. Escasea el material, cuesta reparar las bicicletas viejas y no tenemos suficiente equipamiento. Necesitamos cascos, ropa y repuestos. Algunos amigos nos han ayudado a traer material desde Europa, pero no es suficiente. Nos encantaría poder colaborar con algún proyecto deportivo europeo para dar continuidad a este sueño”, explica.
La situación en Tigray hoy es relativamente estable: hay cese de hostilidades, se ha restablecido el acceso a Internet y los vuelos, y la policía federal ha regresado a finales de 2022. Pero los desafíos son enormes y las cicatrices de la guerra siguen presentes. A pesar de todo, Haile y sus niños continúan pedaleando con fuerza. No solo forman ciclistas, sino también personas con valores y esperanza, en un territorio que busca reconstruirse.
El ciclismo, una vez más, se convierte en un vehículo de vida, un símbolo de resiliencia y futuro para Tigray.
