La DMAE es la principal causa de ceguera legal (agudeza visual inferior a 1/10) en personas mayores de 55 años1 en el mundo occidental
La mácula, es responsable de la visión central, la percepción de detalles y la capacidad de distinguir colores, esencial para actividades cotidianas como leer, conducir o reconocer rostros.
La naturaleza multifactorial, la complejidad del sistema visual y el enigma del envejecimiento hacen que la DMAE sea una patología compleja en la que el correcto diagnóstico es un punto clave.
La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) es la causa más frecuente de ceguera legal en mayores de 55 años¹. Con motivo del Día Mundial de la Retina, el Instituto Oftalmológico Fernández-Vega recuerda la importancia de esta estructura neurosensorial. La mácula es responsable de la visión central, la percepción de detalles y la capacidad de distinguir colores, todo esencial para actividades cotidianas como leer, conducir o reconocer rostros. Cuando se ve afectada por la DMAE se produce un deterioro progresivo que impacta directamente en la calidad de vida de quienes la padecen.
Tal como explica la Dra. Beatriz Fernández-Vega, "inicialmente se describían dos tipos de DMAE: la DMAE forma seca o atrófica y la DMAE forma húmeda o hemorragia/ neovascular. Actualmente la DMAE se clasifica en tres estadíos según la gravedad de la patología: DMAE precoz, DMAE intermedia y DMAE avanzada incluyendo ésta última la atrofia geográfica macular y la neovascularización coroidea, antes definidas como seca y húmeda".
La causa inicial de la DMAE es desconocida. El envejecimiento es el principal factor de riesgo, y su relevancia aumenta con el crecimiento de la población mayor: según la Organización Mundial de la Salud, se estima que el número de personas mayores de 80 años se triplicará para 2050, alcanzando los 426 millones2. "Además de la edad, otros factores de riesgo como la genética y el tabaquismo también influyen directamente en el desarrollo de esta enfermedad. Y en menor grado la arterioesclerosis, la obesidad, la hipertensión arterial, la dieta rica en grasas o la baja concentración en plasma de antioxidantes y zinc entre otros", añade la Dra. Fernández-Vega.
Los síntomas iniciales incluyen la metamorfopsia (percepción de líneas rectas como onduladas) y la mala visión central. Ante cualquier sospecha de maculopatía se aconseja acudir a consulta lo antes posible con un especialista en patología retiniana. La detección precoz de la enfermedad, el correcto diagnóstico y su clasificación y la rápida instauración del tratamiento son esenciales. La importancia del diagnóstico precoz está clara dada la rápida progresión de la DMAE neovascular. En esta etapa la mayoría de los pacientes sufren una importante pérdida de agudeza visual en el primer año sobre todo en los primeros 3 a 6 meses.
Para realizar un correcto diagnóstico de la DMAE es imprescindible la visita con el retinólogo siendo necesarias la siguientes exploraciones: tomografía de coherencia óptica ( OCT) y angio OCT y el examen de fondo de ojo con dilatación de la pupila , así como un examen de agudeza visual con optotipo ETDRS a poder ser.
Nuevos horizontes en los tratamientos
La investigación sobre la retina y la DMAE ha demostrado que una detección temprana de alteraciones en esta estructura puede marcar la diferencia entre preservar la visión o experimentar un deterioro irreversible. Por ello, el cuidado y la revisión periódica de la retina se convierten en una prioridad para personas de todas las edades, especialmente aquellas con factores de riesgo asociados.
En la actualidad, la DMAE seca no dispone de un tratamiento curativo. Sin embargo, existen suplementos nutricionales basados en antioxidantes y zinc que han demostrado retrasar la progresión en determinados estadios de la enfermedad. Además, los ensayos clínicos con terapias génicas y moléculas neuroprotectoras ofrecen perspectivas prometedoras para preservar la función macular.
"En la Fundación de Investigación Oftalmológica Fernández-Vega (FIO) investigamos los procesos celulares y moleculares que intervienen en la DMAE para identificar nuevas dianas terapéuticas y desarrollar tratamientos más eficaces y menos invasivos", indica la Dra. Fernández-Vega.
En la DMAE húmeda, la introducción de los fármacos anti-VEGF (antiangiogénicos) supuso un cambio radical. Estos medicamentos, administrados mediante inyecciones intravítreas, inhiben la formación de vasos sanguíneos anómalos y han permitido conservar e incluso mejorar la visión en muchos pacientes. Actualmente, las tendencias se orientan hacia terapias génicas y fármacos de liberación prolongada que reduzcan la frecuencia de las inyecciones, mejorando la calidad de vida de los pacientes³.
Otras enfermedades que amenazan la retina
Además de la DMAE, la retina puede verse afectada por numerosas patologías relevantes entre ellas:
Retinopatía diabética, principal causa de ceguera en población en edad laboral.
Retinosis pigmentaria, enfermedad hereditaria que causa degeneración progresiva de los fotorreceptores.
Desprendimiento de retina, una urgencia oftalmológica que requiere cirugía para intentar preservar la visión.
Estas enfermedades requieren un cuidado especial, ya que a menudo son detectadas cuando el daño ocular ya es significativo, lo que puede dificultar la recuperación de la visión.
Los expertos recomiendan acudir a revisiones oftalmológicas periódicas, especialmente a partir de los 50 años, ya que la detección temprana es clave para frenar la progresión de estas patologías, algunas de las cuales pueden causar daño irreversible. Además, es esencial seguir las indicaciones de los profesionales de la salud visual y mantener hábitos saludables para los ojos, como protegerlos de la radiación solar, controlar factores de riesgo como la diabetes y el tabaquismo, y mantener una alimentación equilibrada, con el fin de reducir el riesgo de complicaciones.
