Un nuevo estudio de la fundación denuncia que los delfinarios, convertidos en circos acuáticos, incumplen su función educativa, de conservación e investigación, situando al país como una excepción frente a la progresiva reducción de estas prácticas en Europa.
Con el apoyo de la activista Olivia Mandle, la entidad de protección animal reclama en primer lugar la eliminación de los espectáculos circenses y de las actividades de contacto directo.
Desde septiembre de 2023, los circos con animales están prohibidos en España. Sin embargo, en 2025, los delfinarios continúan operando como atracciones de entretenimiento en las que los cetáceos son sometidos a espectáculos circenses y a prácticas antinaturales, en lugar de cumplir con los objetivos de educación, conservación e investigación que establece la Ley 31/2003.?
Entre 2023 y 2025, FAADA (Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales) ha llevado a cabo un exhaustivo estudio, fruto de meses de investigación y trabajo de campo, que revela escenas impropias de un país europeo comprometido con el bienestar animal.?
España es el país de Europa con más cetáceos en cautividad: 10 delfinarios —8 de ellos activos a día de hoy— que albergan un total de 83 individuos privados de libertad, muy por encima de la media europea, que no llega a un delfinario por país.
En centros como Aqualand Costa Adeje (Tenerife), los entrenadores todavía “surfean” sobre los delfines, mientras que niños del público son paseados en barcas empujadas por ellos. En Marineland Mallorca, se promete a los visitantes acariciar, abrazar e incluso besar a los delfines, pese a los riesgos sanitarios y de seguridad.. Por ejemplo, en Palmitos Park (Gran Canaria), cetáceos confinados en piscinas sin sombra son obligados a realizar bailes “románticos” con sus cuidadores como parte del show.?
La situación se agrava en otros casos: el Oceanogràfic de Valencia es el único centro de Europa que mantiene belugas en cautividad, una especie con necesidades tan complejas que ningún tanque puede satisfacer, tal y como demuestra su alta mortalidad. Y en Loro Parque (Tenerife) se encuentran las únicas orcas del continente que todavía participan en espectáculos.
Asimismo, resulta especialmente alarmante que 2 de los delfinarios españoles se ubiquen dentro de parques acuáticos con toboganes y piscinas y ni siquiera pertenezcan a una asociación oficial de zoológicos y acuarios. Además, 6 de estos centros venden actividades de interacción directa con los animales, con precios de hasta 490 euros/persona, lo que demuestra los intereses económicos que prevalecen sobre cualquier finalidad educativa o de conservación.
El informe de FAADA también revela que:
El tiempo medio dedicado a contenido educativo en los espectáculos no supera el 16,5%.
La música de los shows alcanza niveles de hasta 84 decibelios, muy por encima de lo recomendable para la sensible audición de los cetáceos.
Las piscinas principales pueden tener apenas 5 metros de profundidad y 28x13 m de superficie, dimensiones totalmente inadecuadas para animales marinos de estas características.?
“Tal y como demuestran los datos, los delfinarios españoles no funcionan como centros educativos ni de conservación: son circos acuáticos que venden como diversión, el uso de animales altamente inteligentes y sociales. Mientras otros países europeos cierran estas instalaciones y prohíben sus prácticas, España se aferra a un sistema cruel y obsoleto”, afirma Andrea Torres, bióloga y coordinadora del departamento de Animales Salvajes de FAADA.?
FAADA, junto a la joven activista Olivia Mandle, reclama a las autoridades la prohibición de nuevos delfinarios, el cierre progresivo de los existentes —empezando por los parques acuáticos con toboganes— y la eliminación de los espectáculos circenses y de las actividades de contacto directo. La entidad urge además a invertir en santuarios marinos, los únicos espacios capaces de ofrecer un retiro digno a los cetáceos cautivos.?
“España quiere ser líder en la transición ecológica, pero no podrá serlo si sigue siendo la mayor cárcel para delfines y cetáceos de Europa”, explica Mandle.
Finalmente, FAADA recuerda que la continuidad de estos centros no solo depende de la permisividad administrativa, sino también de la demanda turística y del público. Agencias y touroperadores continúan promocionándolos como “experiencias familiares mágicas”, legitimando prácticas que la ciencia rechaza y que desaparecen progresivamente en el resto de Europa.
