Del ladrillo al legado: así se transforman las inversiones de las grandes fortunas
¿Cómo invierten los que más saben? Las tres estrategias que marcan el rumbo de los grandes patrimonios
La profesionalización del inversor y la búsqueda de rentabilidad estable impulsan la entrada de activos alternativos como el arte, los derechos digitales o el coleccionismo en la planificación patrimonial.
Madrid, noviembre de 2025. – En un mundo donde la inflación persiste, la geopolítica se vuelve más compleja y los mercados financieros muestran signos de saturación, los inversores con grandes patrimonios están adoptando una nueva fórmula: preservar el capital, diversificar con visión estructural y anticipar las mega tendencias.
Informes recientes del sector reflejan que esta transformación no es anecdótica, sino que ocurre en el “core” de la inversión profesional. Según un estudio[i] de Goldman Sachs sobre oficinas familiares (“family offices”), el promedio de asignación a activos alternativos en sus carteras ya alcanza el 42 % en 2025, un nivel solo ligeramente inferior al de 2023 (44 %).
Desde Grupo Pérez-Pozo, especializado en gestión patrimonial y derecho preventivo, se destaca que el futuro de la riqueza no se mide solo en términos de bienes raíces, sino en una visión más amplia y estratégica. Los inversores más experimentados están optando por incorporar activos alternativos como herramientas clave para lograr estabilidad, legado y propósito en sus carteras.
“El patrimonio del futuro no se mide solo en metros cuadrados, sino en estabilidad, legado y propósito. Diversificar no es dispersar: es proteger y proyectar”, Carmen Pérez-Pozo Toledano, abogada, Fundadora y CEO de Grupo Pérez-Pozo.
¿Qué son las inversiones alternativas y por qué son clave?
Las inversiones alternativas son aquellas que se sitúan fuera del circuito financiero tradicional —acciones, bonos o depósitos— y que buscan rendimientos sostenidos a través de activos reales o no convencionales. Incluyen desde arte, bienes raíces y metales preciosos hasta coleccionismo, vehículos clásicos, vinos de alta gama o incluso derechos digitales. Su valor radica en que no dependen de la volatilidad de los mercados financieros y permiten diversificar el riesgo, aportando resiliencia en tiempos de incertidumbre. Además, ofrecen un componente emocional y cultural que cada vez valoran más los nuevos patrimonios familiares.
A continuación, tres estrategias clave que marcan el rumbo de las grandes fortunas en 2025:
De lo tangible a lo intangible: arte, activos digitales y propiedad intelectual. Los grandes patrimonios están ampliando su mirada más allá del ladrillo. Obras de arte, coleccionismo, música, derechos digitales o patentes se han convertido en pilares de diversificación y estabilidad.
Estos activos combinan rentabilidad sostenida, baja volatilidad y valor cultural, además de ofrecer una conexión emocional con el legado familiar. El Luxury Investment Index 2025 [ii]situó los bolsos como la mejor inversión alternativa, siendo los activos de lujo con mejor rendimiento, con una revalorización media del 2,8 % anual, por encima de joyas y relojes. Estas inversiones no solo resisten mejor la inflación, sino que también aportan identidad y disfrute personal.
Inversión emocional y legado familiar. Las nuevas generaciones de inversores priorizan el propósito y la continuidad frente a la mera rentabilidad. Invertir en arte, colecciones o patrimonio histórico no solo diversifica, sino que fortalece la cohesión familiar y transmite valores entre generaciones. Integrar la planificación fiscal y sucesoria desde el inicio es clave para preservar la historia y la estabilidad del patrimonio a largo plazo.
Fiscalidad, digitalización y asesoramiento preventivo. La digitalización está revolucionando la gestión del patrimonio: herramientas de valoración online, tokenización de activos o inventarios digitales permiten mayor control y transparencia. Pero este avance requiere una visión integral que contemple fiscalidad, mantenimiento y sucesión. El asesoramiento profesional y preventivo garantiza que cada activo, ya sea tangible o intangible, cumpla un propósito dentro del plan familiar o empresarial.
El concepto de riqueza está evolucionando. Ya no se mide solo en rentabilidad o metros cuadrados, sino en resiliencia, propósito y legado. Los patrimonios que marcan tendencia son los que combinan activos clásicos con nuevas formas de valor, guiados por una gestión profesional y una visión sostenible del tiempo y del riesgo.
En la era de la diversificación inteligente, invertir no es solo multiplicar el capital, sino preservar su sentido y proyectarlo hacia el futuro con coherencia y visión.
