La COP30, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, se celebra en Belém, Brasil, del 6 al 21 de noviembre, y concentra la atención de gobiernos, entidades y ciudadanía comprometida con la lucha contra el cambio climático. Esta edición marca el décimo aniversario del Acuerdo de París, el tratado internacional que comprometió a los países a limitar el aumento de la temperatura media global a menos de 2 ºC y aspirar a 1,5 ºC respecto a los niveles preindustriales. El evento fijó los pasos a seguir para lograrlo: la reducción de emisiones, la revisión periódica de compromisos, la reducción de residuos plásticos de un solo uso y el impulso de financiación climática para los países más vulnerables.

La cita llega en un momento especialmente crítico: los dos últimos años han sido los más cálidos registrados y las emisiones globales continúan en niveles récord. El objetivo principal de esta cumbre es reafirmar el compromiso de mantener el aumento de temperatura por debajo de 1,5 ºC y acelerar la implementación de medidas concretas en mitigación, adaptación y financiación. Entre los puntos clave figuran el Balance Global, que evalúa los avances desde París, la hoja de ruta para eliminar progresivamente los combustibles fósiles, reducir el uso de envases de un solo uso, triplicar la capacidad de energías renovables, duplicar la eficiencia energética, proteger la Amazonía y garantizar recursos para una transición justa en los países en desarrollo.

Aunque se han logrado avances desde 2015, como reducir en más de un grado las previsiones de calentamiento futuro, la falta de acción contundente mantiene el riesgo de superar los límites críticos. El secretario ejecutivo de la ONU, Simon Stiell, ha insistido en que esta COP debe “enviar una señal clara de cooperación, acelerar la implementación y conectar la acción climática con beneficios reales para la sociedad”.

Los plásticos, el otro gran desafío pendiente

En paralelo a los debates sobre energía y financiación, la contaminación por plásticos se ha consolidado como uno de los grandes retos de la COP30. La ONU impulsa un tratado global vinculante para limitar la producción de plásticos de un solo uso, fomentar la economía circular y promover materiales reciclables o biodegradables. Expertos del sector, como Meritxell Hernández, CEO y fundadora de Roll’eat, destacan que la relación entre plásticos y cambio climático es directa, ya que la mayoría se fabrican a partir de combustibles fósiles, generando emisiones en todas las etapas de su ciclo de vida.

El problema es de dimensiones alarmantes. Según datos de Naciones Unidas, cada año se producen más de 400 millones de toneladas de plástico, y menos del 10% se recicla. La mitad de estos residuos corresponde a productos de un solo uso. Además, el plástico es responsable de más del 5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, una cifra que podría alcanzar el 19% del presupuesto global de carbono en 2040 si no se toman medidas urgentes.

Sin embargo, las negociaciones para la limitación de plásticos avanzan con dificultad ante la resistencia de países productores de petróleo y potencias como China, que rechazan recortes en la producción o listas de productos prohibidos. Por ello, los expertos insisten en que las soluciones deben ir más allá de las restricciones y contemplar incentivos para modelos circulares: “La COP30 es una oportunidad para ver más allá de las simples legislaciones puntuales y apostar por un enfoque transformador basado en la reutilización y el ecodiseño. No se trata solo de prohibir, sino de transformar los sistemas de producción y consumo”, apunta Hernández..

Para Hernández, abordar esta crisis no es solo una cuestión ambiental, sino también de equidad: “Avanzar hacia soluciones reutilizables y materiales alternativos no es solo una cuestión ambiental, sino también de salud y justicia social”, concluye.