España enfrenta la mayor tasa de desempleo juvenil de Europa; la solución empieza conectando a los jóvenes con empresas desde su etapa escolar.

Comunicación, colaboración y adaptabilidad: las ‘soft skills’ que pueden cambiar el futuro laboral de miles de estudiantes.

En un contexto marcado por una de las tasas de desempleo juvenil más altas de Europa —en torno al 27 % entre jóvenes de 15 a 24 años—, miles de estudiantes acceden al mercado laboral sin haber tenido experiencias prácticas que les permitan entender qué exige realmente una empresa.. Esta falta de contacto temprano con entornos profesionales dificulta la transición entre la escuela y el mundo laboral, según señalan recientes análisis sobre orientación educativa.

Un estudio comparativo del Grupo de Investigación sobre Políticas Educativas Supranacionales (GIPES) de la UAM y la Fundación Bertelsmann, que analiza los sistemas educativos de diez países (entre ellos España, Alemania, Reino Unido y Canadá), concluye que una orientación académica y profesional temprana y profesionalizada es clave para reducir tanto el desempleo juvenil como el abandono escolar. Pese a ello, España mantiene una tasa de abandono escolar temprano del 13 % en 2024, una cifra que evidencia la necesidad de reforzar los puentes entre educación y entorno productivo.

A esta situación se suma la percepción de muchos jóvenes, que aseguran no disponer de oportunidades reales para conocer de primera mano el funcionamiento del mundo laboral antes de decidir su futuro académico o profesional.

Paralelamente, el mercado laboral español muestra una creciente demanda de perfiles técnicos, pero es en las soft skills —comunicación, colaboración, adaptabilidad o gestión del tiempo— donde los reclutadores detectan la principal carencia. De hecho, el 78 % de los responsables de selección considera estas habilidades tan relevantes como las competencias técnicas, y un 35 % afirma valorarlas incluso por encima de ellas. Estas cifras reflejan un cambio profundo en las necesidades del empleo contemporáneo y subrayan la urgencia de preparar a los jóvenes en estas competencias transversales desde etapas educativas tempranas.

Ante este diagnóstico, algunos centros educativos han comenzado a impulsar programas que acercan a los jóvenes al entorno laboral real. Consciente de este escenario, Cumbres School Valencia ha consolidado una iniciativa que busca conectar de forma efectiva la escuela con el tejido empresarial. Su programa Work Experience, que celebra este año su XIII edición, ofrece a los alumnos de 1º de Bachillerato una estancia educativa de 4 o 5 días en empresas y entidades colaboradoras de diversos sectores.

Durante esta inmersión, los estudiantes observan cómo se organiza el trabajo en un entorno profesional, conocen distintos roles y funciones, participan en formaciones internas y asisten al día a día de la actividad empresarial. Aunque su papel es eminentemente observacional, esta experiencia les permite comprender dinámicas, exigencias y ritmos laborales que difícilmente podrían conocer desde el aula.

El aprendizaje no termina ahí. Tras la estancia, el alumnado elabora una memoria y recibe una evaluación por parte de un tutor asignado por la empresa, centrada especialmente en competencias como la responsabilidad, la comunicación, la adaptabilidad o la colaboración: las mismas habilidades que hoy son decisivas en cualquier proceso de selección.

La experiencia acumulada demuestra que aproximar el entorno educativo al profesional no requiere grandes reformas estructurales, sino voluntad de colaboración. Para los estudiantes, estas estancias representan una primera aproximación real a posibles vocaciones; para las empresas, una oportunidad para contribuir a la formación del talento joven y para dar a conocer la cultura y los valores de su organización. Iniciativas como esta muestran que reforzar el vínculo entre educación y empresa no solo es posible, sino imprescindible para preparar a las próximas generaciones ante un mercado laboral en constante transformación.