Escalada de muerte, miseria y destrucción para la población civil yemení tras siete años de guerra

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Más de la mitad de la población está pasando hambre mientras falta financiación internacional

Escalada de muerte, miseria y destrucción para la población civil yemení tras siete años de guerra

Los precios del pan han subido 35% en la primera semana del conflicto de Ucrania

El coste humano de la guerra en Yemen está aumentando drásticamente, según denuncia Oxfam Intermón. El conflicto entra este sábado en su octavo año con un marcado aumento de muertes de civiles, una acentuación del hambre y tres cuartas partes de la población necesitadas de apoyo humanitario urgentemente.

La organización internacional argumenta que otro año de guerra supondría un sufrimiento inimaginable para la población civil: casi dos tercios de las y los yemeníes padecerán hambre este año a menos que las partes beligerantes depongan sus armas o que la comunidad internacional dé pasos para reducir la enorme brecha entre la petición de fondos y el presupuesto real. El programa de ayuda de este año está actualmente subfinanciado en un 70 por ciento, y provee solo 15 centavos diarios a cada persona que necesita ayuda.

La crisis de Ucrania ha exacerbado la situación, aumentando la preocupación por el suministro de cereales y aceite comestible. Yemen importa el 42 por ciento de su grano de Ucrania y los precios ya han comenzado a subir. En Saná el pan subió un 35 por ciento durante la semana en que estallaron los combates (de 200 a 270 riales yemenís). 

“A veces mis hijos duermen con hambre. Si almorzamos, nos saltamos la cena”, explica Ali Hassan Hadi, de Hajah, padre de un hijo y una hija que sufren desnutrición. “Tenemos que hacer frente a la situación. A veces solo comemos pan, otras veces podemos cocinar algo, pero en general no comemos bien.”

“Después de siete años de guerra, las y los yemeníes desean desesperadamente la paz y, en su lugar, se enfrentan a más muertes y destrucción”, dice Ferran Puig, director de Oxfam en Yemen. “La violencia y el hambre están de nuevo en aumento y millones de personas no pueden conseguir lo básico para sus familias. La gente no puede permitirse el lujo de bombear agua para regar sus cultivos y en áreas remotas donde la población depende del agua potable en camiones, no se pueden permitir pagar el aumento de precios, lo que significa que tienen que beber agua que no es potable. Algunas ciudades están experimentando cortes de electricidad de 10 a 12 horas al día: quienes los tienen usan paneles solares para cargar teléfonos móviles y conseguir una pequeña cantidad de energía.”

El creciente coste de la guerra supone que:

Actualmente hay 17,3 millones de personas hambrientas, con predicciones de que se elevarán a 19 millones a finales de año (seis personas de cada diez y un aumento de más de 8 millones desde que comenzó el conflicto).

4,8 millones personas más que en 2015, el primer año del conflicto, necesitan asistencia humanitaria

Desde que el equipo observador de derechos humanos de las Naciones Unidas se retiró en octubre de 2021, la tasa de víctimas civiles se ha duplicado, llegando ahora a más de 14.500 víctimas.

24.000 ataques aéreos han dañado cuatro de cada diez viviendas de las ciudades durante el conflicto.

Durante los últimos siete años, más de cuatro millones de personas se han visto obligadas a huir de la violencia.

Siete largos años de guerra también han causado una crisis de combustible. Los precios han subido un 543 por ciento desde 2019, triplicándose en apenas los últimos tres meses. Las colas en las gasolineras son tan largas que se puede tardar tres días en llegar al surtidor.

El aumento de los precios de los combustibles tiene un efecto secundario, ya que aumentan los precios de artículos esenciales como alimentos, agua y medicamentos, haciéndolos inasequibles para muchas personas que ya de por sí tienen problemas para satisfacer sus necesidades diarias. También está causando una reducción en las entregas de ayuda humanitaria a las zonas más remotas, pues los precios de los combustibles han aumentado tanto que algunas comunidades lejanas reciben menos agua y apoyo en saneamiento.

Las y los agricultores no pueden permitirse transportar productos a los mercados, lo que hace que los precios de los productos frescos aumenten aún más. Los autobuses y mototaxis se están volviendo inasequibles, con el resultado de que muchas personas no puedan pagar el transporte a los centros de salud y otros servicios vitales. Los centros sanitarios de todo el país pronto podrían verse obligados a apagar equipos médicos que salvan vidas debido a la falta de combustible. Durante los últimos días, los medios de comunicación locales de Taiz han informado de que el hospital de Al Thawra ha suspendido las cirugías debido a la escasez de combustible.

Desde finales de 2016 no se han pagado los sueldos del funcionariado gubernamental.  La pandemia de la Covid-19, unida a nuevas regulaciones restrictivas, ha reducido el número de yemeníes que trabajan en Arabia Saudí y envían dinero a sus familiares. Una constante devaluación de la moneda hace que los pocos ingresos que la gente tiene sirvan para comprar cada día menos cosas, lo que obliga a Oxfam y a otras organizaciones de ayuda a aumentar periódicamente las transferencias de efectivo que proporcionan para apoyar a las familias vulnerables.

Las muertes y lesiones civiles en el conflicto se han duplicado desde que el organismo de las Naciones Unidas responsable de monitorizar las violaciones del derecho internacional humanitario en el Yemen se retirara en octubre del año pasado. Ha habido más de 14.554 bajas civiles desde que el proyecto de Monitoreo de Impacto Civil iniciase el registro en 2017. Durante los últimos siete años se han producido más de 24.600 ataques aéreos en el país. En los últimos meses, los cambios en la primera línea del frente han llevado a un aumento de las muertes y lesiones causadas por minas terrestres en los alrededores de Marib, donde las fuerzas en retirada las colocan para frenar a sus oponentes. La población civil que utiliza carreteras minadas o recoge leña en los terrenos en disputa son a menudo víctimas de ello.

Las y los yemeníes que se enfrentan a estos problemas se ven obligados a hacer lo que sea para sobrevivir a la situación. La gente vive en un ciclo infinito de deuda y cada vez más personas recurren a la mendicidad.

“Yemen necesita desesperadamente una paz duradera para que la gente pueda reconstruir sus vidas y sus medios de vida”, concluye Puig. “Sin paz, el ciclo de miseria continuará y se profundizará. Hasta entonces, es fundamental que haya financiación adecuada para la ayuda humanitaria.”

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