La periodista Shireen Abu Akleh, de 51 años, que se hizo muy popular en toda Palestina por haber cubierto la Segunda Intifada, murió hace dos días (el 11 de mayo) en Yenín, Cisjordania, por disparos procedentes de una intervención de las Fuerzas de Defensa del Estado Sionista (Israel). En el mismo escenario, el también periodista, Ali Sadeq Salim Samudi (productor de Al Jazeera) recibió un disparo en la espalda.
Dentro de unas semanas, el asesinato de Shireen pasará a ser un trágico suceso. Uno más de la larguísima lista del debe del Estado Sionista (Israel) desde que en 1940 la ONU decidiera compensar el genocidio judío a manos de los nazis, con la creación del Estado Sionista (Israel) en suelo palestino. En pocos días Shirin será una más de los 42 periodistas (39 de ellos palestinos) asesinados por el Estado Sionista (Israel) desde que comenzó la segunda intifada en septiembre del año 2000.
Importa, y mucho, saber cuál es el fusil del Estado Sionista (israelí) del que salió la bala que asesinó a Shireen Abu Akleh. Importa para saber si, como afirma su compañera Shatha Hanaysha, "fue un intento deliberado de matarnos". Importa para evidenciar, casi un año después de la destrucción de las oficinas del canal de televisión catarí en Gaza, que el asesinato forma parte de la política del Estado Sionista (israelí) de silenciar a la prensa. Un disparo en el único lugar letal de su cuerpo, que no estaba protegido ni por el casco ni por el chaleco, nos lleva pensar que si fue la casualidad quien mató a Shirin, tuvo una excelente puntería.
La condena internacional ha sido unánime. Pero, desgraciadamente sólo sirve para subrayar el hipócrita silencio con el que esa misma comunidad internacional respalda la ocupación del estado sionista (israelí), las bombas, la destrucción, el ultraje continuado con el que el Estado Sionista (Israel) veja, día tras día, al pueblo Palestino. Esperamos que el asesinato de Shireen sirva para lo que no han servido, las muertes de los 313 palestinos a manos de las fuerzas de seguridad israelíes en 2021, entre ellos 71 menores, según un informe publicado por la organización israelí de derechos humanos B'Tselem.
Esperemos que, al menos, sirva para denunciar que los Derechos Humanos en Palestina son pura entelequia. O que, al menos, sirva para sacar a la luz de la prensa a los 895 palestinos, incluidos 463 menores, que ese mismo año se quedaron sin hogar por la demolición de 295 viviendas en Cisjordania y Jerusalén Este.
Desde ATIM rechazamos la muerte de Shireen Abu Akleh, y la de cada una de los cientos de personas asesinadas por el Estado Sionista (Israel), y denunciamos el exterminio continuado al que somete al pueblo palestino. Condenamos esa evidencia y requerimos al gobierno español para que contribuya con decisión, obviando otro tipo de intereses que no sean el de justicia, a poner fin a un conflicto que dura ya demasiado tiempo. Somos conscientes de que el asesinato de una periodista suscita muchísimo más interés mediático que la de cualquiera de los cientos y cientos de personas que mueren en Palestina defendiendo su tierra y su dignidad y por eso queremos pedir a los medios de comunicación que mantengan vivo el interés por lo que allí sucede para que, si no evitamos la impunidad de quienes se sienten con el derecho de sojuzgar al pueblo palestino, por lo menos les resulte mucho más difícil imponer su despótico proceder.
Ahora bien, una paz, para que sea real y duradera, ha de sustentarse en dos principios básicos: equidad y justicia. Una paz, basada en el sometimiento y la eliminación del contrario, además de indigna, es una declaración de guerra para las siguientes generaciones.
