La brecha digital y la desigualdad de género crece con el covid19

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La brecha digital y la desigualdad de género crece con el covid19

Los trabajos precarios e informales, que está encabezados por mujeres, son los más perjudicados:“El subempleo ha desaparecido. Las mujeres que trabajaban en este tipo de empleos ya no pueden contar con ellos y, por tanto, con su remuneración”, explica Diana Seseña, técnica de los programas de empleo en Acción contra el Hambre.                                         

Algunas participantes de los programas de empleo de Acción contra el Hambre no tienen ordenador, tampoco internet, y solo están conectadas con el teléfono móvil. Y esto, que puede parecer banal, provoca que no tengan acceso a las ayudas de los servicios sociales porque solo se pueden solicitar telemáticamente.

La situación de pobreza que ya soportan las personas en riesgo de exclusión, en especial  las mujeres (sufren más que los hombres la inseguridad alimentaria, ganan menos que ellos, son más vulnerables a la pobreza extrema y tienen menos posibilidades de acceder al mercado laboral), se acentúa con el COVID19. “Algunas participantes en los programas de empleo no tienen ordenador, tampoco internet, y solo están conectadas con el teléfono móvil. Y esto, que puede parecer banal, les hace que no tengan acceso a las ayudas de los servicios sociales porque solo se pueden solicitar telemáticamente”, señala Beatriz Manzaneque, técnica de empleo en Acción contra el Hambre. “Estamos teniendo que interceder para que estas personas no se queden sin subsidios y ayudas. Muchas de ellas no saben si podrán pagar el piso, el agua, la luz y si llegarán a comprar los alimentos que necesitan”, dice Manzaneque.

En este mismo sentido, Lorena Hernández, responsable de los programas de empleo en Acción contra el Hambre, explica que “hay personas en situación de emergencia que necesitan una respuesta rápida, atención inmediata y directa”. Hernández añade que “estamos observando que tanto servicios sociales como organismos públicos no están adaptados para una atención telemática. No tienen dispositivos de teletrabajo, como podemos tener nosotros, para hacer el seguimiento y acompañamiento”.

Acción contra el Hambre está reforzando sus programas de empleo ofreciendo apoyo psicosocial a todas estas personas que están de desempleo y que se encuentran en situación de vulnerabilidad. “Ahora nuestro trabajo principal está en mantener una escucha activa, conocer qué necesidades tienen, cómo podemos acompañarlos y, en un segundo plano, seguir trabajando las competencias digitales y su proceso de empleo”, señala Manzaneque. 

Empleos informales femenizados, los más perjudicados

Durante la crisis como la pandemia del COVID-19, las mujeres hacen aportes fundamentales como líderes y personal de respuesta en primera línea. “Están liderando el trabajo de cuidados, se encargan de la limpieza de hospitales, auxiliaries, de enfermería, enfermeras, médicas, farmacéuticas, dependientas de supermercados, etc. Somos además las principales cuidadoras de la infancia y de las personas mayores. Y somos las que mayoritariamente atendemos la intendencia de la casa y sus múltiples tareas”, declara Hernández.

En el otro lado de la moneda, los trabajos precarios e informales, que está encabezados por mujeres, son los más perjudicados. “El subempleo ha desaparecido. Las mujeres que trabajaban en este tipo de empleos ya no pueden contar con ellos y, por tanto, con su remuneración”, explica Seseña . Esta experta en empleo explica que las familias monoparentales, que en la mayoría de los casos están encabezadas por mujeres, “son las que más están viendo reducir sus ingresos al no poder trabajar en estos empleos y tampoco solicitar prestaciones”. Este es el caso de Almudena (nombre ficticio), que vive con su tía y tiene una hija de 12 años, cuyo único sustento era el cuidado de una mujer mayor y reconoce que sobrevive “gracias a la generosidad de mi tía”.

Desigualdad de género por el COVID19

 “Se ha comenzado a llamar a estas mujeres que cuidan de los mayores y de sus hijos e hijas mujeres sándwich. Son ellas las que están al cuidado de la familia y las que buscan la paz en la casa, aunque signifique que ellas tengan que renunciar al ordenador, televisión o cualquier dispositivo tecnológico para evitar las discusiones”, explica Seseña.  A todo esto se suma la carga que tienen las mujeres en las tareas domésticas: “en la mayoría de los casos, la mujer es quien suele dedicar más tiempo a los trabajos de la casa y esto significa que dejan a un lado, por ejemplo, su formación o la búsqueda de empleo”. En este sentido, la última Encuesta de Empleo del Tiempo de España señalaba que las mujeres dedican de media diaria 4 horas y 32 minutos al hogar y la familia. Los hombres 2 horas y 29 minutos. Seseña se pregunta: “En época de confinamiento ¿cómo se reparte el uso del tiempo?”.

La desigualdad también se observa en el uso del transporte público: “en el entorno de Illescas, una localidad toledana de 28 000 habitantes, las mujeres son quienes más utilizan el transporte público para ir a sus empleos. Con la disminución del servicio, muchas de ellas se han visto privadas de acceder a trabajos”, señala Seseña. La cercanía a la Comunidad de Madrid era una oportunidad para emplearse por la facilidad de acceso en transporte público al carecer de vehículo propio.  

“No nos podemos olvidar de la violencia machista que sigue presente. La situación excepcional de confinamiento aumenta la vulnerabilidad de las mujeres que sufren violencia de género, además de verse obligadas a convivir veinticuatro horas con su maltratrador, se ven sometidas al desgaste de la convivencia continuada que degenera en malos tratos”, declara Seseña.  El Ministerio de Igualdad ha informado que las llamadas al 016, teléfono para las víctimas de violencia de género, han aumentado un 18% durante el estado de alarma.

Mayores consecuencias económicas y sociales

El equipo técnico de Acción contra el Hambre ha constatado que “mujeres participantes de nuestros programas de empleo que habían decidido volver a formarse,  se han visto privadas de esta posibilidad al no disponer de dispositivos electrónicos o  al tener que dedicar todo el tiempo al los cuidados de la familia”.  Si está situación se alarga , “las mujeres estarían todavía más expuestas a caer en exclusión”, manifiesta Hernández.

Las mujeres serán uno de los colectivos que sufrirá las mayores consecuencias económicas y sociales de esta crisis sanitaria, con implicaciones significativas para su salud en sentido amplio. “Los efectos de esta crisis requieren de un abordaje integral, interseccional y con perspectiva de género.  Es esencial que en estos momentos en los que las mujeres son especialmente vulnerables, no se queden atrás”, añade Hernández. 

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