El proyecto se enmarca en el compromiso de la Comisión Europea de avanzar en la igualdad de género
En cuanto a estudios universitarios y de posgrado, las mujeres superan a los hombres como alumnas (54 %) y como tituladas (59 %) en Europa, y existe casi un equilibrio en doctorados (48 %). Sin embargo, las mujeres siguen estando infrarrepresentadas en el ámbito de la investigación. En el informe She figures 2021, se estima que en la Unión Europea solo un tercio del personal investigador (33 %) son mujeres, y hay grandes diferencias entre países. En Cataluña, el porcentaje de investigadoras asciende al 39 %, una cifra cercana al 40 % del conjunto del Estado español, de acuerdo con el documento Científicas en cifras 2021.
Ante la necesidad de seguir avanzando en igualdad de género en investigación e innovación, se ha llevado a cabo el estudio CASPER (Certification-Award Systems to Promote Gender Equality in Research), dentro del programa marco europeo de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) Horizonte 2020. CASPER, que ha supuesto dos años de trabajo, establece tres posibles escenarios para un futuro sistema de certificación o reconocimiento europeo para promocionar la igualdad de género en investigación e innovación. El estudio ha sido llevado a cabo por un consorcio internacional liderado por la Fundación Europea de la Ciencia. Uno de los investigadores autores del proyecto es Jörg Müller, perteneciente al grupo Género y TIC (GenTIC) del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
"Hemos estudiado la viabilidad de implantar diferentes sistemas que certifiquen o premien la igualdad de género en investigación e innovación en la Unión Europea", explica Müller. "Ahora es la Comisión Europea quien tiene que decidir cuál de los tres escenarios propuestos va a adoptar, si optará por una cuarta vía alternativa o si, simplemente, no hará nada", añade el experto.
Tres escenarios en una Europa diversa
El primer escenario, el más ambicioso, incluye un sistema de puntuación progresivo, que debe ser renovado cada cuatro años e incluir una perspectiva intersectorial. Además, analizaría tanto el proceso como los resultados tras la implementación de medidas como un plan de igualdad. El segundo escenario aprovecha la conocida y ampliamente implementada Estrategia de recursos humanos para investigadores (HRS4R) y utilizaría una prueba simple de aprobación o reprobación al evaluar principalmente el proceso que se ha establecido dentro de las organizaciones para lograr los objetivos de igualdad de género. Finalmente, el tercer escenario sugiere importar la exitosa Athena SWAN Charter, una experiencia para la igualdad de género nacida en el Reino Unido y que ya utilizan también Irlanda, Australia, Canadá e India.
En cualquiera de los escenarios, los autores del proyecto advierten que se trata de un esfuerzo a largo plazo. Por otro lado, y dado que la igualdad de género es un fenómeno complejo, polifacético y dinámico, indican que un esquema europeo común tiene sentido en la medida en que pueda acomodar las diferencias nacionales, permita el compromiso con las partes interesadas nacionales y esté dotado de suficientes recursos para impulsar el cambio cultural y de comportamiento.
"Si realmente quiere mejorarse la situación, es necesario invertir más recursos, en especial en los países donde más se necesita, que son, básicamente, los del este de Europa", advierte Jörg Müller. El investigador de la UOC indica que en esta región, "en política, hay una gran resistencia al cambio en temas de igualdad de género y no se destinan los suficientes recursos para avanzar en este ámbito". "Ni siquiera se puede poner encima de la mesa el problema de la igualdad de género", añade. En cambio, Müller explica que países como Suecia, Finlandia y Noruega cuentan con una larga trayectoria en esta materia.
Esta investigación de la UOC favorece el objetivo de desarrollo sostenible (ODS) 5 de la ONU, de igualdad de género.