El Cordobés salió a hombros en la segunda corrida feria de Murcia

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Murcia, 14 sep (EFE).- Manuel Díaz "El Cordobés", con un total de dos orejas, abrió hoy la puerta grande del coso de La Condomina en la segunda corrida de toros de la feria de septiembre de Murcia, en la que El Juli y Manuel Jesús "El Cid" cortaron un apéndice.

Se lidiaron seis toros de Santiago Domeq bien presentados, parejos los cinco primeros y terciado el sexto, muy nobles, pero justos de fuerza. El quinto fue pitado en el arrastre.

El coso murciano registró tres cuartos de entrada en tarde de temperatura agradable.

  • Manuel Díaz "El Cordobés", oreja y oreja.
  • Julián López "El Juli", oreja y ovación con saludos.
  • Manuel Jesús "El Cid", que sustituía a Francisco Rivera Ordoñez, palmas y una oreja.

El Cordobés inauguró el marcador de trofeos con la oreja cortada al primero de la tarde, un toro que no le agradó de salida, pero que luego vio cómo se le entregaba con nobleza.

El espada se fue a los terrenos de sol, donde encontró el aplauso fácil y generoso de sus seguidores, que se le rindieron desde el primer momento en una faena breve basada sobre la mano diestra, y en la que hay que contabilizar dos buenas tandas de muletazos con ligazón y llevando embarcado a su oponente.

En el cuarto, actuación para la galería ante un toro parado y carente de transmisión, cuya lidia finalizó con los inevitables saltos de la rana, acogidos con algarabía por los espectadores.

El Juli estuvo ante su primero con la predisposición de un torero que empieza en una faena en los medios en la que disfrutó e hizo disfrutar al respetable, y en la que hubo técnica, entrega y dominio del toreo del bueno.

En su segundo El Juli volvió a hacer un tremendo esfuerzo, llevado por su honradez y pundonor, incluso a sabiendas de que el de Domeq no tenía un pase por su flojedad y de que no lograría cuajar faena, como así ocurrió.

El tercero de la tarde, tardo en la embestida y falto de fuerzas, no le permitió a Manuel Jesús "El Cid" desplegar las dotes que atesora, pero la voluntad de agradar del diestro de Salteras hizo que disfrutáramos con unas series de muletazos corriendo bien la mano y dominadas por el temple.

Fue una faena de mérito, por lo deslucido del astado, que seguro habría tenido la recompensa de una oreja de no ser por que la estocada hizo guardia.

El Cid no pudo lucir su poderosa izquierda ante el que cerró plaza, porque en las postrimerías de la faena el toro ya se había rajado, pero el público no lo echó en falta porque con anterioridad había dibujado cuatro tandas de muletazos lentos y llevando embebido al toro en la muleta que fueron auténticos carteles de toros. EFE

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