El traje tradicional huertano, una joya que merece la pena reivindicar

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Analizamos las claves del traje tradicional huertano, un elemento clásico y cada vez más olvidado. Vemos sus componentes y usos

El traje tradicional huertano, una joya que merece la pena reivindicar

Con la llegada de la Pascua, el martes posterior a la Semana Santa, Murcia celebra su Bando de la Huerta. Declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional en 2012, tiene sus orígenes a mediados del siglo XIX y consigue aglutinar a toda la población que se echa a la calle ataviada con la indumentaria tradicional de la región.

El traje tradicional huertano posee influencias moriscas, siendo el de gala procedente de la corte española del siglo XVI. Todos se caracterizan por sus ricos bordados y elementos ornamentales, que junto a las danzas y cantos lo convierten en parte de la idiosincrasia del pueblo.

Durante el siglo XVII comenzaría a consolidarse el traje tradicional huertano, aunque momentos como la Revolución Industrial repercutieron negativamente en el mantenimiento de esta costumbre. En los últimos años, los jóvenes han abandonado la tradición de vestirse, algunas mujeres han empezado a usar el traje de hombre huertano alegando a una mayor comodidad e incluso muchos jóvenes ya no usan esparteñas o no llevan el traje al completo. Son adaptaciones a los nuevos tiempos comprendidas por muchos y criticadas por otros que se muestran como férreos defensores de la tradición.

La vestimenta masculina

El traje tradicional huertano masculino consta de zaragüelles, unos calzones anchos confeccionados en lienzo o lino y de color normalmente blanco que no sobrepasan los tres dedos por encima de la rodilla. El traje de gala lleva pantalón o calzón en lugar de zaragüel, de paño o terciopelo, y del mismo color que la chaquetilla. En el extremo inferior tenía dos aberturas decoradas con botones de plata.

La camisa solía estar decorada con alforzas, puntillas o vainicas, siendo de color blanco y dotada de gran amplitud para facilitar los movimientos en las danzas populares. La cintura del hombre se cubre por la faja, con al menos dos vueltas, realizada con un tejido de color. Con la faja se logra tanto sujetar los zaragüelles como evitar que los faldones de la camisa se saliesen.

Por su parte, el chaleco es otra parte esencial del traje tradicional huertano. Es una prenda abierta con solapas, sin cruzar, sin mangas y cuya parte trasera es de color oscuro mientras que la delantera está decorada con sedas y colores vivos. Normalmente se solía llevar abierta para lucir el chaleco.

Con respecto a las calcetas, las del hombre nunca sobrepasan la rodilla, mientras que las de la mujer llegaban hasta el muslo.

La vestimenta femenina

Cuando hablamos del traje tradicional huertano femenino hablamos de una combinación de corpiño, mandil, mantón y camisa. La falda o refajo es de lana o algodón, en función de la temperatura de la zona, pudiendo ser de infinidad de colores aunque destacando el de tonalidad grana al ser el de la región.

El refajo

El refajo de listas está conformado por rayas verticales, y era el más común para el trabajo diario. En invierno resultaba útil al colocarse sobre otro vestido. El refajo de lana poseía elementos florales y llamativos, decorados con sedas. El refajo de lentejuelas era más virtuoso e incorporaba perlas, piedras preciosas y canutillos de oro y plata. El refajo de recortes era de terciopelo negro superpuesto sobre seda rosa con volantes en la parte baja.

Otras prendas

El corpiño es una especie de corsé, sin mangas, colocado sobre la blusa y con escote. También incorpora la chambra o camisa, una prenda que en su origen era tratada como parte del vestuario íntimo y con bordados de tipo morisco. Las camisas podían ser labradas o listadas, siendo el blanco el color natural.

El delantal es otro elemento distintivo del traje tradicional huertano, colocado sobre el refajo y confeccionado normalmente en seda o raso bordado con lentejuela o pedrería, anudado a la cintura con un gran lazo zapatero de puntas desiguales.

Por su parte, la faltriquera es una especie de bolsa o saquillo situado a la cintura con cintas de algodón y donde se solían guardar tanto el dinero como las pertenencias. La armilla o jubón es una chaquetilla de mangas largas de terciopelo o raso negro, con cuello cerrado. El objetivo de esta prenda era resguardar del frío a las mujeres.

El manto era para protegerse del frío, pero también a modo decorativo, sirviendo para diferenciar a las clases sociales. El mantón de manila se empleó en la Región de Murcia desde 1875, a pesar de sus orígenes castizos, mientras que la manteleta es una variedad que se cruza en la parte delantera. El cintón es una modalidad propia de la región.

Con respecto a los peinados suele optarse por el moño de picaporte (pelo recogido con frente despejada, con dos trenzas de ocho a diez ramales) o el peinado redondo (moño en el que la mujer se peina con la raya en medio y se recoge el pelo atrás).

Son muchos los elementos característicos del traje tradicional huertano, una vestimenta clásica que se está perdiendo y que se debe reivindicar como parte de la historia, cultura e idiosincrasia del pueblo de Murcia. 

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