La felicidad como bien supremo

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La felicidad como bien supremo

Cada día leemos despavoridos los periódicos, asistimos preocupados a las noticias, los digitales, radio y televisión. El panorama es bastante desalentador. Sube el paro, cierran empresas, personas enferman a causa de este terrible coronavirus llegado desde China.

A veces me pasa por la mente apagar todo y refugiarme en la música o en mi familia. Pero lo cierto es que por mucho que me esconda en otro sitio, por mucho que esconda mi cabeza en el suelo como una avestruz, la realidad sigue estando allí. En casos como estos me queda otro pequeño refugio que no es otro que la lectura de aquellos que saben mucho más que yo. Como periodista licenciada que soy, opto por pasar olímpicamente de mis colegas actuales, y como historiadora, que también soy, vuelvo la vista atrás y recurro a aquellos más viejos y por lo tanto más sabios.

Estos días de pandemia me acuerdo de nuestro "amigo" Aristóteles. Este sabio del siglo IV a C. entre sus numerosos pensamientos e innumerables enseñanzas, defendía la felicidad como bien supremo. El fundador de la Escuela de Atenas tenía muy clara una cosa, obrar bien es lo único que garantiza la felicidad. El hombre, como ser político, como ser social necesita a los demás. Yo debo ser muy política, porque necesito mucho a la gente, a mi familia, amigos, alumnos, vecinos… Estos meses confinados han sido muy duros para todos, especialmente en nuestro querido pueblo. Pero creo que debemos recordar las palabras de Aristóteles y buscar nuestra felicidad como bien supremo, como objetivo principal. Y como también nos enseñó debemos buscar el bien común obrando bien y conforme a la virtud.

En este fatídico año bisiesto de 2020, quizás la virtud esté en hacer lo correcto, pensar en los demás, sobre todo en los mayores. Hacer el bien genera paz en nuestras almas y relaja nuestras conciencias. Ahora más que nunca tenemos que pensar en los más débiles.

Si eso supone ponerse una mascarilla, respetar la distancia de seguridad y mejorar nuestra higiene personal tendremos que hacerlo. Es nuestro gesto de bondad y de amor a los demás. En resumidas cuentas será también nuestra felicidad.

Manoli Cánovas
Periodista, licenciada en Historia Moderna y Contemporánea

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