Nos encontramos en una situación de incertidumbre. Se ha conseguido alarmar a la población con este virus que lo ocupa todo.. A todas horas escuchamos hablar del covid como si nada más hubiese en el mundo. Desde luego, si lo que se pretendía era empequeñecer al ser humano se ha conseguido. Ya no parece existir otra cosa más, que el puñetero bicho. Han desaparecido las enfermedades y patologías de siempre, parecen haberse esfumado, ahora solo nos morimos de coronavirus.
Yo me pregunto si es que este bicho solo ataca al ciudadano de a pie, porque a los políticos no parece afectarles. Todos siguen ahí y no es que yo quiera que este virus mortal acabe con toda una panda de ineptos sin escrúpulos, Dios me libre, pero es que parece casualidad que ni si quiera cuando se saltan las normas (normas que ellos mismos sacan) no les perjudique ni un poco.
Y considero que ya está bien. Creo que este país que se ha comportado en su gran mayoría como un auténtico campeón durante el confinamiento, ahora necesita un respiro. Ahora merece ser recompensado por su gran actuación, necesita confianza, ilusión y creer. Ya está bien de espectáculo barato. Políticos venidos a menos riéndose del acento de otros, peleas en las redes sociales que, lo único que consiguen con sus burlas es que el pueblo, ese que es soberano esté cabreado y rebotado ante tal panorama que resulta desolador.
Se oye decir que nos recuperamos en dos años, pero qué hacemos hasta entonces. Tenemos que vivir. Ahora resulta que tampoco nos podemos saludar con el codo porque también nos infectamos, según la OMS. Nos están volviendo locos a todos con tantos cambios de opinión. Vivir aterrorizado no es la solución. Nuestros mayores han entrado en pánico. No sabemos quien es el enemigo. Con tanta desinformación ya no se sabe nada. De ahí que muchos hagan de su capa un sayo y digan hasta aquí.
Necesitamos volver a la rutina cuanto antes. Bendita rutina, estamos cansados de sorpresas, queremos dormir tranquilos sin miedo, solo queremos trabajar y poder mirar a nuestros hijos a los ojos e inspirarles esa confianza que nos han arrebatado con la ley del miedo que se ha implantado en nuestra sociedad.
José Antonio Carbonell Buzzian
