“Una feminista menos”

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“Una feminista menos”

Desde que tengo recuerdos de mí misma, recuerdo siempre a mis padres enseñándome a ser buena persona, honrada y leal. Espero haberlo conseguido.  Pero en esta semana en la que celebramos el Día Internacional para la eliminación de la violencia contra las mujeres y en la que reivindicamos nuestros derechos, recuerdo también a mi madre diciéndome siempre que luchara por ser independiente, autosuficiente, que nunca tuviera que depender de ningún hombre, que me hiciera respetar y valer. Que no aguantara que se me menospreciara. Respetarme a mí misma me garantizaría poder escoger a mi pareja solamente por amor, sin dependencias de ninguna otra índole. Una cuestión que ya le habían inculcado a ella sus padres (debo reconocer que mi abuelo paterno fue bastante avanzado para su época).

Jamás me planteé otra cosa que el feminismo. Me parece una lucha justa. Cuando estudiaba en la universidad uno de los hitos más importantes de la historia occidental, la Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano, que tuvo lugar en París en el año 1789, nadie podía cuestionarlo. Este cambio en el paradigma mental, supuso el principio de las democracias, la expansión de las ideas de libertad individual. Ideas que poco a poco se extenderían por Estados Unidos y por toda Europa. Poco después, la gran defensora de la mujer, Olimpia de Gouges, vendría a puntualizar todo redactando en 1791 la Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana.

Desde entonces, desde los tiempos de la Revolución Francesa, las personas empezamos a comprender que somos libres, indistintamente de nuestro sexo, religión, edad, etc. ciudadanos libres. Todo un hito en la Historia de las mentalidades.

Lo que no para de sorprenderme es el retroceso que en las últimas décadas estamos llevando a cabo. Parece que ya no existimos ciudadanos libres, sino colectivos al más puro estilo medieval. Rojos, azules, mujeres, hombres, gays, vascos, catalanes, murcianos, moros, americanos, chinos…. No entiendo este paso atrás, es como si perteneciendo a ese colectivo, uno tuviera la obligación de ser de un modo determinado, pensar de un modo determinado, actuar como se espera de ellos y sino, estás muerto socialmente, por no hablar del terror de las redes sociales. Sino comulgas con lo que se espera de ti en función de tu colectivo, pues ya no eres un buen hombre, mujer, vasco, gay o catalán.

Pues no, me rebelo contra esto. Yo soy feminista de toda la vida, desde que me recuerdo. De cuando ser feminista significaba ser una persona (hombre, mujer, gay….) que luchaba, en la manera de sus posibilidades, por la igualdad real entre los derechos de las personas. Especialmente mujeres u otros colectivos que pudieran sentirse en desigualdad.

Nunca, estudiando a las grandes feministas de la Historia en las que me miraba, leí que para ser feminista tuviera que odiar a los hombres, considerar que todos ellos, tan sólo por tener un pene fueran agresivos, violadores…. criminales a fin de cuentas. Pues NO, queridas amigas que dirigís los colectivos feministas, por ahí me niego a pasar. Si para ser feminista hoy día hay que pasar por el aro de un colectivo, por repetir los mantras del grupo, ME BORRO.

De hecho, la mitad de las mejores personas que me he encontrado por la vida han sido hombres, empezando por mi padre que es un sol, siguiendo por mis hermanos y amigos. He encontrado siempre en el camino unos excelentes compañeros, por no hablar de mi pareja actual con la que comparto la vida e hijos desde hace más de 20 años.

Lo siento chicas, lo siento mucho pero me bajo del barco. Seguiré en mi lucha de siempre, buscando la igualdad desde mis pequeños actos de la vida. Orgullosa de vivir en un país, donde a pesar de que todavía hay mucho por hacer, la mujer va alcanzando cotas de igualdad apoyada casi siempre por los hombres que vosotras denostáis.

Seguiré reflejándome en Olimpia, Clara Campoamor y el resto de feministas de la historia que trabajaron siempre por nosotras y a las que les debemos los derechos que disfrutamos. Pero no me pidáis que piense que los hombres son mi enemigo, porque esos hombres son mi padre, mis hermanos, mi marido y mis dos hijos.

Manoli Cánovas. Periodista y Licenciada en Historia.

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