Reacciones adversas

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Reacciones adversas

Está cansada y mayor, apenas quedan restos del espíritu inconformista de antaño. El goteo constante de noticias preocupantes y la entrada masiva de correos electrónicos no facilitan el comienzo de un hipotético retiro. La nueva situación mundial supone un reto hasta para quien no quiere tomar parte en ella y, en el fondo, sabe que es incapaz de negar su experiencia a tantos colegas que la necesitan.

Había llevado a cabo su propia revisión recopilando decenas de artículos, ensayos clínicos y estudios experimentales. Durante largas semanas, había extraído datos estadísticamente significativos que conformaban un amplio abanico de conclusiones. Había redactado su trabajo, agregado gráficos y tablas e incluido referencias bibliográficas. Todo ello había sido enviado al comité organizador, requisito previo a su exposición. La respuesta, casi inmediata, había consistido en una esperable secuencia de mensajes de asombro y desaprobación que ella ignoraba sistemáticamente.

Prepara café. Ordena levemente la estantería que queda a su espalda y limpia sus gafas desgastadas. Entra a la reunión, donde ocupa una cuota proporcional de pantalla. Escucha. Escucha atentamente. Unos hablan sobre epidemiología y transmisibilidad, otros sobre técnicas de diagnóstico. Medidas de contención en el ámbito social, posibles tratamientos, manejo del paciente en cuidados intensivos. Y, al fin, prevención de la enfermedad.

Únicamente queda ella por intervenir. El moderador, previamente informado de la situación, finge olvidarla y agradece la participación de los ponentes. Ella, con una sonrisa irónica, consciente de que jamás hubo tanta expectación por escucharle, por saber qué tiene que decir en un momento así, toma la palabra:

—Sus vacunas son técnicamente asombrosas. Cómo han desmenuzado la biología molecular del virus en tan poco tiempo es encomiable. No obstante, sus investigaciones resultan incompletas desde un punto de vista práctico.

»Si algo caracteriza a esta enfermedad es cómo favorece el incremento de la incidencia de otras muchas patologías, silentes pero ya conocidas, que a su vez contribuyen a la expansión de la primera. No podemos ignorarlas por más tiempo; el espectro de posibles pacientes de riesgo excede los límites de los antecedentes médicos recogidos en una historia clínica.

»Logren inmunidad celular contra la pobreza, que conlleva hacinamiento y contagio. Consigan un reconocimiento antigénico efectivo del individualismo que opta por el aislamiento de otros frente al propio. ¿Podríamos obtener clones de linfocitos B productores de anticuerpos contra los distintos tipos de precariedad que azotan a una asistencia sanitaria que no es universal? Profundicen en ello. Trabajen también en una memoria inmunológica a largo plazo contra el enriquecimiento oportunista que acontece en una emergencia de salud pública sin precedentes.

»Acabo ya, señor moderador. Luchen por una cobertura total como barrera de contención para la desinformación y el negacionismo. Es el momento de la ciencia y el conocimiento, entendidos más allá de las paredes de nuestro laboratorio. Les aseguro que, siguiendo estas indicaciones, sus vacunas alcanzarán mayor efectividad. De lo contrario, seguirán poniendo el foco en otros efectos secundarios, pero no en aquellos que matan con toda probabilidad; de lo contrario, solo erradicarán una pandemia.

Justo Cánovas García

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