Como si de una película de terror se tratara o tratase nos encontramos en estos momentos, bien podría titularse Guerra Mundial Z, solo que en lugar de zombis, ahora el que nos ataca es un bicho invisible.

La realidad siempre supera a la ficción y ya nos gustaría estar viendo esta película desde cualquier butaca en cualquier cine de nuestro país.

Nunca habríamos soñado lo que nos está tocando vivir y aunque para muchos ésta es una lección de vida, muchos otros seguirán adelante sin haber aprendido apenas nada. Lamentable, sí.

En lugar de remar todos en la misma dirección, aquí va cada uno a lo suyo. Mucho salir al balcón a aplaudir a los sanitarios, a los granjeros, a los supermercados y al que nos reparte el butano, pero éstos que nos gobiernan a lo largo y ancho de este país son "palomica suelta" tal y como dicen los que me han adoptado como un vecino más en Murcia.

Aunque ya no resido en Ceuta, los lazos con la ciudad que me vio nacer son ahora más fuertes que nunca y sufro al sentir tanta impotencia al no poder hacer casi nada por ella.

Son tantas y tantas cosas las que se han hecho mal y las que ahora mismo se siguen haciendo mal que en estos días tan largos veo como la tristeza se apodera de mí.

Esta situación extraordinaria no la esperábamos, ha llegado como un jarro de agua fría en pleno mes de enero, pero hay que agudizar el ingenio y no queda más remedio que adaptarse a ella.

Ceuta cuenta con unos presupuestos anuales, por lo que esta situación sorpresa la ha hecho tambalearse. Así que está tirando de esos presupuestos para poder solventar o paliar en la medida de lo posible este caos en el que se encuentra inmerso todo el mundo.

Por otro lado nos encontramos con que este virus se está propagando por momentos y en el CETI un bebé ha dado positivo en el COVID-19. En el pabellón deportivo La Libertad se han dado a la fuga 20 personas desconociendo si son portadores del virus o no.

Con toda esta problemática ni Delegación del Gobierno ni la Ciudad asumen responsabilidades, ni colaboran entre sí, ni tienen la más mínima coordinación entre ellos.

Desde luego lo que están demostrando con estas acciones es que la irresponsabilidad es incluso más grande que sus propios egos.

Si la cuestión es que no tienen ni la menor idea de cómo llevar a cabo ciertas medidas y acciones, ¿por qué no piden opinión o preguntan?

Los ciudadanos han depositado su confianza para que resuelvan problemas no para que sean parte de los mismos. Actos como estos son los que hacen que el pueblo no crea en gobernantes ni en palabras disfrazadas de buenas intenciones que quedan en nada.

En este momento lo que menos necesita el pueblo llano es ver cómo estos políticos entran en disputas y demás historias que no valen para nada. Ahora lo que más necesitan los ciudadanos es unión más allá de colores y creencias. Remar en una única dirección y dejar a un lado viejas rencillas porque aquí el tiempo es crucial. Hay que anteponer la seguridad de todos a los intereses personales, porque la gente está muriendo y este bicho no entiende ni de colores ni de partidos ni de intereses. Este bicho es mortal para muchos y el reloj manda ahora. Es la hora de actuar.

José Antonio Carbonell Buzzian