Lo que comenzó siendo un espontáneo tributo de homenaje que esa España real confinada en los hogares brindaba al personal sanitario en esa dura y valiente batalla contra el coronavirus, jugándose no solo la salud, sino la vida por todos los que somos ciudadanos de este país, se extendió desde los balcones y terrazas a los efectivos del Ejército, Cuerpos de Policía y miembros de seguridad, voluntarios de Protección Civil, farmacéuticos, plantillas de supermercados y demás servidores del bien común en momentos de guardia y vocación profesional para que una nación ni se pare ni se rinda.

Y ese caudal inmenso de solidaridad de la ciudadanía que existe y vibra tiene como referencia de rebeldía contra el virus una hora talismán, las 8 de la tarde, una hora que ya será mítica y legendaria, por mor de recordada por las generaciones venideras.

Día a día esa hora de la 8 de la tarde indica que la victoria está ahí, una hora taumatúrgica en el más completo sentido de plantar cara a una pandemia que, bajo los sones de un himno popular como 'Resistiré', va a quedar en el imaginario de todos como el hito de esa sociedad civil que en las coyunturas cruciales da la cara, se deja oír con palmas de ovación, con repique de campanas, con acordes de instrumentos musicales varios a modo de improvisados conciertos en escenario de balconada tremolando pancartas al viento en silencioso grito de plegaria solidaria y movilizadora.

En definitiva, la 'hora H' de un pueblo que sabe estar, que sale a flote ante los trances que amenazan un futuro libre, de supervivencia y superación por el que la ciudadanía española brega en firme convencimiento. Un fuerte aplauso por mucho y bueno.  

 Juan José Ruiz Moñino.