"Mirando al futuro sin olvidar el pasado"

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Reflexiones de una Técnico en Cuidados de Enfermería

20 de Marzo de 2020, viernes nublado, semana agotadora, el catorce de marzo acababa de decretarse el estado de alarma por coronavirus.

Estaba cansada, la semana fue terrible, la presión asistencial se incrementaba por momentos, los pacientes acudían con síntomas y los teléfonos no paraban de sonar; cantidad de avisos a domicilio que los médicos tenían que atender, estaban en uno y avisaban de otro.

En estos casos, el médico tenía que ir acompañado por otro sanitario para ayudarle a colocarse un equipo de protección y permanecer fuera del domicilio para anotar los datos sobre el estado del paciente. No es fácil, y genera mucho estrés.

(Agradecimiento a la empresa de taxis y VTC que ponen a disposición de los sanitarios coches con conductores voluntarios para trasladarles a las visitas domiciliarias).

Los desplazamientos sin tráfico hacían que me sintiese en medio de una película de suspense, el clima ayudaba a agravar la situación: mañanas frías, tardes lluviosas en Madrid, y no se veía a nadie por las calles, sin embargo, en el Centro de Salud no cesaban de llegar los pacientes con posible COVID-19.

Salgo del Centro de Salud y de camino a casa paso por la farmacia hospitalaria del Hospital 12 de Octubre con el objetivo de recoger la medicación vital de mi hija, enferma crónica y paciente de alto riesgo por su inmunosupresión.

En ese momento, me paro un minuto, y me abruma el miedo, pero de momento confío en que sea una mala gripe. En el trayecto escucho por la radio que necesitan sangre de todos los tipos, por lo que decido donar. Una vez en el Hospital, mientras esperaba en la sala de donantes, llamo a mi antigua supervisora del Hospital y ofrezco mi ayuda durante el fin de semana en caso de que hiciese falta personal. La situación se agravaba por momentos. Nunca pensé que llegaríamos donde estamos. Mi ofrecimiento fue totalmente espontáneo, ofrecía mi tiempo y mi experiencia si hacían falta recursos humanos.

El sábado 21 de Marzo, a las 10.45 horas, recibí la llamada de la Gerencia de Atención Primaria emplazándome a presentarme en el hospital Ifema a las 14 horas de ese mismo día para trabajar en la crisis sanitaria madrileña.

Llegué a Ifema a las 13 horas, nerviosa y expectante. Un gran número de sanitarios y celadores habíamos sido convocados, algunos estaban allí desde las ocho de la mañana.

Nos recibieron responsables de la GAP, Dirección médica y Dirección de enfermería.

Nos llevaban de una sala a otra. Posteriormente, nos reunieron para explicarnos los protocolos de actuación, la colocación de los EPIs e informarnos de posibles riesgos durante nuestra actividad profesional en este ¨excepcional hospital¨.

Procedieron a tomar nuestros datos para organizar grupos.

Organización: SUMMA Y SAMUR se encargaban de noches, Triaje, logística y colocación y retirada de EPIs.

A las 18.15 horas, la mayoría del personal se había ido, se les avisaría de sus turnos de trabajo por teléfono.

Nos quedamos un pequeño grupo y al ver que la UME, PROTECCIÓN CIVIL, SUMMA, SAMUR y personal de IFEMA estaban montando camas, ofrecimos nuestra ayuda y nos pusimos a montar los dos primeros controles, A y B; la llegada de los pacientes era inminente.

A las 11.30 horas llegarían los primeros setenta pacientes desde el hospital, creo recordar que era el Severo Ochoa, llevaban muchas horas en pasillos, sentados en una silla y sin poder ser atendidos. El personal sanitario no daba abasto, pero en el nuevo ¨Hospital de Campaña¨ al menos tenían una cama, atención y unas gafas nasales para aliviar en parte su dificultad respiratoria.

Los controles eran de cincuenta camas y los RRHH eran cinco médicos, cinco enfermeros, tres o cuatro TCE y dos o tres celadores (esta era la propuesta inicial pero no real).

En el caso de médicos y enfermeras se cumplía, sin embargo no había suficientes TCE. Normalmente recolocaban a uno del control donde había tres TCE para ayudar al equipo que solo tenía un TCE. Estos cambios alteraban la organización de trabajo y de seguimiento de los pacientes.

Día 22 de Marzo, 8 de la mañana.

PRIMER RETO: colocación de EPIs y acomodación, falta de aire y movilidad en grado sumo.

De entrada comenzamos en el pabellón 5, diáfano y equipado, inicialmente, única y exclusivamente con cien somieres con sus correspondientes colchones y con sus plásticos. ¿Altura de la cama? sin comentarios… Al lado de cada cama, una bala de oxígeno a la que se le ataba un palo de escoba y hacía las veces de palo de suero (la imaginación y capacidad de resolución estaba demostraba a cada momento). Sobre las paredes un sinfín de balas enormes de oxígeno amarradas para evitar que se cayesen (me recordaba una nave espacial). Con suelos de hormigón, techos altísimos y focos de luz industriales, la separación entre controles eran vallas, no había ninguna barrera arquitectónica que cortase en algún momento el pabellón; la carga viral debía ser incalculable.

Cuando llegué al Control al que me habían designado, me presenté con un ¨¡buenos días!, aquí estoy, vamos a ello¨.

Para empezar, comencé a preguntar a los pacientes sus nombres para escribirlos sobre sus camas y de esta forma el trato sería mucho más directo cosa que ellos agradecían. Hay que tener en cuenta que lo único que ellos veían eran buzos con mascarillas y pantallas que distorsionaban la voz.

El resto podéis imaginar; una pelea continua con el EPI adaptándonos a él y al hecho de trabajar en este escenario inédito. Como anécdota: hasta después de varios días no comenzamos a ponernos cara entre los propios compañeros de control ya que solo sabíamos el nombre y la categoría profesional porque lo llevábamos escrito con rotulador en el EPI, por delante y por detrás.

Unidad del paciente: somier con patas y colchón. Sin mesita, sin luz, sin silla, ni una cuña o un orinal masculino.

Pertenencias personales en una bolsa roja, una bolsa negra al lado de la cama para residuos y un neceser donado por empresas es todo con lo que contaban.

Las sábanas y mantas, donaciones.

El ambiente era abrumador, triste, una mezcla de incredulidad y ciencia ficción.

En este ambiente dramático decidí aportar alegría y esperanza a los pacientes en un momento complicado de sus vidas, algo muy gratificante personal y profesionalmente. Nunca olvidaré esa sensación agridulce. Ganas de pelear, de luchar para sacar adelante al mayor número posible de pacientes, los cuales estaban asustados por la falta de aire y en gran número bloqueados.

Los compañeros, animosos y todos a una ¡haciendo equipo!, nadie daba un paso atrás. Cuando estábamos dentro sólo había un objetivo común; vencer al coronavirus y salvar al mayor número de pacientes ¡se lucha hasta el final!

Solicité, con ayuda de mi hijo, fisioterapeuta en un Centro de Atención Primaria, hotel para descansar sin riesgo a poder contagiar a mi familia. Lo medité. A las 48 horas me lo concedieron. Como opinión personal: llegas derrotado, cansado, lejos de tu ambiente y lejos de los tuyos, comiendo lo que te ofrecen y sin poder salir de la habitación; para mí, doble confinamiento. Hotel-Hospital Ifema, Hospital Ifema Hotel.

Permanecimos en este pabellón mientras terminaban de montar los pabellones siete y nueve.

Las condiciones se mejoraron, pero ¨el equipo humano seguía siendo el mismo¨.

Parte GUAY: Agradecimiento personal a las donaciones de empresas de restauración las cuales nos han ofrecido comida y bebida sin límites. ¡Gracias por cuidarnos y gracias por los ánimos al servirnos la comida!

¿EXPERIENCIA? Haber vivido una situación triste, dramática y a la vez gratificante por haber colaborado trasmitiendo algo de alegría y un mucho de esperanza a muchas personas en un momento muy complicado de sus vidas.

Como valoración final: Formar parte de la primera línea de lucha contra un enemigo invisible, una situación triste, dramática y a la vez gratificante por haber colaborado trasmitiendo algo de luz en la sombra con empatía y humanidad a todos los pacientes.

Regresé a mi Centro de Salud el 15 de abril, después de vivir la angustia de muchos pacientes y sufrir la escasez de medidas de protección que cada día iban de más a menos, y sin saber si estaba o No infectada.

No tengo ni he tenido síntomas.

SENSACION DEL DEBER PROFESIONAL Y PERSONAL CUMPLIDO.

VAMOS A GANAR ESTA GUERRA Y SOLO PODEMOS HACERLO UNIDOS.

MERCEDES P. S.

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