Contestación a Ángel Montiel sobre el cambio de nombre del aeropuerto de Corvera

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Contestación a Ángel Montiel sobre el cambio de nombre del aeropuerto de Corvera

AEROPUERTO JUAN DE LA CIERVA NO, POR DIGNIDAD

Ángel Montiel es director de un diario de amplia tirada en la Región al tiempo que un referente del periodismo murciano contemporáneo, por lo que es muy de considerar lo que de su ágil y acerada pluma sale cuando de temas espinosos y complejos de trata, por eso he puesto máximo interés en repasar, no una sino varias veces, el artículo publicado el pasado día 12 titulado "Cárcel Vieja, cultura contra dolor", cuya lectura previa recomiendo.

Lamenta el autor las consecuencias nefastas que acontecen cuando los políticos se meten a historiadores, mientras que algo parecido sucede ""eso lo lamento yo- cuando los periodistas se meten a ambas cosas desde su excepcional atalaya mediática, con la supuesta noble intención de abrir a los lectores elementos de juicio, para que estos puedan formarse su propia opinión sobre asuntos que han sido siempre tergiversados o censurados, aunque sin evitar salpimentar los mismos con su particular y subjetiva opinión.

No es mi intención medirme literaria o periodísticamente con quién tiene reconocida una merecida trayectoria profesional, por lo que no es tarea fácil hacer una valoración global del escrito por Angel Montiel, cuando  en el mismo se contienen grandes verdades, verdades y mentiras a medias y unas cuantas mentiras totales.

Hay que llegar al final de su artículo para descubrir los fundamentos del mismo: su defensa a ultranza del espíritu de la Transición, es decir: repartámonos el pastel de la Democracia y pelillos a la mar, que el muerto al hoyo (a las cunetas) y el vivo al bollo.

Llegados a este punto es fácil comprender los motivos del implacable alegato que esgrime mi paisano Angel Montiel a propósito de las acciones promovidas por las asociaciones memorialistas murcianas, en su reivindicación sobre el bautismo del aeropuerto de Corvera dedicándolo al inventor (y golpista) Juan de la Cierva, auténtico "leiv motiv" impulsor del citado artículo, junto al tema de la remodelación de la Cárcel Vieja, en el que llama "lío" a lo que se ha metido la izquierda en general y el PSOE en particular, por implicarse en estos zarzales, permitiéndose llamar al orden a estos aventureros socialistas, tal como propugnan algunos de sus apolillados y más conservadores próceres, a los que para avalar su planteamiento el mordaz periodista hace la ola.

Como lo de la Cárcel Vieja es complejo y no quiera desesperar a los lectores con un escrito de tan amplio espectro, me centraré en el caso del aeropuerto al que pretenden titular "Juan de la Cierva. 

En su defensa, Ángel Montiel señala a personajes como el doctor Mengele, Einstein, Ortega y Gasset,  Vargas Llosa, García Márquez, Rafael Alberti, García Lorca o Pablo Neruda, que han disfrutado (y la mayoría disfrutan) de un reconocimiento social e institucional, pese a los negros episodios en sus trayectorias vitales que Ángel Montiel se encarga de recordar, sin que ello les haga desmerecedores de sus laureles y títulos otorgados, motivo por el que el PSOE no debería oponerse a que el aeropuerto murciano llevase el nombre del ingeniero murciano, obviando ser tan quisquilloso con los recovecos de su pasado.

Montiel advierte a las asociaciones memorialistas que fue el PSOE quien promocionó en la Expo92  al autogiro y a su inventor, sin que hasta la fecha los socialistas hayan abierto la boca en el debate planteado para impedirlo, como si un desafuero pudiese justificar otro mayor, lo que no deja de invitar a una seria reflexión sobre esta incongruente interpretación por el PSOE de la Ley de la Memoria Histórica que él mismo promulgó.

Para justificar sus posiciones , Montiel se permite pasar displicentemente por encima de las últimas investigaciones sobre la implicación de Juan de la Cierva en el golpe de estado de 1936 -que asegura alegremente todo el mundo conocía desde antiguo-, cuando a su pesar hace veintiocho años la investigación historiográfica sobre la Guerra de España, no había llegado al grado de conocimiento de las interioridades que prepararon el golpe de estado, pero sobre todo a partir de las investigaciones incontrovertibles del historiador Ángel Viñas, que señalan a Juan de la Cierva como uno de los más relevantes actores de la conspiración en Inglaterra, en las negociaciones para persuadir a Mussolini del envío de aviones de caza y bombardeo, una fuerza militar cuya intervención terminó siendo decisiva para la derrota de la República.

Retomando las razones expuestas por Montiel, diremos que ninguno de los personajes que nos pone como ejemplo de méritos ejemplarizantes, alcanzó  responsabilidades morales tan graves como La Cierva, un elemento activo clave en su esfera de actuación, para desatar una guerra con los trágicos resultados que ya conocemos, con la excepción de Einstein a quién le fue concedido el premio Nobel bajo influyentes criterios políticos y militares de posguerra, al precio de los cientos de miles de vidas sacrificadas en Hiroshima y Nagasaki. Una concesión que podríamos estimar improbable en la actualidad, bajo el prisma de los valores actuales imperantes en materia de Derechos Humanos.

Análogamente sucede con la figura del genial inventor murciano del autogiro, con la diferencia de que hasta hace tan solo un par de años y pese a las arriesgadas afirmaciones de Montiel, solo se tenían a través de acreditados historiadores, tenues indicios de su pertenencia al selecto club de golpistas bien relacionados con el mundo financiero, político y diplomático inglés, hasta las revelaciones aportadas recientemente por el historiador Ángel Viñas en su obra "Quién quiso la guerra civil", que da pelos y señales de su trayectoria en la conjura para derribar al régimen republicano.

Al contrario que afirma Montiel, en el tiempo presente de un estado que tanto tiene que arreglar en materia de justicia histórica con su propio pasado, la moralidad de los personajes que se pretenden reconocer sí es cuestión a considerar a la hora de los reconocimientos institucionales, para no incurrir en el pecado de incorporar más personajes indignos al catálogo murciano de los símbolos franquistas. Y si hace muchos años, como él afirma, se sabía que fue De la Cierva quién recomendó al Dragón Rapide como el avión que debía trasladar a Franco para liderar la sublevación del Ejército de África ""poco más que una pequeña anécdota histórica-, poco más se conocía sobre su relevante papel como activo conspirador. Sin este conocimiento que Montiel pretende ignorar, tal vez se podría coincidir con él en admitir como plausible aquella decisión del PSOE en 1992, de ver representado en el pabellón murciano de la EXPO al inventor murciano, algo que resultaría incongruente y hasta moralmente indecente hoy una vez que vamos conociendo el perfil taimado y oculto de quién, además de inventar el autogiro, tuvo amplia participación en que finalmente fueran bombarderos fascistas italianos, los que llevasen la muerte y la destrucción a la mayor parte de las ciudades del levante español y entre ellas a Cartagena, Aguilas, Los Alcázares y Santiago de la Ribera.

Es cierto que el PSOE murciano no ha reaccionado todavía a la propuesta del trifachito murciano y a la decisión del ministro Ábalos de denominar al aeropuerto de Murcia de forma tan ignominiosa, pero algo loable tiene que haber en quien rectifica a tiempo, si es que rectifica, porque los nombres de las instituciones públicas deben servir para honrar a los que nos honraron. Y no al revés.

Floren Dimas Balsalobre  

Miembro de AGE- Región de Murcia, Asociación integrada en la Federación de Asociaciones de Memoria Histórica de la Región de Murcia.

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