El Mar Menor, la laguna salada más importante de Europa, la joya de la corona, base de la economía murciana se está muriendo ante su grave situación ecológica y medioambiental y los brazos cruzados de la clase política, que día sí y día no, se dedican a intercambiar disparos de palabras dejando atrás soluciones, porque es posible, que nuestros hijos, nuestros nietos, no lleguen a conocer que tuvimos un gran lago, cálido, donde las familias se encontraban los veranos, los jóvenes descubrían su primer amor, se hacía nuevos amigos, y se disfrutaba de esas agua tranquilas, acogedoras, que te abrazaban. Mucha historia para nuestros políticos, los de siempre, demuestren su incompetencia supina. Esto en otro país no pasaría, porque aquí ni hay educación y gobiernan con la ley del odio. ¿Qué hubiese pasado en Alemania, por ejemplo? Merkel, la gran política del siglo XXI, un ejemplo, habría citado ya a todas las fuerzas políticas, TODAS, que habrían asistido a la convocatoria. Allí, en una reunión cordial, no habría reproches y todo serían discursos para llegar a una solución. Y eso en España, al menos en Murcia, digna historia de la mafia europea, sería imposible. Estamos asistiendo todos los días a acusaciones vanas sobre el Mar Menor que producen hartazgo y asco. Cuando estos señores decidan sentarse juntos en torno a un café, con la ilusión de trabajar por los murcianos, por salvar el Mar Menor, habrá sido un pequeño paso para el hombre y un gran paso para la murciandad. El Mar Menor nos necesita a todos, rojos y fachas, ecologistas, juristas, agricultores, turistas, madrileños, alemanes, ingleses... ¡Unido el pueblo jamás será vencido! Sí, triste utopía. 

Jesús Pons Guillamón