Veinte años. Miles de muertos, y todo para dejar pasearse por todo el país de Afganistán a esos criminales terroríficos que se hacen llamar talibanes hasta tomar el poder otra vez. Las mujeres han muerto en vida. Afganistán es considerado el país más peligroso del mundo para las mujeres.Además de la pobreza y la corrupción, Afganistán es el país más peligroso donde pueda vivir una mujer si se toman en cuenta otros factores como la salud, la violencia sexual y no sexual, la violencia doméstica y la discriminación económica. Desde ahora, después de unos años de libertad, no podrán salir solas, no podrán trabajar, no podrán estudiar, no podrán reír, y tendrán que llevar esa escafandra de tela llamada burka, haga frio o calor. Si la mujer es infiel, sera enterrada por la cintura, y lapidada hasta morir. Si es un ladrón, le amputarán al menos una mano. Nada de móviles, ni de televisión. Una vida solo para respirar, vigilando las espaldas, y esperando que un cualquier momento uno de estos sanguinaros fanáticos le pegue un tiro en la cabeza, en la calle, a una mujer, por el poder de Alá. Hemos visto las escalofriantes imágenes. El intento de escapada de miles de ciudadanos en el aeropuerto de Kabul lo dice todo. Y aquí hay un responsable, y es la retirada de Estados Unidos, quien en nombre de la democracia se involucra en multitud de situaciones, para dejarlo todo peor. Ya lo vimos en Vietnam. Y en Iraq. Estados Unidos, y otros países, han dejado a hombres, mujeres y niños con ilusiones y con sonrisa con el susto en el cuerpo. Ahí os quedáis, esto no va con nosotros, ha dicho el octogenario presidente Joe Biden. El karma vuelve dicen. Cuidado Joe. Dejar morir a los más desfavorecidos no es humano. Americanos, dejen ya de hablar de derechos y libertades. Traidores al pueblo afgano. Alá es misericordioso, pero no en Afganistán.

Jesús Pons Guillamón