"El libre albedrío de las administraciones"

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A veces la naturaleza por sí misma y sin intervención de la actividad humana, causa daño a las personas y a sus bienes y los humanos somos propensos a olvidarnos pronto de estas catástrofes, como cuando la tierra tembló en Lorca y muchas personas perdieron sus hogares, negocios y lo más grave aún, es que hubo varias muertes.

En este doloroso episodio como en otros muchos que han tenido lugar en cualquier parte de la tierra fue perdiendo relevancia informativa, como seguro que ocurrirá con la Palma, una localidad portuaria con estrechas calles adoquinadas y casas con balcones de madera, con el parque nacional de la Caldera de Taburiente, con un extenso cráter lleno de bosque y pinos donde se está sufriendo una catástrofe que abre los informativos a diario, ocupando páginas y páginas en la prensa, pero es lamentable que dejará de ser noticia y los palmeros serán olvidados tal y como sucedió en Lorca.

Estos acontecimientos deberían hacernos reflexionar a todos y cada uno de nosotros. Cuando las causas que lo propiciaron caigan definitivamente en el olvido, nos debería ayudar a extraer consecuencias que nos ayudasen a poder convivir en mayor armonía. La primera de las lecciones que debemos aprender es que estamos muy lejos de haber sometido a la naturaleza, ya que esta en cualquier momento se revela y demuestra que cuando ruge, no podemos hacer nada. No hemos aprendido todavía que nuestra lucha debe de hacerse con respeto y en simbiosis con la naturaleza y no contra ella.

 ¿Dónde construimos? ¿Cómo? ¿Qué energías nos interesa fomentar y en qué condiciones? Y estas respuestas deberían ofrecerlas las administraciones, solo ellas. ¿Se podría haber evitado este desastre en La Palma? Seguramente.

Debemos plantearnos el modelo en el que nuestra sociedad se apoya, de crecimiento indefinido e irreflexivo, basado en un consumo sin control, con una administración que es experta en echar balones fuera ante catástrofes y es bastante aterrador porque se supone que tiene que velar por la seguridad de todos.

Nos encontramos situaciones donde los Planes de Emergencia y Evacuación no están actualizados, pero no en algún punto, sino en la mayoría de administraciones de todo el país.  Estas situaciones son muy preocupantes, sobre todo en zonas sísmicas como en la Región de  Murcia, ya que se encuentra en el límite de dos placas tectónicas que bordean el norte de África. Una de las fallas más activas es la de Alhama de Murcia, que se localiza entre el norte del Valle del Guadalentín y Puerto Lumbreras. Una de las fallas más peligrosas es la de Bullas-Cádiz-Alicante, la cual azotó Mula en 1999. Otra falla activa es la de la Vega Media del Segura que agrupa a Lorquí, Ceutí, Molina de Segura y Las Torres de Cotillas.

Se asegura desde la Región que el mapa sísmico de la Comunidad Autónoma está incluido en el plan regional de emergencias, pero Alcantarilla es un municipio que tiene una planta química a escasos 800 metros y en el supuesto caso de haber un grave accidente de esta índole, los vecinos desconocen cuál es el protocolo de actuación (si es que lo hay).

Las soluciones deben ser agilizadas cuando ha ocurrido algo así, ya que son muchas familias las que se han quedado en la calle. Las competencias cuando las tiene la propia comunidad autónoma, debe ser ella la que asuma en primera instancia y no quede a la espera de que el Gobierno central se reúna y declare la zona como catastrófica. Dotar de esta herramienta a la propia comunidad autónoma con fondos destinados a ello, aceleraría y daría una solución con mayor rapidez.

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