Los militantes son aquellas personas que trabajan por la consecución de diferentes fines, que pueden abarcar un amplio abanico tanto en cuestión de derechos políticos y sociales, o simplemente por compartir causas comunes, la militancia política es aquella donde un sujeto dedica su tiempo con un compromiso de dedicación a las actividades políticas vinculadas específicamente a un partido político.

Algunos presidentes usan artimañas para manejar a su militancia, como el que sitúa a sus tropas ante una batalla, siendo completamente incapaces de entender que movimientos espontáneos aparentemente similares, se puedan dar de otra manera. En realidad es un insulto muy grande a quienes se movilizan, asumir que carecen de criterios y que lo hacen espoleados, engañados por un hechicero adulador de turno.

Las ideologías en los partidos políticos a día de hoy son una forma de sostener un supuesto ideario, algo que ofrece soporte a una permanencia que esclaviza a los militantes, cuando esto sucede la militancia se enfría porque se ve incapaz de cuestionar una decisión determinada de su partido, de su presidente, llegando a separar de modos completamente risibles sus razonamientos para evitar confrontaciones.

Esto es lo que está sucediendo en algunos partidos políticos donde sus presidentes se creen con la autoridad moral de hacer y deshacer aquello que se les antoja, es patético observar que si no eres un palmero del presi te tengan castigado en las mazmorras sin tener voz ni voto. Para dar opiniones, a veces contrarias no te consideran idóneo, pero para pagar la cuota mensual, sí. Está mal visto decir las cosas claras y a la cara. Te dicen que te expreses libremente, para después tacharte y relegarte como un cero a la izquierda. La ironía es un modo de expresión que verbalizan algunos dirigentes, una figura retórica consistente en decir lo contrario de lo que se quiere dar a entender, muy usada hacia los afiliados. No se tienen en cuenta porque luego se mueven los recursos del partido, tomando decisiones que solo han sido consensuadas por el grupito de los allegados que hacen la pelota.

A estos que se creen mesías y que dirigen a un grupo de personas numeroso o no, decirles que se bajen de su pedestal y que dejen paso a nuevas generaciones que vienen pisando fuerte y que de verdad quieren hacer cosas por cambiar.

No puedo entender cómo puede haber tanta ceguera, ante gente que no ha dado en su vida palo al agua.

José Antonio Carbonell, politólogo