Hipocresia europea

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Hipocresia europea

"Hace algunos años una oleada de agresiones se desataron en la nocturnidad de Colonia en Nochevieja. Muchas mujeres fueron presuntamente víctimas de robos y acosos sin parangón a manos de hombres procedentes del mundo árabe. El mundo político y la ciudadanía estallaron indignados ante su forma cultural de funcionar. En el conflicto de base se batallaba entre su mentalidad basada en el Corán y el mundo europeísta, supuestamente: mas liberal feminista y progay".

Partiendo de la base que a Europa, como a otros continentes, nos llegan "personas-familias" de cualquier lugar y, desde Europa salimos igualmente hacia otros confines, el obcecamiento al mundo árabe se ha pasado posiblemente 50 pueblos, aún así, tenemos claro que somos los más cercanos a ellos. También ha habido europeos, españoles, que han ido con sus cantares a otras naciones y les han cantado las cuarenta. De todo hay en la viña. Cabe decir que según algún comentarista listillo de Colonia, a los pocos días del suceso , se le ocurría decir que esta ciudad europea era una muestra de que la cultura de estos hombres "mal llegados" no era compatible con las normas europeas.

Tal preocupación resulta algo extraña para mí y supongo que para algunos de Ustedes. Resulta extraño porque lo que más claramente revelan las reacciones tras tales hechos es la confusión, podredumbre e hipocresía de nuestra propia cultura: la europea. A fecha de hoy, enero 2022 todo ha ido a más. Lo que existe de cultura europea es lo mismo que yo de piloto de Falcon gubernamental. Naciones como Alemania de las que se enarbolan por su liberalismo, de hecho, hoy viven bajo un credo de multiculturalismo corderil, con sus tabúes, que valoran más las mentiras útiles para tranquilizar la sociedad de masas que las verdades capaces de abrir un debate auténtico y difícil. Claramente, la polémica de Colonia muestra con rigor la corrosión de los valores ilustrados que Europa dice desafiar, la decadencia de la libertad y la apertura de espíritu en el mismo corazón de Bruselas. ¿Y perdemos nuestra cintura con los hábitos culturales de unos grupos de árabes u otras procedencias?

Como algo surgido de una novela de Orwell , el jefe de policía de la ciudad alemana prefirió alimentar una mentira por omisión a permitir que la verdad de los hechos iniciara una polémica sobre la reciente acogida, por parte de Alemania, de inmigrantes de Siria y otros países. De tal manera que, da la impresión que maquilló los hechos y reescribió la realidad, con la intención de tener a raya las pasiones del que parece considerar levantisco pueblo alemán, al que más vale mantener quieto con mentiras que agitar con verdades desagradables. No es el único. En Suecia, hubo algo similar. Policías y autoridades detectaron un "modus operandi" desconocido hasta la fecha. También ellos decidieron no hablar abiertamente de sus ataques ni hablar de su procedencia, siendo algunos de Afganistán. ¿Por? El Jefe de Policía de Estocolmo diría "a veces no nos atrevemos a decir las cosas como realmente son, por temor a hacer el juego a los demócratas suecos", el partido derechista antiinmigración.

Rehusar decir "las cosas como son" es un síntoma de la cultura política dominante de la Europa del siglo XXI; una cultura relativista, propensa a la autocensura e hipócrita a dos bandas. Los que inventaron la "islamofobia", decían combatir y desacreditar la creencia que la cultura islámica es inferior a la occidental. Existe miedo motivado por los partidos populistas de extrema derecha y a la gente que les vota. Los dirigentes mienten, ocultan la verdad, para tener a raya las iras del pueblo: una especie de tiranía que recuerda las mentiras sobre la producción de alimentos que la propaganda maoísta china contaba a una población que no tenía qué comer.

Así, el multiculturalismo viene a ser la sacralización del relativismo moral y cultural. Hace virtud del vacío que existe en el corazón de Occidente para articular sus ideales y defender los valores de " su Ilustración" diciendo que todas las culturas son igualmente válidas.

El multiculturalismo es el tratamiento cosmético políticamente correcto para disimular la profunda alienación que sufre la sociedad occidental de su propia cultura, de sus tricentenarias tradiciones de democracia, razón, progreso y aspiración, al menos, a la libertad, aunque esta haya sido tantas veces aplastada. Así, el instinto básico del multiculturalismo, la fuerza que lo impulsa, es acallar y reprimir, elevar la autocensura y la negación de las dificultades reales, por encima del riesgo que supone permitir el debate abierto, más aún, juzgar y comparar valores.

¿Ante qué estamos? Ante una Europa kafkiana. Donde la misma policía disfraza la realidad, una Europa donde poner los valores europeos por encima de otros valores es tachado de "fobia". Una Europa donde se considera virtuoso rehusar decir las verdad, y donde está mal visto decir " las cosas como realmente son". Luego… ponemos el grito en el cielo cuando los inmigrantes que llegan a Europa desde lejos no adopten nuestros valores. ¿Qué valores? Si apenas se nos permite articularlos, mucho menos considerarlos superiores a los de otras gentes, y menos aún hacer un "cierto proselitismo" de ellos entre los recién llegados.

El verdadero problema de hoy no son los inmigrantes, sino a la sociedad a la que llegan. Sociedad que ni siquiera es capaz de aunar a su propia gente en torno a unos valores comunes, mucho menos a los recién llegados desde lejos. Saben que se evita el debate sobre sus propios valores y su comportamiento. Sienten que sus nuevos países no tienen un sistema serio de valores. Y así, algunos de ellos, se comportan de manera ofensiva y oportunista, ya sea aferrándose a sus propios valores o burlándose de una sociedad vacía en la que han desembarcado. Nuestro rechazo a defender los valores europeos, o simplemente a hablar abiertamente del crimen y la inestabilidad, actúa como luz verde para los oportunistas que hay en las filas de nuevos inmigrantes.

La experiencia que procede de Estados Unidos muestra que es posible formar una nación con personas de muy diversas procedencias cuando existe un proyecto valiente y grande, con ideales al que incorporar. La Europa "más que enferma", en ausencia de proyecto semejante al americano, la sociedad puede parecer cada vez más troceada con la llegada de inmigrantes desde cualquier parte del mundo. Se encontrarán con pocos incentivos para integrarse o poca cosa en que integrarse. Quiera cielos y tierra que todo ello dé un giro de 360 grados , otra cosa será si lo veremos los que hoy andamos por estos caminos de tinieblas que vamos a dejar a las siguientes generaciones. 

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