Tablachos por doquier

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Tablachos por doquier

Empezamos medio a acostumbrarnos a que se nos blinden a los españoles todo y más que todo. Un día le toca a las pensiones, otro al mundo de la vida, el derecho a la vivienda y vete a saber si los premios gordos no han salido aún. Tengo claro que no basta con hacer reformas que mejoren el percal en el que medio vivimos, sino el de consagrar por una bendita vez soluciones que merezcan la pena, dejar todo atado para que no puedan venir luego la derecha, como se denomina en la calle y recortar también derechos, privatizando al mismo tiempo servicios.

Pero por lo visto, ahora toca poner un buen tablacho, un gran blindaje al mundo público de la sanidad cuando se ha aprobado el anteproyecto de la ley de Equidad, Universalidad y Cohesión del Sistema Nacional de Salud. Todo ello a un tiro de piedra de las elecciones andaluzas. Observamos tres propósitos claves: tener derecho a la asistencia sanitaria gratuita, eliminar los copagos y priorizar la gestión pública directa limitando al mínimo las derivaciones a la sanidad privada. Si realizamos un balance, el gasto público nos está suponiendo el 70% del gasto sanitario total y el privado casi el 30%. Estamos ante un total de 11 millones de españoles que poseen un seguro privado, lo cual ya nos indica que no es un privilegio de ricos. Cuando existen sectores sanitarios privados de este calado, utilizado por el 19% de la población, se podría pensar que lo lógico en nuestro pensamiento es ver la privada como un aliado estratégico y, de hecho, así ocurría durante la pandemia, cuando la sanidad privada llegó a atender al 19% de los pacientes ingresados por Covid.

La otra opción es mirar a la privada como un gran competidor, que drena recursos que deberían destinarse a la pública. Esto parece que algunos llegan a pensar que fuera de lo público no existe salvación alguna, si se desea garantizar la equidad y la universalidad. Con tal enfoque, más de ámbito político que profesional, lo importante no es la capacidad de elección de los pacientes, sino que todos reciban el mismo tipo de atención sanitaria pública, sabiendo de cierto, que no todos los hospitales públicos son iguales. Por estos campos sanitarios militan asociaciones en defensa de la sanidad pública que, sus mandamases ven el auge de la privada como el resultado de una política intencionada, una hoja de ruta centrada en deteriorar el sistema de salud para ir a un modelo más privado. Siempre, un paciente es público por antonomasia, y cualquier derivación hacia lo privado es un índice de privatización rampante.

Existen también otros enfoques donde advertimos que los más de 9.8 millones de personas con doble aseguramiento reducen su consumo del sistema público en distinto grado y ello supone un ahorro para el público y una menor afluencia del paciente. Sin el sector privado, las listas de espera serían mayores de lo que son. También, ambos sectores actúan como sustitutivos y no es exacto decir que el gasto privado aumenta cuando el gasto público baja. El diagnóstico de que la sanidad pública está siendo preferida, no se corresponde con las cifras que indican que el gasto público en salud ha ido creciendo desde 2015 para representar el 6,45% del PIB en 2019 y el gasto público per cápita haya aumentado hasta los 1700 euros aproximadamente.

En cualquier caso, el único modo de "poner un tablacho" al sistema público de salud es financiarlo adecuadamente. Si las Autonomías derivan pacientes al sector privado es porque desean disminuir las listas de espera y porque el enfermo lo que quiere es resolver su problema, ya sea en lo público o en lo privado.

Si la nueva ley va a poner más dificultades para dicha derivación de pacientes sin resolver el problema de las listas de espera, lo que se "blindará" será no el sistema sanitario público sino una ideología.

Hoy estamos en día de reflexión de las elecciones andaluzas, una de las grandes autonomías españolas y muy querida desde la Región de Murcia. Allí tenemos familiares y amigos de los buenos de los cuales estamos al tanto de lo que allí viene ocurriendo. En este día de reflexión ya es hora de poner un auténtico tablacho a todo aquello insano que nos está viniendo a España, a Andalucía y eso tiene un nombre.

Desde aquí animamos a que tal reflexión no se origine desde el sentido político que podamos tener en cada casa, sino más bien qué se ha realizado a fecha de hoy por la educación, por la sanidad y por el bien de las personas por encima de las siglas partidistas.

Tengamos presente lo que se mal desea realizar con el mundo sanitario y la cantidad de personas que trabajan allí.

A reflexionar y a actuar en consecuencia. ¡Buena suerte!

MARIANO GALIÁN TUDELA

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