Ruina total en la sanidad pública

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En urgencias en el Hospital de Cabueñes de Gijón no hay ningún neumólogo, porque no hacen guardias de urgencias. Tiene que dar un médico de cabecera o de atención primaria el volante para que den una consulta y puede no haber médico oficial de atención primaria. Puede haber un médico distinto cada varios días. Y si dan el volante puede haber una espera de meses para un neumólogo. En Gijón hay un par de neumólogos para una población de casi 300.000 personas. Dicen que van a ampliar el Hospital de Cabueñes y no hay especialistas que atiendan en urgencias. Es vergonzoso y lamentable.

Se entiende perfectamente que muchas personas acudan a la sanidad privada, para que les atiendan más rápido y con especialistas de pulmón y corazón y de otras especialidades. No es una cuestión menor. Lo que no puede ser es que se esté jugando con la salud de los pacientes. Y que como hay muchos pacientes y pocos médicos, los que sufran una enfermedad más grave tengan que esperar, como si tuvieran un catarro. En urgencias tiene que haber especialistas, porque son los que saben recetar la medicación exacta y más adecuada, cosa que los médicos no especializados, por ejemplo, en neumonía no saben hacer con la misma profundidad y eficacia. Estamos hablando de vidas humanas.

Y lo que no es lógico es que los pacientes tengan que acudir cada dos por tres a urgencias, por la falta de especialistas en los centros de salud, para asegurar que no empeoran de sus dolencias. Es un planteamiento tercermundista e intolerable. Pero es lo que les queda por hacer a los pacientes. También pueden ir a la sanidad privada pagando de su bolsillo, lo que tendría que hacer la sanidad pública. Los derechos teóricos a una atención médica de calidad se quedan en papel mojado. En estas cuestiones la lentitud y las listas de espera de meses o años pueden derivar en muertes, así de terrible y tajante.

Además, en los centros de salud de Gijón tendrían que hacer más pruebas y de forma más rápida y sin tanta espera y requisitos burocráticos y con más médicos en plantilla.Se deberían simplificar los trámites y especialmente que fuera más eficiente la atención telefónica y presencial. Esperas de 15 días para hacer pruebas médicas pueden ser adecuadas en algunos casos, pero en otros el sistema sanitario debería ser más ágil, rápido y flexible.Los servicios de urgencias no son suficientes para atender las necesidades de los pacientes o de muchos de ellos si no tienen especialistas, que son los que realmente saben lo que hay que recetar con más precisión, rigor y efectividad.

Mientras no se quiera comprender esto, la gente se verá en la necesidad de recibir atención médica de máximo nivel en clínicas privadas del mejor nivel y con los mejores especialistas.

Por cierto, para determinadas especialidades en la medicina privada ya se tiene que esperar unos días, porque muchos pacientes ya piden consulta en vista del tiempo de espera enorme que hay en la sanidad pública y porque también hay pocos especialistas de ciertas patologías en Gijón.

La rigidez y la falta de médicos especialistas en el sistema público sanitario puede costar vidas y eso no se debería permitir bajo ningún concepto. Lo que dice la Constitución española y los Derechos Humanos es muy claro, pero no se está respetando y tampoco se está cumpliendo.

No se puede enfermar con un padecimiento que sea algo complicado, porque el riesgo aumenta exponencialmente debido a la falta de especialistas. Es inaudito e injusto pero es así.

Si una persona vive en Madrid, como hay más hospitales y muchos más especialistas los ciudadanos pueden disponer de mejor atención médica. La desigualdad salta a la vista respecto a Asturias y más concretamente, si se pone el foco en Gijón, que es la ciudad con más población.

La sanidad pública ha quedado convertida en un sistema de batalla de la manera que se pueda y punto. Cada enfermo que tenga suerte, porque si no es así, está perdido, ya que depende de la enfermedad que padezca. Que la salud dependa de la suerte y de las circunstancias aleatorias suena a broma de mal gusto, pero es, en parte, lo que está sucediendo. Y la solución es simple, aumentar las plantillas con más médicos y especialistas y todos estos problemas desaparecerían, como por arte de magia.

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