Desenlace de partidos

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Desenlace de partidos

Estamos observando el aire que se respira en Hungría, Polonia, Suecia, Finlandia y ahora Italia. Ya vamos por cinco. Al personal europeo no le convencen muchas ideas que vienen desde Bruselas pero tampoco desde sus propios países, ya que van al son que marca la Unión Europea. Se respiran nuevos aires pero en España, hoy por hoy, existe tal revuelta de frutas diversas, con matices muy dispares, que no encajan una con otra, que no sabemos si votarán al menos malo, lo propio de las últimas décadas, o líderes nuevos con aires rejuvenecedores que no estén plagados en años de postureo o telas de arañas encorsetadas a la compra sin ética siendo los otros un simple monigote en sus manos.

En una conversación con amigos hablábamos del mundo del deporte y cuáles de ellos habían salteado al paso de los años y hoy, en 2022, unos seguían estando en el mástil deportivo y los otros hacían lo que podían. La contestación era unánime: aquellos cuyos líderes deportivos brillaban por su buen hacer y por su estilo de vida. Por otro lado, alrededor del 1785, cuando Fray Junípero Serra, mallorquín, seguía a los ejércitos españoles hacia la entrada de la Nueva España y California, hemos podido saber como nuestros ejércitos seguían el aliento de sus líderes militares y del gran sacerdote mallorquín. A estos líderes, con un clamor inigualable, le seguían por su auténtico liderazgo, valentía y honradez. Todo esto llevado a la política de hoy y a los "liderillos" que enarbolan sus banderas es más que suficiente para saber que estamos en mundos, actitudes, valores y cachés humanos muy diferentes y menos cualificados que los primeros. Es posible que los auténticos líderes de hoy estén en la masa social y no llevando la bandera de cómo sacar a tal o cual país, partido político o algo similar. Echamos un vistazo a continuación.

Mariano Rajoy y Pablo Casado duraron lo mismo que una lluvia en el Mediterráneo. El PSOE, todo un espectáculo y desde 2016 da la impresión que las espadas han volado por los despachos de Ferraz. Desde esa fechas, entre el 2016 y 2018, con cierta perspectiva, numerosos partidos tradicionales, los de "ahora tú y después yo", en los países occidentales se han visto en estos años sacudidos por verdaderos vendavales, casi siempre por pérdidas de apoyos y reputaciones que dejaron en esquinas de pueblos. En su inicio, daba la impresión que sólo afectaba al mundo de la socialdemocracia que, por lo visto, en el conjunto de Europa, van perdiendo puntos desde que comenzaba el nuevo siglo. Un ejemplo lo tenemos cuando la socialdemocracia alemana no llegaba en inicios del 2000 al 30% del voto, mientras que la democracia cristiana obtenía casi un 42% en torno al 2010, sin embargo, en las recientes elecciones del 2021, bajaba sobre el 25%.

En nuestra España, el PSOE subía un 40% sobre el 2008 y hoy da la impresión que anda por el 30%, mientras que el PP, el que en 2011 llegaba al 45%, bajaba al 17% en el 2019. Estamos viendo cómo los partidos tradicionales están en cuestión en muchos países. Ganarse la confianza de sus gentes no es fácil. La confianza no creo que llegue al 15% y los motivos están ustedes viendo realidades. Hablamos y hablamos de transparencia, se nos seca la lengua de hablar de ello, pero las malas prácticas ahí las tenemos y no solo hablamos del Gobierno sino de la retahíla de insensateces que se están produciendo en las autonomías bajo el mando del mundo azul, del partido de la oposición. El resto de partidos que hay en el arco parlamentario ellos mismos murieron ya, ahora son sólo retratos del pasado y auténticas despensas vacías y mugrientas donde, en sentido político, falta la fiabilidad y la altura de miras y sobra el orgullo y las miras individualistas, todo ello, muy lejano del bien común de la ciudadanía. Si a ello le adjuntamos el mantener una retórica grandilocuente que luego pasará sistemáticamente a la desmentida por la práctica de la gestión, produciendo decepciones profundas y, corrupción como los incumplimientos que parecen erosiones de credibilidad sin duda alguna dificultan que la confianza y fiabilidad de tales partidos se hagan realidad.

No nos olvidemos de un total del 40% de la población que normalmente no votan. Unos serán por no creer en la política, pero otros, la mayoría, por sentirse huérfanos políticamente de los grandes partidos que siguen la línea, de aquella manera, que marcan los grandes poderosos de nuestra aldea global. En las próximas elecciones es posible que con tal de tirar al Gobierno actual votarán al que antes tire al Presidente, pero lo que no saben es que los nuevos, seguirán cojeando de otros temas, posiblemente no tan fuertes como los de ahora.

Ya les digo que votar en conciencia y no al menos malo siempre tiene premio. Existen un buen número de partidos minoritarios que representan a muchos de los que actualmente no votan o votan con la nariz tapada. Es el momento de ser auténticos y votar a aquellos partidos que de verdad merezcan la pena, con líderes fiables y no seguir la corriente que llevamos hasta ahora en nuestra Europa. Será la única manera de darle paso a otros que merezcan más la pena aunque los actuales dominen hasta el final de medios de comunicación y otras ventajas que los pequeños no poseen.

Es el momento de la verdad, de darle paso a otros con nuevos perfumes, donde lo esencial de esta vida, bajo mi punto de vista, junto a una buena economía, que no es lo más importante, marchen de la mano la libertad, justicia social, familia y la vida. Si a ello unimos libertad de enseñanza, una justicia alejada del poder ejecutivo y, otras marcas especiales que ha llevado de primera mano el humanismo cristiano hasta es posible que demos algo que la sociedad española viene demandando.

Ante el baile desenfrenado de los partidos occidentales, necesitamos una nueva generación de ciudadanos con una política clave en torno a la dignidad del ser humano. Las democracias occidentales, una vez más, las vemos hoy marcadas por el descrédito de la clase política, sea de un signo u otro, incapaces de generar confianza en la población, surgiendo así lo que se llama desde hace pocos años "antipartidismo cultural", que, si se generaliza, puede terminar ocasionando un problema estructural importante de los sistemas. Realmente el riesgo de estas clases dirigentes es capaz de convertirse en una oligarquía "de facto" que podría poner en peligro la estabilidad democrática y en ello estamos.

MARIANO GALIÁN TUDELA

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