“Sobre el pasado”

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“Sobre el pasado”

El pasado puede ser referido a distintos entes: lo social o la sociedad, el Estado, una ciudad, una familia, unas personas y… pero, diríamos que todo el mundo maquilla el pasado. 

Cuando estudiaba historia e Historia, de forma reglada y no reglada, una realidad que me apasionaba y, todavía lo hace, ahora en menor grado, quizás, porque hayan fallecido ya muchas neuronas, quizás, porque los líquidos intersinácticos se hayan ido aflojando, quizás, todo ese complejo que llamamos experiencia y melancolía, quizás, toda la bodega de esperas y esperanzas, que quizás, no se hayan cumplido, aunque hayas labrado esos campos durante décadas… Cuándo estudiaba historia se indicaba que nada se puede demostrar en historia/Historia si no hay un documento, y, este resulte cierto y verdadero… ¡Y, después se interpreta correctamente…! 

Hasta ahora, durante décadas, lo que he ido observando es que la inmensa mayoría de entes y entidades, lo que hacen es, primero seleccionar y archivar lo que les conviene –salvo excepciones-, segundo, ir olvidando documentos y archivos y datos que creen que no les conviene, tercero, ir desdibujando el pasado y los documentos que no convienen, cuarto, dar una interpretación histórica modulada o moldeada por los intereses del hoy o el porvenir del futuro (sea a nivel personal o individual, social, colectivos ideológicos, estratos sociales, familias, empresas, etc.). 

Hace décadas en una entidad equis pública o de funcionarios, no indicaré el nombre, en la etapa de la Transición española, la mayoría de los trabajadores de dicho recinto, varias decenas, se afiliaron a sindicatos de izquierdas en un mismo amanecer. La pregunta era obvia y evidente, ¿querían que se tapase algo de su pasado…? Aquí, viene a cuento el chiste de humor gráfico, que en algunos ambientes sentó muy mal, que venía a indicar en cuanto al color político… “el bisabuelo negro, el abuelo azul obscuro, el padre azul claro, el nieto rosa, y, el biznieto, el color que convengan…”. Puede que en grandes capitales esto se desdibuje demasiado, pero en provincias, la cosa es evidente y clara. 

Pero el problema no es que existan personas con suficiente inteligencia emocional sociopolítica para siempre subirse al caballo ganador, porque por eso hay que dar y ofrecerles un homenaje, sino que sucede el “complejo de los nuevos cristianos”, que indicaban en el siglo XVI, los “nuevos cristianos, procedentes del judaísmo, trataban con más rigor y radicalidad y negatividad a los judíos, que los viejos cristianos…”. Cómo tenían que demostrar que eran fieles a la nueva fe, eran demasiado radicales, y, ni siquiera a los que eran viejos en esa fe/ideología, los trataban de forma correcta… 

El filósofo y escritor Julián Marías, en un artículo La confesión histórica publicado en El País, el 22 de junio de 1976, trata algunas de estas cuestiones y temáticas, especialmente, en/de aquellas épocas sociopolíticas. La realidad humana es enormemente compleja, el tema de la Transición, ya se vislumbra, con documentación suficiente, que fue impulsada, en gran parte, aunque no solo, por el propio régimen, por fuerzas externas internacionales y apoyado por fuerzas internas, no solo políticas, sino económicas, religiosas, culturales… Por eso, pudo darse una evolución, en cierto grado pausada y temperada –sin negar las fatigas y sufrimientos que se pasaron, porque el golpe de Estado de 1981, el que escribe estas líneas estaba en el servicio militar obligatorio, además de crisis económicas…-. 

Todos los entes socioantropológicos, de algún modo reescriben el pasado, para controlar el presente y gestionar según sus fines el futuro. Pero la cuestión grave y leve y mediana, es si la ciencia histórica o el saber histórico, con las metodologías propias, debe jugar a ese juego del medio engaño o de la media mentira. La gran pregunta es si los historiadores profesionales deben, sea la que sea su ideología, no intentar ponerse las gafas del mayor grado de racionalidad e imparcialidad y explicar la realidad. Para eso, intentar que los archivos y documentos no se pierdan, no se destruyan, se conserven los más posibles… 

Pondré dos ejemplos: puede ocurrir que en los entornos familiares amplios, solo exista una interpretación sobre los acontecimientos del interior de esas familias. Y, unos miembros sean los malos y otros los buenos, pero en realidad, es al revés, las victimas son tomadas como malas, y los verdugos como buenos. Si esto ocurre, más de lo que creemos en los entornos familiares, qué ocurrirá en otros ámbitos. 

Pongamos, otro ejemplo, analicemos la cuestión artística en una sociedad. Existen en cada generación miles de personas, que dedican, lustros o décadas a la formación artística y a la producción artística. Al final, solo van quedando unas decenas, el resto, se pierden en el olvido de la historia. Los mecanismos del olvido, además, de la sabida falta de calidad, son muchos, pero esa es la realidad. Pero la pregunta, no sería mejor para el saber artístico, que en la medida de lo posible, en forma virtual, se conserven obras, aunque sea en imágenes, de miles, docenas de miles de autores y autoras de una generación. Así, los que se consideran/en que tienen que ser elevados a las alturas, puedan compararse ahora y dentro de cien años, con lo que se hacía en ese tiempo. ¿O, eso es precisamente lo que no se quiere…? 

El problema de las ciencias sociales, de casi todas, es percibir y coleccionar y archivar datos. Que estos se conserven, para que en el futuro se puedan analizar de forma correcta y adecuada y verídica o verdadera, la interpretación más correcta, la realidad más real. O, al menos más verdadera. ¿Pero queremos hacerlo, tenemos voluntad de realizarlo…? 

¿¡Y, pasa tu modesta vida, y, se le/te caen las aguas en forma de gota, de los ojos, porque sufren/s el dolor de la desesperanza/fracaso, y, ni siquiera pueden hablar con claridad, menos escribir su visión del mundo… porque existen muchos poderes, grandes y medios y pequeños, y, tú, tú/yo eres una hormiga frente a un elefante…!?  

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