Excesiva burocracia y trabajo para los profesores

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Lo que no puede ser es que los docentes tengan que trabajar un número excesivo de horas. No solamente cuentan las clases, que es lo más fácil y lo que realmente está ajustado a una carga temporal admisible. Lo que sucede es que con muchísimos alumnos las tareas se multiplican. El horario acaba generalmente a las 14.30 horas, pero hay que añadir la corrección de exámenes, trabajos, etc., y también la asistencia a cursos de formación para el profesorado y otras actividades como, por ejemplo, las redes educativas, preparación de clases, consultas de alumnos por medios electrónicos, control de faltas de asistencia de los alumnos, etc.

Estas tareas se realizan por las tardes o en algún tiempo, si se puede, por las mañanas. Los profesores también tienen una vida personal cada día y no solo los fines de semana. De lunes a viernes los días no tienen 30 horas cada uno y parece que debería ser así. Los docentes pueden llegar a tener a su cargo a más de 200 alumnos durante un curso académico. Parece excesivo. Con menos grupos y horas de clase de los profesores, el proceso de enseñanza aprendizaje estaría más abierto y sería posible una formación más personalizada e individualizada de lo que ya es. Bajar las ratios de alumnos por clase es posible y harían falta más profesores para ello. De ese modo, habría más tiempo para cada docente, con el fin de que se dispusiera de más horas durante cada semana para formación y tareas académicas.

Los médicos de familia, por ejemplo, cuando acaban en sus consultas no se llevan el trabajo a sus casas. En cambio, los docentes lo hacen. La teoría de que dedicando una hora o dos por las tardes ya se solventa todo el trabajo de corrección de exámenes y las tareas burocráticas no es cierto, pero se quiere hacer creer que lo es. Y claro no se trata de que se hagan exámenes que no sean de desarrollo para que sean corregidos muy rápidamente y de esta forma se dedique menos tiempo por la tarde a las tareas académicas. La conclusión es que la carga de trabajo que afrontan los docentes es abrumadora. Parece que solo puede quedar disponible la noche para hacer vida normal o dar un paseo o hacer algo de actividad física, porque si no es así, puede ser que no se atiendan plenamente las tareas asociadas al cargo de profesor. Al final, cada profesor se arregla como puede con el tiempo del que dispone, pero las cosas deberían ser de otro modo. Además, por causa de la pandemia del coronavirus el nivel de los alumnos ha bajado y esto se nota. El esfuerzo de los docentes es máximo para que los estudiantes sigan las asignaturas, con la debida atención e interés y para que aprendan realmente.

Por si no fuera suficiente, también está la presión para que se apruebe a los alumnos, algo que está determinado por el rendimiento objetivo de los mismos y no por otras cuestiones. Por otra parte, la puesta en marcha de la LOMLOE sin concreciones curriculares todavía, está haciendo difícil el inicio de curso en los centros educativos. Es verdad que estos días se están ofertando cursos de formación sobre situaciones de aprendizaje y otros aspectos de la nueva ley educativa, pero esto se debería haber realizado ya en el curso anterior y con explicaciones más concretas y específicas.

A pocas semanas de cerrar el primer trimestre, como señalan las organizaciones sindicales en Asturias, no está muy clara la evaluación por competencias, aunque existen modelos o ejemplos de la misma que se pueden analizar por internet y a través de cursos de formación para poder realizar bien las evaluaciones. Se trata de simplificarla, clasificar las variables y aplicarlas a los resultados de los procesos de aprendizaje de los alumnos.

En general, la percepción de una parte de los alumnos es que con la LOMLOE todos tienen que aprobar y no repetir curso, por el simple hecho de que supuestamente progresan en su formación y que el suspenso siempre es discutible, algo que no es cierto. No se pueden regalar aprobados. Todos los alumnos y todas las familias tienen que entender la necesidad del esfuerzo y del estudio para poder aprobar u obtener mejores calificaciones. Y es que los suspensos no están prohibidos. De hecho, se justifican o reafirman con razones objetivas sólidas.

Otra cuestión diferente es que, con la nueva ley educativa, se cambian algunos aspectos de la función de los equipos docentes en las evaluaciones, pero siempre respetando las decisiones de cada profesor, en relación con sus calificaciones.

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