Chorizo con cachelos: una mirada a Galicia

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Chorizo con cachelos: una mirada a Galicia

Algunas antropologías culturales indican que comer-alimentarse es propio de todo ser viviente, cocinar es típico de la especie humana. 

Cachelos son patatas, no sé si tendrá alguna relación con “cacho”, que no solo en Galicia significa trozo –también en la Mancha, y sigue utilizándose-, no sé, no tengo suficiente conocimientos filológicos, para mostrar o demostrar que de la palabra cacho, trozos, aplicado a la patata, se haya originado cachelos. Pero bueno sería, ahora que existe la intertextualidad, que el lector/a puede intervenir en un texto escrito/publicado en digital, que indique abajo su opinión. 

La antropología cultural, cuando leía libros y manuales de esta materia –que es diferente a la antropología filosófica o/y filosofía antropológica, que también he dedicado días y semanas y…, a este menester-. Decía, que la antropología cultural, al definir cultura, existían varios cientos de definiciones/descripciones. Pero personalmente la que a mi me ha gustado más, siempre, aunque es muy amplia y abarcadora, la “cultura son todas las formas o maneras de pensar, sentir, hablar, desear, actuar… y, todas las formas o maneras de no-pensar, no-actuar, no-hablar, no-desear, no….”. 

La comida puede entrar en esas maneras, esenciales y accidentales. Un plato es una manera de hacer una cosa, una manera o muchas de no hacer una cosa. De todas las posibilidades de alimentos, de esa mezcla de alimentos, se selecciona una, que siempre tendrá variedades. Por eso, una simple comida, no solo presenta/representa lo que se ha seleccionado de alimentos, no solo la manera de hacerlo/fabricarlo/construirlo/escultorizarlo durante una hora, no solo la forma de presentarlo o emplatar… -no es lo mismo situar un plato/caldera para todos, o, hacerlo de forma individual, hay quién dice que el cambio de la cultura rural a la ciudad o industrial o de servicios, se produjo, cuando en las casas y familias y hogares, se pasó de comer o degustar o alimentarse todos alrededor de un plato o cacerola grande, todo el mundo introduciendo la navaja/cuchara/cuchillo a cada uno tener un plato individual-. 

El misterio de la comida es que con elementos simples, que no son tan simples, porque es el producto de la evolución histórica humana, un simple chorizo es un progreso de la humanidad, desde la domesticación del cerdo, aunque pudieron hacerse chorizos, queda la investigación con carne de jabalí en el antiguo remoto de la historia humana. Por tanto, este plato formado esencialmente: chorizo, pimentón, sal, patatas o cachelos, hoja de laurel, agua, fuego… 

Al narrar las comidas típicas como esta, siempre nos olvidamos del pan. Es obvio y evidente, que al menos en nuestra sociedad o cultura, toda comida, más si es de cuchara o de tenedor o con la mano –bocadillos, sándwiches-, siempre existen dos elementos que completan la comida, aunque sea desde el exterior: uno, el pan, de todos los tipos de harinas, incluido el maíz, y la bebida, que puede ser desde el agua, a todas las bebidas que se han ido depurando a lo largo de siglos –vino, sidra, cerveza, y, últimamente, percibes en las mesas de los restaurantes al exterior, especialmente, en/con niños, pues las bebidas con gas que están en el comercio mundial-, (claro está que yo cometo una herejía, según los ortodoxos de la culinaria, que mezclo un poco de vino, un dedo en horizontal con una bebida espiritosa con gas-. 

Se indica que el chorizo es un producto originario de la Península Ibérica, por otro lado, existe un típico chorizo gallego, que se indica que es de origen romano. No entro en esta dialéctica o discusión o polémica o diatriba, que me recuerda mucho al proverbio griego: “La victoria tiene muchos padres, la derrota es huérfana”. Esta es la mentalidad a lo largo de siglos, me temo, lo bueno, tiene muchos padres, y lo no-bueno, ninguno, también en los platos de degustación… Pero si debo indicar, que debemos abrir las miradas, aunque no tengamos textos escritos, documentación arqueológica o epigráfica, los humanos no hemos empezado a comer y hacer cocina y a preparar alimentos, hace unos miles de años, sino desde el principio, desde hace cientos de miles de años. 

Y, por otro lado, no olvidemos, que Galicia es un extremo occidental de Europa, y España un extremo occidental de Eurasia. Y, Eurasia es muy ancha y alta, y, por todos estos territorios han ido pasando muchos pueblos y culturas y sociedades y religiones e ideologías y modos de ser y de pensar, y, posiblemente, no solo hayan dejado piedras, en forma de catedrales o dólmenes o castros, sino también, influencias en la comida. Porque además el comer y el yantar, es una de las realidades más fáciles de transmitirse, y también de perfeccionarse, de añadirse elementos –por ejemplo, la patata de América, los cachelos-, más como en el caso de Galicia un pueblo con mar, un pueblo con una gran cantidad de migrantes desde el descubrimiento de América… 

Indicábamos que la comida es un acto, no solo de seres vivientes y sentientes/sintientes, de todas las especies vivas –de ahí el enorme respeto que debemos ofrecer a cualquier ser vivo, que nos sirve de alimento-, desde la planta al extinto dinosaurio, sino que el comer es un acto cultural y social y religioso o protoreligioso o postreligioso –según la mentalidad del alimentado y alimentario-. Pero es un acto también psicológico. Muchas veces, al acercarme a los platos típicos de una región o de otra. En esta de Galicia, que varias veces, cada una con varios días, la media naranja y el que subscribe esto, ha estado y hemos probado, en los menús de los restaurantes, casi siempre, alguna realidad popular… la comida es también recuerdo, no hay que ir a Proust, cuántas veces, hemos oído, “es que mi abuela, como guisa mi abuela, es que mi abuela me prepara…”. 

Para los que no hemos tenido abuelas, porque la vida trae su guadaña antes de que tú/yo, como ser viviente, nacieses los ojos al esplendor del mundo. No podemos indicar esa frase y ese enunciado… pero si recuerdo, y aquí, homenajeo a todas las abuelas, aunque no conociesen a todos sus nietos y nietas. Recuerdo a las abuelas, entre tantas cosas que faltan en las ciudades, y, lo he indicado en algunos artículos: es que hubiese placas o esculturas o algún monumento a Semmelweils, el que descubrió que lavarse las manos, las personas que atienden los partos, ha salvado millones de vidas. Tú y yo, posiblemente existamos por el descubrimiento de esta idea/hombre/médico... 

Y, segundo monumento o placa o escultura o recuerdo, en muchas de las plazas de los pueblos y aldeas y ciudades, un recuerdo a las abuelas y sus comidas, las grandes transmisoras del saber antiguo, con esa mezcla de sentimiento y de afecto y de conceptos e ideas… 

¡Porque una comida como esta, es una estrella que se nos aparece cada día…! ¡Una comida bien hecha es una galaxia de sabores, olores, colores, formas, estructuras de esperanzas en el ser humano y en la humanidad…!  

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