Al igual que la Formación Profesional parece que va cogiendo buen rumbo, también reconocemos que necesitamos una educación superior de calidad y no al estilo de la nueva Ley de Universidades en España. Estos inconvenientes universitarios ha llevado a cuestionar la utilidad de las artes liberales, con el argumento de que no contribuyen visiblemente al empleo a corto plazo. Sin embargo, tal desconfianza pierde de vista un aprendizaje, útil para toda la vida. La enseñanza de las Humanidades fomenta cualidades valiosas: la capacidad para recuperarse de los reveses y lidiar con el estrés. Perseverancia y pasión por las metas desafiantes. La tendencia a tener una responsabilidad dispuesta a retrasar la gratificación. Creatividad, o voluntad de romper con lo convencional, para llegar a nuevas ideas; la capacidad de concentrarse en una cosa, superando las distracciones. La conciencia de enfocar diversas materias hacia lo que son las metas más importantes.

En momentos en que la ansiedad económica impulsa al público hacia una educación centrada en logros a corto plazo, es importante que los centros educativos se convenzan del valor de la educación en los estudios humanísticos. El público ha de saber que la capacidad de adaptarse y prosperar en un mundo en constante cambio no se basa solo en la instrucción en los trabajos actuales, sino en el desarrollo de cualidades útiles para nuevos escenarios laborales. “la única manera de que puedan prepararse para el futuro, en trabajos que todavía no existen, es el desarrollo de mentes ágiles, que conozcan diferentes culturas e ideas, y tengan habilidad para hablar y escribir; cualidades desarrolladas por las artes liberales.

Las Humanidades y las Ciencias Sociales pporpician un marco intelectual  para prosperar en un mundo que no para. Para ello es preciso apoyar la alfabetización. El país depende de una alfabetización totalmente alfabetizada, con capacidades de lectura, escritura, conversación, que proporcionen habilidades para toda la vida. Invertir en una educación humanista permitirá a los ciudadanos participar mejor en la sociedad democrática como votantes, consumidores informados y trabajadores productivos. También, fomentar una sociedad innovadora y competitiva aumentando la inversión en la investigación. Ladear la tendencia de una formación demasiado especializada hacia una más completa. Crear un cuerpo de maestros de artes liberales puede ayudar a enriquecer la enseñanza en todos los niveles.

Educar para el liderazgo en un mundo globalizado es otro punto clave. Participar en una economía global requiere la comprensión de diversas culturas y diferentes puntos de vista. Los medios para conseguirlo: promover el aprendizaje de diversos idiomas; ampliar la enseñanza de cuestiones internacionales; fomentar programas de estudio en el extranjero y desarrollar una cultura solidaria. Algunos empresarios argumentan que este enfoque del que hablamos proporciona un amplio conocimiento en una variedad de áreas de estudio y el conocimiento de una titulación específica en un campo de interés. También desarrollan un sentido de responsabilidad social, así como intelectual, junto con destrezas prácticas como la comunicación, el análisis, la resolución de problemas, y una capacidad demostrada para aplicar conocimientos y habilidades en contextos del mundo real.

Los líderes empresariales de hoy andan buscando una diversidad de aptitudes, y no solo conocimientos técnicos. No es suficiente para los servicios financieros ser capaces de trabajar con hojas de cálculo. Es necesario convencer a los clientes, individuales e institucionales, para tomar las medidas adecuadas.

La tecnología de la información tiene y tendrá un efecto transformador en la enseñanza. Las ciencias sociales y humanidades deben aprovechar la oportunidad de llegar a nuevos públicos.

Claramente, ya llevamos andados nuevos espacios en este nuevo actuar del 2023. Cuyas dimensiones solo podemos empezar a imaginar. El futuro seguirá necesitando las capacidades humanas que promueven las artes liberales, y tal vez se las necesita más que nunca. Así lo decía no hace mucho la American Academy of Art and Sciences.