Natalidades

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Natalidades

Son muchas los asuntos que nos podemos cuestionar con la Natalidad. Ahora mismo, el centro nuclear, ha caído en picado sobre la mayor parte de Occidente y ello, siendo noticia, no es novedad pues viene de atrás. Peor aún, Latinoamérica está siguiendo los pasos a Europa mientras que en África, las tasas de fertilidad son mucho más elevadas si ponemos algo de atención. ¿Qué está pasando? En España, no yendo muy lejos ya rozamos los 15 millones de solteros. Un dato: al 60% de las mujeres en España les gustaría o les habría gustado tener más hijos, incluso la mitad de las madres de dos hijos querrían más, pero la falta de tiempo y de dinero se lo han impedido. A estos dos motivos, se debe sumar la precariedad laboral, el difícil acceso a la vivienda y el retraso de la maternidad. Claramente "formar un hogar no entra en el pódim de prioridades: se queda en el puesto cuatro, por detrás de prosperar en la vida profesional, viajar y ampliar estudios". Pero… no lo duden: la sociedad, cada país, también los necesita.

Sabemos que los cheques-bebés, beneficios fiscales, guarderías gratuitas, flexibilización en los horarios laborales, permisos de maternidad y de paternidad suficientes y pagados, apoyo a la conciliación y el acceso al empleo y a la vivienda son temas claves ante la siguiente pregunta ¿Qué ayudas del Estado impulsan más la natalidad? España, hoy por hoy, no llega al aprobado. La laica Francia es todo uno de los ejemplos en Europa. Un factor clave para el éxito de esas buenas políticas, sin duda, son su mantenimiento en el tiempo. Volvamos de nuevo a Francia: ofrecen paquetes de ayudas que incluye apoyo a las parejas jóvenes para el acceso a la vivienda, rebajas en las cotizaciones de las mujeres que trabajan, conciliación, permisos de maternidad y favorecer el empleo de los nuevos matrimonios. Entre las medidas económicas directas los subsidios familiares por hijo a cargo ( hasta que el hijo llega a los 20 años), una prima de pago único por nacimiento o adopción, el "complemento de libre elección de actividad" (si uno de los progenitores deja o reduce su actividad profesional para cuidar de sus hijos, se les ofrece una compensación económica) y el complemento familiar (para quienes tienen a su cargo, como mínimo, tres hijos de más de tres años).

Ello es así pues la crianza no solo implica dinero sino también tiempo pero, lo verdaderamente importante es el paradigma cultural en el que nos movemos. El atractivo de la familia, si se desea, se puede hacer palpable y, por tanto, hace falta un cambio en la percepción de la sociedad. Para apostar realmente por la natalidad se requiere hoy invertir. Países europeos que dedican un 4% del PIB a los incentivos y ayudas a las familias. España no llega ni al 1%.

Para normalizar la importancia de la maternidad hemos de mostrar el valor inherente de tener hijos de tal manera que nuestros jóvenes perciban que vale la pena apostar por tal anhelo debiendo entender que "tal riesgo es una auténtica belleza". Mientras entendamos que maternidad y paternidad son una carga o un lujo, será difícil conseguir el cambio cultural que ayude a que la natalidad se dispare. Si los jóvenes y menos jóvenes no ven a los hijos como un bien no solo para sus progenitores y su familia, sino también para toda la sociedad, ¿cómo justificar la inversión de dinero y esfuerzos para que la ciudadanía tengan los hijos que querrían tener?

La cuestión es ahora ¿Qué deseos van a impulsar a las nuevas generaciones a priorizar en su vida la creación de la familia que desean por delante de otros proyectos?

En VALORES tenemos las claves a corto y largo alcance para que todo esto sea una auténtica realidad. 

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